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Hay algunos clásicos de la literatura que resisten imperturbables al paso del tiempo, algunos libros cuya propuesta no ha sido ni igualada ni superada por obras contemporáneas del mismo género, de manera que siguen siendo vigentes y no se leen como ejemplos de literatura caducada. Entre ellos, por ejemplo, las aventuras del detective victoriano Sherlock Holmes creado por el escritor Arthur Conan Doyle. De hecho no hay casi nadie que no sepa quién es Sherlock Holmes, e incluso hay artículos y encuestas que confirman que mucha gente cree que este detective creado por el escritor escocés fue algo más que un personaje literario ficticio. Está confirmado que muchos enviaron cartas dirigidas a Mr. Sherlock Holmes al número 221B de Baker Street, en Londres, el hogar ficticio de un personaje ficticio, en busca de ayuda para resolver misterios, enigmas y crímenes de diversa índole.

Las aventuras de Sherlock Holmes han vivido varias adaptaciones a otros formatos, sobretodo en la pantalla grande pues los registros señalan más de doscientas películas donde el detective victoriano fue el personaje principal, aunque una de nuestras adaptaciones preferidas es la versión televisiva de la cadena británica BBC, producida por Steven Moffat, Mark Gatiss y Sue Vertue y protagonizada por Benedict Cumberbatch y Martin Freeman. Y de entre las películas sobre Sherlock Holmes una de las más sorprendentes y desmitificadoras es “La vida privada de Sherlock Holmes” (“The Private Life of Sherlock Holmes“) de Billy Wilder, donde el mítico director norteamericano dejó de lado la versión más detectivesca de las historias y se centró en el ser humano que podría haber detrás del mito, con todas sus imperfecciones. La película, que se presenta como una comedia, nos contaba como Sherlock Holmes y el Dr. Watson partían hacia Escocia a instancias de una bella mujer cuyo amado esposo ha desaparecido. Allí, para su sorpresa, descubrían una intriga que involucra a una sociedad secreta, al Servicio Secreto de su Majestad y… ¡al mismísimo monstruo del Lago Ness! Y a partir de aquí la historia nos mostrará el lado humano de un detective famoso que también puede enamorarse, y sufrir por amor.

Blly Wilder decidió renunciar a actores famosos para los personajes principales de su “La vida privada de Sherlock Holmes“, como los británicos Peter O’Toole y Peter Sellers, y optó por los semidesconocidos Robert Stephens y Colin Blakely, junto a Geneviève Page, Christopher Lee (que había dado vida a Sherlock Holmes en otra película y aquí interpretaba a su hermano, Mycroft), Tamara Toumanova, Clive Revill y Irene Handl, para dar forma a la idea que tenía pensada para su Sherlock Holmes, una propuesta para una película de tres horas pero que los productores forzaron a reducir hasta las dos. El resultado final no funcionó como todo el mundo hubiese pensado, y la película no se cuenta entre los mejores trabajos del director de “El apartamento“, “Con faldas y a lo loco“, “La tentación vive arriba“, “Sabrina“, “En bandeja de plata” o “El crepúsculo de los dioses“. Difícil, viendo a los rivales a los que se enfrenta.

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