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El género de la comedia romántica tuvo su época dorada durante los años noventa, aunque hay películas sobre el amor desde que el cine es cine. De “Historias de Filadelfia” a “La boda de mi mejor amigo”, pasando por “Serendipity”, “Cuatro bodas y un funeral“, “Algo para recordar”, “Nunca me han besado”, “Notting Hill“, “Ocho apellidos vascos”, “Cuándo Harry conoció a Sally” y tantas otras películas sobre el amor y el desamor que a veces te harán llorar y a veces te harán reír, pero en la que siempre desearás que, pese a todos los obstáculos que les ha puesto la vida, los dos protagonistas terminen juntos y besándose apasionadamente. En resumen, dos horas de película para creer que el amor existe y que tienes una media naranja en algún lugar esperándote.

Quizás la mejor de todas las comedias románticas de los últimos cincuenta años sea “Cuándo Harry conoció a Sally“, y ello se debe a que esta historia de amor entre dos amigos que intentan ser amigos sin que el sexo interponga que terminan enamorándose contó una combinación de factores difícil de repetir: la sensible dirección de Rob Reiner, el brillante guion de Nora Ephron y la brubujeante química entre Meg Ryan y Billy Crystal.
La película nos presentaba a Harry Burns y Sara Albright, que se conocen casualmente cuándo ella se ofrece a llevarle en coche desde Chicago hasta Nueva York. Durante el trayecto empieza una amistad que durará más de una década, y que servirá para demostrar a todo el mundo que es perfectamente posible que exista una relación de amistad entre un hombre y una mujer sin que el sexo se entromete. Pero entre Harry y Sally hay una atracción real, están hechos el uno para el otro, pero ambos se niegan a reconocerlo.

Como cualquier comedia romántica que se precie “Cuándo Harry conoció a Sally” (“When Harry met Sally“) cuenta con unos elementos indisociables al género: el llamado ‘meet-cute‘, que sería una variante de la serendipia (cuando los dos personajes se encuentran por casualidad), la armonía entre lo ideal y lo posible (es una historia que podría ser real y que cualquiera de nosotros podría vivir), de tono ligero y desenfadado aunque con momentos dramáticos si es necesario, el humor (la escena del orgasmo fingido de Meg Ryan en el bar es historia del cine), la declaración de amor final (que termina con el apasionado beso que los espectadores llevan esperando desde el principio de la película),… ¿Quién no recuerda esa declaración de amor final de “Cuándo Harry conoció a Sally” en la fiesta de fin de año? “Me encanta que tengas frío cuando fuera hace 22 grados. Me encanta que tardes hora y media en pedir un bocadillo. Me encanta esa pequeña arruga que te sale en la frente cuando me miras como si estuviera loco. Me encanta que mi ropa huela a tu perfume después de haber pasado el día juntos…“.

¿Estos elementos de la comedia romántica son clichés? Quizás hoy lo sean, pero cuando Nora Ephron, directora y guionista de numerosas comedias románticas y tres veces candidata al Óscar (por los guiones originales de “Silkwood”, “Cuándo Harry encontró a Sally” y “Algo para recordar”), construyó su guión a partir de ellos no lo eran. El género de la comedia romántica no sería igual sin “Cuándo Harry conoció a Sally“.

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