Es inevitable comparar este “Blade Runner 2049” con el original, lo es porque aquella película de culto que fracasó en los cines y triunfó en los videoclubs es una referencia indiscutible de la ciencia-ficción cinematográfica y lo es porque la aparición yo diría que incluso un poco gagá de Harrison Ford en esta nueva entrega ejemplifica perfectamente como el paso del tiempo lo deteriora todo y envejece nuestros cuerpos seamos humanos o replicantes, cosa que conecta de nuevo con la preocupación existencial de la caducidad que latía en el “corazón” moribundo de Roy Batty.
Sin embargo la comparación es injusta porque, sin ser perfecta, sin ser lo que yo me esperaba de un director al que tengo veneración como Denis Villanueve, aún con defectos, la nueva entrega es una película más que correcta y desde luego, a mi juicio, está por encima de la media de lo que se estrena.
Le veo principalmente dos defectos esenciales: un guión en el que realmente no han arriesgado demasiado y una duración estirada que para algunos hará que la película sea aburrida en algunos tramos (no todos) y ya lo está pagando en la taquilla. Desde luego lo que está muy claro es que le sobra metraje y creo que le sobra porque precisamente para parecerse al original, Villanueve, que es en toda regla lo que en cine llamaríamos un “autor”, se saca de la manga una puesta en escena con una atmósfera inquietante (en eso de crear climas es único) que demora en exceso algunas escenas; aunque yo estoy convencido que no es tanto ese el problema como el querer abarcar demasiado y no desechar ciertas cosas para reducir la duración (insinúo explícitamente que el montaje podría ser más atinado).
La sensación que tienes como espectador viendo esta película es única (como pasó con la primera), se trata de una inmersión es un futuro distópico amenazante y en un mundo en el que lo sorprendente está a la vuelta de la esquina. Lo consigue bien como digo con la atmósfera de la película y desde luego con una imaginería visual que resulta espectacular en todo momento. Argumentalmente se arranca de nuevo una investigación (en este caso policial y eso también tiene su intríngulis), esta vez de un replicante del cuerpo de policía (K), que en su persecución de otros replicantes para “retirarlos” descubre algo insólito que le pone sobre nuevas pistas de implicaciones sorprendentes y sobre las que no voy a decir nada para no spoilear.
Lamentablemente y a pesar de que desentrañar el puzzle interno del argumento (con varias sorpresas y giros) a mí me hizo gracia y me dejó pensando en alternativas (y darle a la materia gris nunca está mal), la película va de menos a más y llegado a un punto de más a menos. No chafo nada si digo que Deckard no aparece hasta las dos horas de película y precisamente su entrada en escena, que se espera con ansias, es el comienzo de la parte que menos me convence porque pienso que no se resuelve del todo bien ni el encuentro con el protagonista, ni la escena de acción que se supone es el plato fuerte del final y porque creo que (quizás adrede) en último término la película carece de la emoción que requería y el final te deja un tanto indiferente cuando para nada debería ser así porque hay un trasfondo potente y emotivo.
Y recordar a modo de resumen las tres grandes bazas de la película: desentrañar el puzzle que propone el argumento, introducirse en un mundo y una atmósfera nunca vistas (gracias a la colaboración director Denis Villenueve, al director de fotografía, Roger Deakins y al compositor Hans Zimmer) y sobretodo reflexionar sobre la gran cuestión que apunta la película y que seguro da pie a nuevos argumentos: ¿qué hará la inteligencia artificial cuando descubra que es superior a sus creadores? Por cierto, no sé si habéis leído que (y hablo del mundo real) la inteligencia artificial ya aprende sola……quizás el futuro no está tan lejos esta vez…
https://elpais.com/elpais/2017/10/17/ciencia/1508235763_015093.html
Pues yo la disfruté, no me pareció tan absurda porque, bueno, ya se veía que algo raro iba a pasar.…