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Durante dos años, entre 1968 y 1970, a lo largo de un total de treinta y cuatro carreras, once coches estrafalarios competían entre sí para llegar los primeros a la meta. Eran “Los Autos Locos“, la serie de dibujos animados de la factoría de animación Hanna-Barbera que han hecho las delicias de niños y adultos durante muchos años con sus carreras, persecuciones, trompazos, trampas y engaños.

Apenas tres años antes de esta serie de dibujos, en 1965, se estrenó “La carrera del siglo“, una película de Blake Edwards, protagonizada por Jack Lemmon, Tony Curtis, Natalie Wood y Peter Falk, en la que nos contaban una loca carrera de coches de carácter internacional de Nueva York a París. Los creadores de los Autos Locos reconocieron haberse inspirado en “La carrera del siglo” para dar forma a su propuesta, y también en “Aquellos chalados en sus locos cacharros“.

En 1965 se estrenaba “Aquellos chalados en sus locos cacharros” (simplificación del título original “Those magnificent men in their flying machines or How I flew from London to Paris in 25 hours and 11 minutes“), una cómedia británica dirigida por Ken Annakin y protagonizada por Stuart Whitman, Sarah Miles, James Fox, Alberto Sordi, Robert Morley, Gert Fröbe, Jean-Pierre Cassel, Irina Demick, Eric Sykes, Red Skelton, Terry-Thomas, Benny Hill, Yujiro Ishihara, Sam Wanamaker, Gordon Jackson, Zena Marshall y Eric Pohlmann que nos contaba las peripecias de los participantes de carrera de artefactos voladores entre Londres y París, patrocinada por Lord Rawnsley, el dueño del periódico inglés Daily Post. El ganador de la misma obtendrá la cuantiosa cifra de diez mil libras. Los participantes de la competición desde todas partes: el aviador británico Sir Percy Ware-Hermitage, el coronel prusiano Manfred von Holstein, el escocés Mac Dougall, el conde italiano Emilio Ponticelli, el francés Pierre Dubois, el militar japonés Yamamoto o el vaquero estadounidense Orvil Newton, cada uno de ellos con su propios cacharros volantes, sumando un total de catorce competidores.

Aquellos chalados en sus locos cacharros” sigue siendo una película divertidísima. Se puede disfrutar aunque hayan pasado más de cincuenta años desde su estreno. Aunque al principio del film, en el prólogo, rinde un homenaje a los pioneros de la aviación con imágenes de archivo pronto nos lleva directamente a la competición, repleta de trampas, engaños, trucos sucios, tretas y otros menesteres que serían dignos de Pierre Nodoyuna y Patán. Las escenas aéreas son espectaculares, y fueron rodadas con réplicas de aviones reales de principios del siglo XX como triplanos, biplanos y monoplanos, a tamaño real. Hoy en día lo hubiesen hecho con CGI o, en el mejor de los casos, con maquetas.

La película fue nominada en la categoría de mejor guión para los Oscars, además de sumar otras tres nominaciones para los Globos del Oro. No ganó ninguno de los premios. Quizás hubiese sido demasiado.

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