El talento del guionista francés Christophe Arleston es incuestionable, y su brillante curriculum es la prueba de ello. Sus ideas, sus historias mezclan, con originalidad y equilibrio, aventuras, humor y fantasía. En “Simbad“, donde comparte las tareas de creación con Alwett y el dibujante Pierre Alary, combina de forma magistral los mitos y las leyendas tradicionales de Oriente.

Gracias al poder de un genio sombrío, Al-a-din se hizo finalmente Califa de Bagdad. Pero una predicción le revela que encontrará la muerte de la mano de su propio hijo. Sin embargo en su harén, los hijos, se cuentan a decenas… Su única posibilidad de supervivencia: ¡eliminarlos a todos! Pero uno de los niños es salvado por su madre.
Tras varios años, el aventurero de los mares y vendedor ambulante de objetos mágicos, Simbad, deja a su padre adoptivo para descubrir la verdad sobre sus orígenes. Una búsqueda que lo llevará sobre el camino de temibles magos, extrañas criaturas y tras la sombra de un genio en su lámpara.

Parece sorprendente que a nadie se le hubiera ocurrido antes hacer algo tan simple como mezclar, en una única historia, a personajes de las leyendas orientales tan conocidos como Aladín, Simbad o Alí Babá, emulando “La Liga de los Hombres Extraordinarios” de Alan Moore en clave “Las mil y una noches”. Pero tuvo que ser Christophe Arleston, uno de las autores estrella del cómic francés, quien tuviera la inspiración. Algo tan simple, tan sencillo, que estaba al alcance de cualquiera. Quizás por eso el talento más aplaudido y reconocido reside en aquellos de son capaces hacer fácil lo fácil, más que en aquellos maestros que hacen lo díficil fácil o en los artistas que pretenden hacer difícil lo fácil. Quienes hacen lo díficil fácil son creadores que están muy por encima del resto de los mortales, y eso los convierte en objeto de envidia y desprecio en lugar de adulación y respeto, y quienes hacen lo fácil difícil son creadores demasiado aventurados o engreídos, que quieren hacer demostraciones de sus habilidades, la filigrana última, la pirueta, forzando al máximo lo que debería mantenerse en su simplicidad.

Christophe (Pelinq) Arleston es una figura del BD (bande dessinée), reconocido por su trayectoria como guionista. Nacido en Aix-en-Provence en 1963 pero educado en la exótica isla de Madagascar, Arleston empezó su carrera profesional como periodista y guionista para la radio France Inter, y no llegó al mundo del cómic hasta 1992, cuando empezó a escribir algunos guiones para la editorial Soleil (por ejemplo, “Les Maîtres Cartographes”). Con ellos lanzaría en 1994 su celebrado “Lanfeust de Troy” junto a Didier Tarquin y seguiría luego con la revista “Lanfeust Mag”. Su extensa producción abarca toda la serie de Lanfeust y compañía (“Trolls de Troy”, “Lanfeust de las Estrellas”,…), colaboraciones con el dibujante Varanda en “Tolriq” y “Élixirs”, “Los Náufragos de Ythaq”, “Los Bosques de Ópalo”, “Los Fuegos de Askell”,… Casi todo lo que toca Arleston en Francia se convierte en oro, y somos afortunados de haber visto ediciones en castellano de la mayoría de sus obras.

La parte gráfica de “Simbad” (“SinBad” en su edición francesa) es responsabilidad de Pierre Alary, formado en la prestigiosa escuela de artes gráficas parisina de Gobelins y curtido como animador en los Estudios Disney de Montreuil (participando en “El jorobado de Notre Dame”, “Hércules” y “Tarzán”). De hecho, y como también le sucede al español Juanjo Guarnido (“Blacksad”), su estilo bebe de la línea cartoon de Disney para dotar a su trazo de dinamismo, estilizado dibujo y una caracterización de personajes excelente. Su curriculum no es tan extenso como el de Arleston, pero su trabajo con “Les Échadeurs des Ténèbres” y la trilogía de “Belladona” le han merecido numerosos elogios. Y no se le han caído los anillos por dibujar para Marvel (“Spiderman Family”), aunque más de uno se llevó las manos a la cabeza.

El relato de Simbad, el marino, debe su prestigio a “Las mil y una noches”, la recopilación de cuentos de la hermosa doncella Scheherazade, aunque ésta es una obra a la que no pertenecía en origen. Según René Khawam, traductor y crítico libanés, el relato de las aventuras de Simbad “sólo fue introducido en las Noches hacia los inicios del siglo XVIII, y con mucha timidez aún, al albur de la fantasía de los copistas”. La historia original de los viajes de Simbad, que Arleston solamente aprovecha de forma parcial y sesgada, nos narraba como Simbad, después de disipar la riqueza que le dejó su padre, levaba anclas en busca de fortuna. Tras siete maravillosos viajes, naufragios, tormentas, pasando por las ciudades de Basora, Bagdad, de los Simios o Serendib, enfrentándose a serpientes gigantes, a las gigantescas aves conocidas como los Rocs, al gigante Polifemo o al Viejo del Mar, Simbad recupera su riqueza.
En los tres volúmenes de “Simbad” publicados por Soleil (“Le Cratère d’Alexandrie”, “La griffe du génie” y “Les ombres du Harem”), que Dib·buks ha publicado en un único volumen integral de formato álbum, Arleston y la escritora Audrey Alwett nos narran como el desvergonzado, pícaro y despreocupado aventurero Simbad busca sus orígenes. Una búsqueda que lo llevará sobre el camino de temibles magos como la misteriosa bruja-niña Turabah, enemigos sedientos de venganza como Kazpar o el cíclope Ali Babá, extrañas criaturas como la pantera blanca metamorfa Azna o las cotorras carnívoras de la isla de Turabah, poderosos objetos como el cráter de Alejandría, la caracola de tritón que llama a las sirenas, la daga parlante,… y la lámpara mágica de Al-a-din.

El personaje principal sobre el que gravita toda la historia es Simbad, un protagonista carismático y encantador que engancha al lector por su mezcla de picardía al estilo Lazarillo de Tormes con su afán de aventuras, su justo punto de osadía frente al poder establecido y la autoridad, su ingenio y su desvergonzada actitud frente a la vida y los retos. Todo un héroe clásico que no desmerece nada junto a los Errol Flynn o Burt Lancaster de “Robin Hood” o “El Temible Burlón”. Y a su alrededor, una numerosa galería de personajes secundarios como el djinn oscuro de la lámpara cuyas maldades son el punto de inicio de la historia (y que nada tiene que ver con el bondadoso genio de Disney al que Robin Williams le puso la voz), el califa Al-a-din superado por la situación, la bruja-niña Turabah en busca de venganza y diversión para dar sentido su larga vida, la mujer pantera Azna, la madre protectora Daïna, el vendedor griego de vinos finos Dyonisos, la musa de la caja de música, el príncipe de los ladrones Alí Babá, la puerta de la morada de Alí Babá,…

La edición en castellano de esta obra es magnífica, a la altura de la obra que contiene. El trabajo de Dib·buks merece todos los elogios, por su tamaño, la calidad de la impresión, del papel y del encuadernado, la traducción y la rotulación. Un álbum impecable con una elección de elementos acertada y a un precio muy asequible para el formato que ofrece.

Las ideas sencillas triunfan. Esa es una de las reglas principales de la creatividad. Así de fácil. Y en “Simbad” Arleston combinó distintos mitos y leyendas orientales en una misma historia, aderezada con humor, magia, fantasía, algo de picante, aventuras, búsquedas, acción,… y el apoyo gráfico del dibujo magnífico de Alary, para obtener un producto redondo. Puro entretenimiento, sin añadidos. Y muy bien editado por Dib·buks. Una obra ejemplar.

Simbad
Guión: Christophe Arleston y Audrey Alwett
Dibujo: Pierre Alary
Color: Jean-Paul Fernández
Traducción: Lorenzo F. Díaz
Formato: 22×29,5cm. Cartoné. Color.
Páginas: 176
Precio: 26,50 euros