Otro clásico del cine, esta vez del gran Billy Wilder, uno de los más grandes directores de la historia del cine, que desarrolla a medio camino entre el cine bélico, la comedia, el drama y el suspense una historia de un grupo de soldados en un campo de concentración nazi convencidos de que existe un traidor entre ellos.
Título original: Stalag 17
Duración: 120 min.
País. Estados Unidos
Guión: Billy Wilder & Edwin Blum (basada en la obra de teatro de Donald Bevan & Edmund Trzcinski.
Música: Franz Waxman
Fotografía: Ernest Laszlo (B&W)
Reparto: William Holden, Don Taylor, Otto Preminger, Robert Strauss, Harvey Lembeck, Richard Erdman, Peter Graves, Neville Brand, Sig Ruman, Michael Moore, Peter Baldwin, Robinson Stone, Robert Shawley, William Pierson
Productora: Paramount Pictures
El título original hace referencia en alemán a los campos de concentración. “Stalag 17” vendría ser el “Campo de concentración 17”, en este caso de prisioneros entre los que se encuentra “Cookie” un aviador derribado en 1945 que narra los hechos.
“Traidor en el infierno” es un ejemplo más en la filmografía de Billy Wilder de lo que se puede conseguir con un magnífico guión como el que hicieron. Es impresionante de hecho la capacidad que tenía Wilder para desarrollar guiones, siempre con guiños de comedia aunque se tratara de un argumento peliaguado como lo son en este caso las vivencias de un grupo de soldados (todos sargentos) en un campo de prisioneros nazi después de que dos de ellos hayan sido abatidos cuando trataban de huir y dentro del barracón exista el convencimiento de que existe un traidor.
La película se basa en una obra de teatro de Broadway pero está tamizada por el sentido del humor de Wilder y un extraordinario manejo del microcosmos en el que se desarrolla la acción. Es fascinante la forma en que todos los grandes directores “clásicos” como es el caso de Billy Wilder o como hacían John Ford y Howard Hawks dan entidad e importancia a los personajes secundarios, que cobran relevancia en las historias y se nos hacen próximos. De hecho yo diría que si por algo es grandiosa esta “Traidor en el infierno” es porque en apenas dos horas Billy Wilder consigue que formes parte del barracón de prisioneros y ganes confianza o desconfianza, proximidad o lejanía con cada uno de ellos y seas uno más con sus mismas apetencias, deseos y esperanzas como si llevaras allí tanto tiempo como ellos y fueras un testigo más de los hechos lo que no es fácil conseguir en tan poco tiempo, es una labor de guión y de puesta en escena que sólo consiguen llevar a buen puerto los más grandes, Wilder por supuesto lo es.
Cualquier espectador que vea la película va a saber enseguida a lo que me refiero. Uno se siente integrado porque los personajes se hacen cercanos y auténticos (sufren en silencio, hacen bromas, viven situaciones difíciles o se arriesgan a morir si es preciso), porque la situación aunque es ficticia suena a real (a mí me parecen estos nazis mucho más reales y posibles que los que sólo son terroríficos y despiadados simplemente porque son “humanos”), porque la película es rica en pequeños detalles y guiños (fantástico todo lo relativo a la manera en que el personaje de Willian Holden (Sefton) consigue cigarrillos para intercambiar con los alemanes)…En definitiva y como sucede con todas las películas de Wilder se “respira” humanidad en los personajes y se hacen tan próximos que te mantienen con la atención pegada al argumento de inicio a fin.
Evidentemente en el apartado cómico por así decirlo la atención se centra en Chimpancé y su colega Shapiro que brindan escenas tan divertidas como aquella en la que traspasan la berja pintando una línea blanca que parece ser la separación de una calzada para ver a las rusas o las que protagoniza el propio sargento Schultz, pero la película no es exactamente una comedia, sino un drama bélico de suspense con cierta relación con “La gran ilusión” (Jean Renoir), “La gran evasión” (John Sturges) o “El puente sobre el río Kwai”. Por cierto que tanto en esta última como en “TRaidor en el infierno” aparece William Holden, uno de los grandes atractivos por su papel de cínico. Se cuenta que al preparar la película Holden quería suavizar el cinismo de su personaje porque parecía excesivo, inhumano y antipatriótico pero Wilder se negó a ello y Holden terminó ganando su único óscar como mejor actor principal.
La película fue muy bien recibida en 1953 y se considera una de las obras maestras de Billy Wilder, aunque casi podríamos hablar de este director que cada película lo es. El propio director fue también nominado a los óscars así como Robert Strauss por su papel de Chimpancé, enamorado de la actriz Betty Grable.
Como curiosidad destacar que el comandante de los alemanes, que en un momento determinado recibe al enviado de la convención de Ginebra sin botas (todas las películas de Wilder tienen este tipo de guiños) es el director Otto Preminger. Y también señalar como Wilder hace notar que detrás de la apariencia de cada personaje hay mucho más: el comandante alemán suele ir sin botas pero se las pone para que oiga coo las junta al hablar por teléfono con el alto mando, el sargento Schultz controla a los prisioneros pero le gusta bromear con ellos, los soldados alemanes matan a cualquiera que pretenda escapar pero disfrutan jugando al voley,el más heorico puede resultar serel traidor del barracón, Chimpancé puede ser el más gamberro pero también el más sensible y por su puerto Sefton tampoco es lo que parece. Todos los personajes tienen una profundidad, no son meros estereotipos y están tratados con respeto y humanidad.
Sin duda una película altamente recomendable. La filmografía de Billy Wilder al completo debería ser de hecho de visión obligatoria porque es irrepetible y extraordinaria.
Pues yo recuerdo está película con mucho cariño. Quizás no llegue al nivel de Toy Story o Gremlins pero... ¿qué…