Sin duda la serie revelación del 2017. Cuenta en su primera temporada de 8 capítulos las andanzas de una joven casada de Nueva York en 1958, de familia judía adinerada, para la que, de pronto, toda su vida da un vuelco cuando su marido le dice que la quiere abandonar por su secretaria y descubre casualmente su especial talento para los monólogos. Con una ambientación y puesta en escena exquisitas (recuerdan a “Mad men”) y acompañada de una banda sonora magnífica (algunas escenas hacen guiños al género musical) la serie adopta un tono de comedia desenfadada basada en los personajes, todo ellos un tanto excéntricos, y con guiones que podría haber firmado perfectamente el mejor Woody Allen. Arranca con un capítulo magnífico atrapándote por completo y ya no te suelta, manteniendo el nivel hasta el capítulo final, también excelente. Una de esas series en las que no sólo disfrutas por lo que te cuentan, que es divertido, sino por cómo te lo cuentan, con una dirección artística deslumbrante que te transporte literalmente a otra realidad casi de ensueño. Y el que no se enamore del personaje de esa mujer y madre perfecta, desenvuelta, alegre, graciosa y decidida y de su opuesto, su agente, esa encargada del Gaslight que vive casi en la indigencia pero es capaz de iluminar su mundo gracias a su ácido y cínico sentido del humor, tiene un problema. La primera temporada consiguió 5 Emmys (mejor serie de comedia, dirección, actriz, actriz secundaria y guión) y 2 Globos de Oro (mejor serie de comedia y actriz de comedia).
Pues yo recuerdo está película con mucho cariño. Quizás no llegue al nivel de Toy Story o Gremlins pero... ¿qué…