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Cuando se estrenó me produjo una extraña fascinación y me pareció inquietante e hipnótica, pero vista ahora mismo pone los pelos de punta porque lo que en 1995 era ciencia-ficción en 2020 podría, en parte, no estar muy lejos de la realidad. Cuenta como varios científicos del futuro mandan hacia el pasado a un “voluntario” para descubrir cómo se originó una pandemia que mató a millones de personas. Terry Gilliam aporta su capacidad para recrear ambientes extraños, abigarrados e inquietantes  y para retratar personajes azotados por sus circunstancias, en este caso alguien con mucha información (sabe algo que todos ignoran) al que todos toman por un loco. El guión, de David y Janet Peoples, basado en un mediometraje francés de 1962 llamado “La Jetée” es magnífico, juega con pasado y presente, con lo onírico y lo real, con la locura y la cordura e incorpora además ingredientes románticos, de suspense y de thriller. Particularmente el uso de los viajes en el tiempo y su final me parecen un acierto (¡ojo! que puede tener varias lecturas) y me encanta el uso del tema “Suite punta del este” de Astor Piazzolla, que casa a la perfección con el torno fatalista y peturbador que envuelve todo el argumento. La película obtuvo dos nominaciones en los óscars (Brad Pitt como mejor actor secundario y vestuario).