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Hay algunos clásicos de la literatura que resisten imperturbables al paso del tiempo. Estamos hablando de obras que, aunque fueron escritos hace más de un siglo, no han sido ni igualados ni superados por obras contemporáneas del mismo género, de manera que siguen siendo vigentes y no se leen como ejemplos de literatura caducada. Entre ellos, por ejemplo, las aventuras del detective victoriano Sherlock Holmes creado por el escritor Arthur Conan Doyle en 1887, resolviendo un caso que se llamó “Estudio en escarlata“. De hecho no hay casi nadie que no sepa quién es Sherlock Holmes, e incluso hay artículos y encuestas que afirman que hay mucha gente cree que este detective creado por el escritor escocés fue algo más que un personaje literario ficticio. ¡Creen que realmente existió! Está confirmado que muchos enviaron cartas dirigidas a Mr. Sherlock Holmes al número 221B de Baker Street, en Londres, el hogar ficticio de un personaje ficticio, en busca de ayuda para resolver misterios, enigmas y crímenes de diversa índole.

Las aventuras de Sherlock Holmes han vivido varias adaptaciones a otros formatos, sobretodo en la pantalla grande pues los registros señalan más de doscientas películas donde el detective victoriano fue el personaje principal, aunque una de nuestras adaptaciones preferidas es la versión televisiva de la cadena británica BBC, protagonizada por Benedict Cumberbatch y Martin Freeman. Pero volvamos al cine…

En 1985 llegó a los cines “El secreto de la pirámide” (“Young Sherlock Holmes“, un título más explicativo en la versión original en inglés), una película producida por Steven Spielberg, dirigida por Barry Levinson y protagonizada por Nicholas Rowe, Alan Cox, Sophie Ward, Anthony Higgins y Susan Fleetwood, entre otros, que nos trasladaba a la juventud de Sherlock y Watson. El guión, escrito por Chris Columbus, nos contaba como un joven e inexperto, aunque inteligente y perspicaz, Sherlock Holmes y su compañero de colegio, John H. Watson, viven su primera aventura juntos en la bulliciosa Londres, cargada de secretos. El misterio que ambos tratan de descubrir son una serie de asesinatos que no han podido ser explicadas y en los que anda involucrado un culto religioso que se reúne en una pirámide en el subsuelo de la ciudad. Entre las víctimas se encuentra un viejo profesor del colegio. La sobrina del fallecido, deseando averiguar las verdaderas causas de su muerte, se les unirá a la investigación.

Con los nombres de Spielberg, Levinson y Columbus detrás de “El secreto de la pirámide” era previsible que la película fuese un éxito, pero la realidad fue cruelmente distinta: de los 18 millones de dólares que costó la producción sólo se recuperaron en taquilla poco más de cuatro. Pese a este fracaso, el tiempo ha sido generoso con la película, pues los espectadores que fueron al cine para verla aún la recuerdan (recordamos) con mucho cariño y nostalgia, y la ponen al mismo nivel que muchas de las grandes películas de los ochenta destinadas al público infantil y juvenil.

¡Por cierto! Pocas frases hay tan célebres como la pronunciada por Sherlock Holmes a su ayudante: “Elemental, querido Watson“… aunque ésto no lo escribió sir Arthur Conan Doyle. Apareció por vez primera en la película “Las aventuras de Sherlock Holmes” de 1939, estrenada nueve años después del fallecimiento del escritor.

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