Todos los lectores de las aventuras de Spirou y Fantasio saben perfectamente que Pacôme Hégésippe Adélard Ladislas, Conde de Champignac, es un sabio y prolífico inventor, con tendencia al despiste y algo excéntrico. Lo que ninguno de ellos sabe son los secretos que esconde su pasado y que, por ejemplo, estuvo enrolado en las filas del contraespionaje británico durante la Segunda Guerra Mundial.

Berlín, 1938. Los ingenieros alemanes presentan a Hitler ‘Enigma’, una máquina de cifrado de mensajes a prueba de manipulaciones. Ni más ni menos que un invento que debería permitir a los nazis ganar la guerra…
En el castillo de Champignac, el conde, un joven científico, recibe una extraña misiva encriptada. ¡Sorpresa! el mensaje proviene de su viejo amigo Black, quien le pide que se una a él en Londres para una misión de suma importancia… intentar el descifrado de la máquina Enigma.

Las aventuras de Spirou y Fantasio fueron creadas originalmente por Robert Velter ‘Rob-Vel‘ para la revista de Jean DupuisLe Journal de Spirou” en 1938, y es uno de los clásicos eternos e imprescindibles del cómic europeo. El entrañable Conde de Champignac debutó en el segundo álbum de la serie, “Hay un brujo en Champignac” (“Il y a un sorcier à Champignac“), publicada en el año 1951 entre los números 653 y 658 de la revista “Le Journal de Spirou“, y se convirtió en un secundario recurrente, responsable de numerosos gags descacharrantes y de inventos imposibles que dan lugar a aventuras emocionantes. ¡Incluso incubó un huevo de dinosaurio! El responsable de su creación fue el belga André Franquin, maestro del bande dessinée francobelga, que durante su etapa en la cabecera transformó la serie al convertir las aventuras de Spirou y Fantasio en historias largas con argumentos muy elaborados, y por crear un gran número de carismáticos personajes secundarios además del ya mencionado Conde de Champignac, como el villano Zorglub, el aspirante a dictador Zantafio, el adorable Marsupilami, y la periodista Seccotine, entre otros.

En “Champignac: Enigma“, un spin-off de las aventuras de Spirou y Fantasio, conoceremos al Conde, un joven científico que recibe una extraña misiva encriptada que le llevará a huir de su Bélgica natal, cruzar el Canal de la Mancha y finalmente recalar en el pueblo inglés de Bletchley, donde las mentes más destacadas de Inglaterra trabajan para poder detener la maquinaria de guerra alemana, que avanza imparable por Europa. De la mano de Béka y David Etien, guionista y dibujante respectivamente, disfrutaremos de una aventura fascinante que pondrá a prueba sus facultades intelectuales de nuestro querido Conde, pero que también le permitirá descubrir el amor en los brazos de la apasionada Blair McKenzie y, quizás, cambiar el curso de una guerra atroz.

Mientras que otro de los spin-offs más recientes de Spirou, el Zorglub de José Luis Munuera, apostó por el género de la comedia más slapstick, el Champignac de Béka y David Etien se podría enmarcar en la intriga histórica, puesto que encaja las aventuras del Pacôme en un momento muy concreto y relevante de la historia contemporánea y relaciona a su personaje protagonista, imaginario, con otros tan reales como Alan Turing, Ian Fleming o Winston Churchill. Y es que el título de la obra, “Enigma“, nos remite directamente a uno de los episodios más emocionantes y desconocidos de la Segunda Guerra Mundial, una batalla que no se libró en el frente, sin balas ni pólvora, sinó en los despachos de los genios y los intelectuales. ¿El objetivo? Descifrar Enigma, el código secreto utilizado por el ejército alemán durante la contienda, contribuyendo con ello a interceptar las comunicaciones militares y acortar la guerra. Y el cómic de Béka (pseudónimo que esconde a la pareja de guionistas formada por Bertrand Escaich y Caroline Roque) y David Etien es absolutamente fiel a todo lo que cuenta la historia, desde los criptoanalistas de la mansión de Bletchley Park hasta la ‘bomba’ de Alan Turing, pasando por el funcionamiento complejo a base de rotores de Enigma hasta el carácter introvertido de Turing, en una historia que encaja todo esto con la precisión de un relojero, con un formidable trabajo de documentación y que, además, viene acompañado del dibujo excepcional de Etien, a quien algunos ya conocen por “Les Quatre de Baker Street” pero que sobretodo dió el gran salto asumiendo el dibujo del noveno y décimo álbum de “La Quête de l’oiseau du temps” de LeTendre y Loisel.
Si se apuesta por un equipo artístico sobresaliente, el resultado solamente puede ser una obra mayúscula.

Champignac: Enigma” es una nueva demostración que se pueden hacer grandes cosas tomando personajes secundarios, en ocasiones irrelevantes, y desarrollando en profundidad su personalidad en el marco de una aventura hecha a medida. Una apuesta arriesgada de Dupuis que está saliendo muy bien. Lo hicieron con Zorglub y ahora lo han hecho con Champignac, aunque se han elegido caminos muy diferentes para uno y otro. Y yo, soy sincero, prefiero el camino del Zorglub de José Luis Munuera, que se acerca más al Astérix de Uderzo y Goscinny, que el del Champignac de Béka y David Etien, que juega en la liga de Tintín. Matices, detalles sin importancia.
En resumen, un álbum fantástico que alcanza, por méritos propios, la calificación de una de las mejores publicaciones de este extraño año 2020.

Champignac: Enigma.
Autores: Béka y David Etien
ISBN: 978-84-17989-35-4
Formato: 30x22cm. Cartoné. Color.
Páginas: 64
Precio: 16,00 euros