A medida que el mundo asiste a un crecimiento sin precedentes de las tecnologías de inteligencia artificial, y ve como los grandes gigantes tecnológicos apuestan por las I.A., avanza en paralelo el debate sobre los riesgos a tener en cuenta. Lo cierto es que la ciencia ya lleva muchos años analizando las implicaciones de esta tecnología y hace apenas un año una carta firmada por 300 expertos alertaba sobre los riesgos asociados con las I.A., incluyendo incluso el riesgo de extinción. La ficción, por su parte, ha ido especulando sobre ello a su manera y lo cierto es que el cine y la literatura de ciencia-ficción llevan años de adelanto a este debate, y han imaginado numerosos escenarios en los que los robots se convierten en parte nuestras vidas. E incluso en un peligro para nuestra existencia.
Hace casi una década el director Neill Blomkamp hizo su análisis personal sobre estos riesgos en su tercer largometraje, “Chappie“, a partir de un robot capaz de aprender y sentir emociones. Y ese es, justamente, uno de los grandes miedos acerca de la I.A.: ¿cómo inculcar valores morales y éticos a las I.A.? Escrita por Blomkamp junto a Terri Tatchell, su esposa y coguionista de “District 9”, la película llegó mucho antes que los científicos que analizan hoy los riesgos de las I.A. a deducir que uno de ellos es que haya criminales que se aprovechen de las posibilidades de esta tecnología para desarrollar ciberataques más avanzados, eludir las medidas de seguridad y explotar las vulnerabilidades de los sistemas. En resumen: para delinquir.
Protagonizada por Sharlto Copley, Hugh Jackman, Sigourney Weaver, Dev Patel, José Pablo Cantillo, Yolandi Visser, Ninja, Brandon Auret y Miranda Frigon, el protagonista de la función es Chappie, un robot de la policía militar de Johannesburgo capaz de aprender que termina en manos de un grupo de delincuentes, que lo adoptan, lo reprograman, lo customizan, le ponen nombre… y lo utilizan para cometer delitos.
“Chappie” está inspirada en “Tetra Vaal“, un corto que Blomkamp realizó en 2004, de la misma manera que “District 9” estaba basada en uno de sus cortometraje “Alive in Joburg“. Y seguramente muchos espectadores vieron en el adorable camorrista Chappie un aroma a ese Johnny 5 de “Cortocircuito” de John Badham y también algo del violento “Robocop” de Paul Verhoeven. En resumen, un montón de buenas ideas pero algo desordenadas, que no impidieron que la película funcionara bien en los cines: costó 50 millones de dólares y recaudó el doble.
Curioso porque justo ahora ando enganchado a la trilogía de los Arquitectos... y en cuanto acabe con ella iré a…