Esta madrugada HBO ha estrenado el cuarto episodio de Juego de Tronos, Botines de guerra, que fue filtrado la semana pasada (nos negamos a informar de ello porque tenía una calidad bastante deficiente) pero que hemos esperado para ver hasta hoy mismo, para disfrutar de Juego de Tronos en la calidad que se merece, y una vez visto Spoils of war os puedo asegurar que me estaría arrepintiendo amargamente de no haberlo visto en la calidad que se merece. Spoilers ve a continuación.

Pero vamos al lío porque Juego de Tronos no nos ha defraudado en su cuarto capítulo (aunque ya comenzamos con la cuenta atrás, sólo nos quedan tres capítulos por ver de la séptima temporada) y después de habernos hurtado dos grandes batallas en el episodio de La Justicia de la Reina aquí nos ofrece una masacre… por compensar, ya sabéis.

Entonces ¿qué ha sucedido en Botínes de guerra? Pues todo comienza con unos eufóricos Jamie y Bronn que ajustan cuentas, en oro Tyrell, mientras la mayor parte del botín arrebatado en Alto Jardín emprende su camino a Desembarco del Rey y Bronn recuerda que se le prometió un castillo, no sólo oro. Allí, en Desembarco del Rey, es donde la reina Cersei Lannister recibe a un representante del Banco de Hierro al que va a pagar con oro manchado de sangre. Descubrimos que Qyburn está negociando, en el nombre de su reina, con la Compañía Dorada de Essos, un ejército de mercenarios que ya trabajó para Aegon Targaryen en el pasado y con el que Cersei pretende poder repeler a las tropas de Daenerys (lo tiene realmente complicado como se verá un poco más adelante).

En Invernalia el despreciable de Meñique intenta meterse en el bolsillo a Bran Stark, “Lord Stark” lo llega a llamar, regalándole el cuchillo con el que intentaron asesinarle allá por la primera temporada (no se le da muy bien eso de hacer regalos a Meñique, ¿verdad?). Este despreciable ser ya lleva demasiadas temporadas vivo y, sinceramente, es mi nominado a morir lenta y agónicamente. Eso sí, nos queda claro que Bran y los sentimientos ya no casan en absoluto, se explica así lo frío que fue con Sansa en el capítulo anterior al recordarle su violación a manos del bastardo de los Bolton.

Drogo en acción, ¿no es bonito?

Y, por fin, Arya Stark llega a Invernalia y, como no podía ser de otra manera, se encuentra con los dos guardias más estúpidos posibles (me han recordado a cierta pareja de dragones británicos que en Piratas del Caribe se acababan pasando al pirateo, es un momento divertido, pero mola ver cómo Arya recomienda cambiar a los guardias), aunque se cuela, contacta con Sansa y es muy bien recibida por ésta. Ambas acaban por ir a encontrarse con Bran que está en el árbol de los antiguos dioses y que le regala a Arya el puñal de acero valyrio que le ha regalado a él Meñique. Sansa les advierte contra Meñique (pobrecita, aún se cree la hermana mayor…) y Bran demuestra sus conocimientos al hablar con Arya con total confianza sobre detallitos como su lista de asesinatos pendientes… mientras Sansa flipa y alucina colorines con los dos hermanos chungos con los que se ha reecontrado.

Nuevo salto, en esta ocasión a Roca Dragón donde Jon Snow le enseña a Daenerys las minas de vidriagón y las pinturas rupestres que demuestran que los niños de los bosques y los humanos pelearon juntos contra el enemigo de más allá del Muro (del que no sabemos hace un tiempo, por cierto…). A la salida de la cueva parecen confiar más el uno en el otro, pero Tyrion y Varis informan a Daenerys de los “éxitos” de los Inmaculados y entonces la reina quiere quemar Desembarco del Rey hasta los cimientos, pero el consejo de Jon de no usar los dragones contra gentiles, so pena de convertirse en el descendiente moral, y no sólo de sangre, del Rey Loco la disuade. Textualmente Daenerys  llega a decir “se acabaron los planes inteligentes”… algo que se demuestra un poco más adelante.

Nuevamente regresa la acción a Invernalia donde Arya y Brienne pelean, entrenando, la una contra la otra y donde no eres humano si no acabas haciendo palmaditas con las orejas después de ver lo bien que se maneja Arya en la confrontación que acaba con ambas sonriéndose y apuntándose con sus respectivas armas al cuello. Después de estevmomento de humanidad Arya se queda mirando fijamente a Meñique… ojalá… ya me entendéis.

¡Quemadlo todo! Pero todo, TODO.

Ser Davos y Jon se encuentran con Missandei de Naath mientras hablaban sobre la conveniencia o no, de hincar la rodilla frente a Daenerys, Missandei les explica que ésta la liberó, igual que a muchos otros y que si la sirve es porque cree en ella, no por obligación. A Jon le empiezan a hacer chiribitas los ojos cuando le hablan de Daenerys (o deberían, pero Kit Harrington es tan mal actor que…). Aún tenemos tiempo de ver regresar a Theon Greyjoy a Roca Dragón donde se encuentra con Jon al desembarcar y éste le informa que de no ser por lo que hizo por Sansa ahora estaría muerto.

Y luego, bueno, luego nos esperan doce gloriosos minutos en los que el ejército de los Lannister que acaba de saquear y conquistar Alto Jardín regresa a Desembarco del Rey capitaneado por Jamie y Bron y que… es masacrado, en doce gloriosos minutos, por los dothraki mientras, desde el cielo, Daenerys monta a Drogon que ataca a las tropas Lannister y nos demuestra que para napalm el suyo. Es un momento realmente vibrante, con un Bronn utilizando el escorpión (la mega ballesta que todo lo atraviesa) de Quyburn para atacar a Drogon y nosotros con el corazón en un puño dudando de si perderemos a un dragón o no. En efecto, humanos pueden matar por miles, que hay muchos, pero como David Benioff y D.B. Weiss se carguen a alguno de NUESTROS dragones… lo pasarán mal (que no se atrevan que, como mínimo nos hacen falta para la octava temporada, si es que los ejércitos de los muertos no llegan antes). Aún así, las escenas de Botínes de guerra, con Drogon masacrando lannister… eso os hará sonreir a poco que hayáis sufrido por cómo todo les venía de cara durante las anteriores seis temporadas, y parte de esta. No conviene olvidar, eso sí, que de nuevo tenemos una trampa argumental con el teletransporte de los dothraki, aunque en este caso, al ser caballería resulte más creíble que en el episodio anterior donde las naves de Euron se movían a velocidades de infarto.

Esto no es una ballesta, esto es un arma de repetición.

Ah, el capítulo acaba con Jamie intentando matar a Daenerys mientras le quita el virote del escorpión que ha alcanzado a Drogo… y librándose de ser incinerado por Drogo gracias a Bronn, que se ha ganado el título a Mejor Guardaespaldas de Poniente mientras Daenerys compite con Jon por el de Peor Estratega de Poniente, y es que se dedica a quemar todos los carros de suministros que ella también necesita a la vez que pone a Drogon en peligro cuando ya tenían ganada la batalla. Estos chicos son tal para cual, Jon y Daenerys. Durante toda la batalla Tyrion y Varys observan desde una colina, seguramente Tyrion ya maquine cómo poner a salvo a su hermano, pero lo va a tener muy muy difícil.

Mención aparte merece el invento de Qyburn, el escorpión, que parece convertirse en una ballesta de repetición que se autorrecarga y que es capaz de herir a Drogon aunque no nos olvidemos de que una cosa es un cráneo de dragón, y otra un dragón enterito, con sus escamas y todo.

No os voy a engañar, me quejé de que en La Justicia de la Reina se había visto poca acción bélica… desde luego en Botines de guerra no sucede esto. Deseando que llegue el lunes para poder ver Eastwatch, el quinto capítulo de esta séptima temporada de Juego de Tronos.

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