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Encuadres fijos, a menudo en la lejanía para distanciarnos de los personajes y observar la estampa general más que los rostros, una cámara que como mucho hace algún travelling, pero suele dejar muchas cosas fuera de plano, la historia de una familia alemana alojada junto a Auschwitz que pasa su día a día escuchando terribles sonidos de fondo de gritos y balas que silban cortando el aire…Una película distinta, que propone al espectador un juego, el de no ver nada, pero intuir todo. Evidentemente el espectador que la ve es adulto (no debería ser de otro modo) y cuenta con información adicional por lo que el impacto de lo que ve y sobretodo de lo que escucha se amplifica. No es fácil de digerir, es una película fría y dura, no empatizas con ningún personaje y lo que vas intuyendo te sobrecoge. Se trata de eso, en esta ocasión cine como experimento, una propuesta distinta, una forma de acercarte al horror sin verlo, pero sintiéndolo. Consiguió el Óscar a mejor película de habla no inglesa y a mejor sonido y además obtuvo otras tres nominaciones (película, dirección y guión adaptado).