Tras el despropósito de “X-Men 3: La decisión final“, de Brett Ratner, posiblemente la peor película de superhéroes de la historia del cine (con el permiso de “Supersonic Man“, que jugaba en otra liga), parecía impensable que los mutantes de Marvel Comics tuviesen la más mínima posibilidad de volver a la pantalla grande. Fue tal la carnicería que perpetró el director, con la ayuda de los guionistas acreditados Zak Penn y Simon Kinberg, que todo apuntaba a una discreta retirada a la espera del olvido. Pero, por fortuna, alguien tuvo una idea. Una buena idea.
De hecho Marvel Comics ya había encontrado en su serie de cómics “First Class” un filón inagotable de historias para recuperar a los clásicos mutantes de la Patrulla-X sin introducir complejos giros de guión, regresos inexplicables de entre los muertos o argumentos plagados de viajes en el tiempo. Solamente se trató de trasladar dicha idea a los cines. Así “X-Men: Primera Generación” (“X-Men: First Class“) es un borrón y cuenta nueva. Un reinicio de la saga de los mutantes con una precuela donde se relatarían los primeros pasos de la escuela para jóvenes superdotados del Profesor Xavier, y su relación con personajes como la Bestia, Jean Grey, Cíclope… o Magneto, que tiene un protagonismo destacado en la función.
En “X-Men: Primera Generación” la acción se situaba en los años sesenta, a los inicios de la era espacial y durante una época rebosante del sentimiento de esperanza por la llegada al gobierno de los EE.UU. de JFK. Pero también fue el punto álgido de la Guerra Fría, cuando las crecientes tensiones entre Estados Unidos y la Unión Soviética amenazaban a todo el planeta; y cuando el mundo descubrió la existencia de los mutantes. Es durante este período cuando Charles Xavier conoce a Erik Lehnsherr. Antes de que Charles y Erik adoptasen los nombres de Profesor X y Magneto, eran dos jóvenes inmersos en el proceso de descubrir sus poderes. No había animadversión alguna entre ellos, sino que los unía una sincera amistad y el deseo de trabajar juntos. Antes de ser archienemigos, eran dos amigos que trabajaban juntos y con otros mutantes para detener la mayor amenaza que el mundo hubiera conocido nunca. Su enemigo común es el malvado Sebastian Shaw, un mutante con el que Erik tiene una cuenta pendiente.
El reparto de “X-Men: Primera Generación“, nuevos rostros que sirven para lavar la imagen de la franquicia que “X-Men 3: La decisión final” arrastró por el fango, contó con James McAvoy como el Profesor Xavier y Michael Fassbender como Magneto como protagonistas principales, además de Kevin Bacon como el malvado de la función, Jennifer Lawrence en el papel de la multiforme Mística que fue interpretada por Rebecca Romijn Stamos en las tres primeras películas, Rose Byrne, January Jones, Nicholas Hoult, Caleb Landry Jones, Lucas Till, Edi Gathegi, Álex González, Jason Flemyng, Oliver Platt, Morgan Lily, Zoe Kravitz o Bill Bilner, entre otros. Hugh Jackman, nuestro Lobezno favorito, limitó su aparición a un breve cameo. El actor no cobró ni un dólar por aparecer apenas unos segundos y enviar a la mierda (“Go and Fuck Yourself“) a Charles Xavier y Erik Lehnsherr… pero, a cambio, la productora Fox hizo una importante donación para la escuela de sus hijos.
Como “X-Men: Primera Generación” funcionó bien (costó 160 millones de dólares e ingresó más de 350), 20th Century Fox y Marvel dieron luz verde a varias secuelas, que ya no fueron tan brillantes, con calidad decreciente: “X-Men: Días del futuro pasado“, “X-Men: Apocalipsis” e “X-Men: Fénix Oscura“.
A ver, yo entiendo que estafa es cuando te quedas tú el dinero, no cuando el dinero es un donativo…