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Hace mucho tiempo, en una galaxia muy, muy lejana…

Tras la compra de LucasFilm Ltd. y la franquicia de “Star Wars” en el año 2009, la compañía Walt Disney Pictures puso en marcha varios proyectos ambientados en el universo de “La Guerra de la Galaxias“, como nuevas colecciones de cómics, renovadas series de televisión, y varios spin-off centrados en las aventuras de personajes secundarios de las seis películas de la saga cinematográfica, así como una nueva trilogía que iba a seguir allí donde lo había dejado George Lucas.

Así, treinta años después de los acontecimientos narrados en “Star Wars VI: El Retorno del Jedi” y dieciséis después de la primera entrega de la precuela (“Star Wars I: La amenaza fantasma“) llegó a los cines la esperadísima “Star Wars VII: El despertar de la Fuerza“, dirigida por J. J. Abrams, a partir de un guión escrito por Lawrence Kasdan y el propio Abrams. Contaba con una nueva generación de actores como John Boyega, Daisy Ridley, Adam Driver, Oscar Isaac, Andy Serkis, Domhnall Gleeson, y Max von Sydow, que se unieron a las estrellas de la saga original, que volvieron para un “último baile”, como Harrison Ford, la añorada Carrie Fisher, Mark Hamill, Anthony Daniels, Peter Mayhew, y Kenny Baker.

En “Star Wars VII: El despertar de la Fuerza” (“Star Wars VII: The Force Awakens“) nos contaron como, treinta años después de la victoria de la Alianza Rebelde y la destruccón de la segunda Estrella de la Muerte en los cielos de Endor, la galaxia está todavía en guerra. Hay una nueva República que dirige el destino de la galaxia pero viven enfrentada a una organización, la Primera Orden, que ha resurgido de las cenizas del Imperio Galáctico y quiere restaurar la gloria imperial siguiendo los designios del Líder Supremo Snoke. Puede que Darth Vader se hubiese redimido en su último suspiro y el Emperador Palpatine fuese derrotado, pero la paz puede ser fugaz y el mal no se rinde fácilmente.

La película de J. J. Abrams nos devolvió a aquella galaxia muy, muy lejana de la princesa Leia, Han Solo, Chewbacca, C-3PO, R2-D2 y Luke Skywalker, al mismo tiempo que nos presentaba a nuevos e interesantes personajes: Finn, conocido inicialmente como FN-2817, que fue entrenado desde niño para convertirse en un soldado de asalto leal a la Primera Orden y al que la experiencia de su primer combate real le lleva a replantearse todo lo que le han enseñado. También a Poe Dameron, un talentoso piloto de cazas de la Resistencia con la misión de recuperar una información importante de manos de Lor San Tekka, en Jakku, pero logra escapar con la ayuda de Finn y sigue consagrando su vida a la causa de la Resistencia. Y a Rey, una chatarrera que lleva una vida solitaria y difícil en Jakku, a quien le cambia todo su mundo cuando se encuentra al enérgico droide BB-8 y se adentra en una aventura que jamás habría podido imaginar. Sin olvidar a Kylo Ren, el enmascarado líder de las fuerzas de la Primera Orden, obsesionado con el recuerdo de Darth Vader, y cuya identidad le vincula estrechamente a los héroes de la Alianza Rebelde.

El tiempo nos permite afirmar que “Star Wars VII: El despertar de la Fuerza” resultó ser bastante continuista con la saga original. De hecho, demasiado. Era el séptimo episodio de una saga que había estado a lo largo de cinco décadas en los cines, y hubiese sido deseable un cambio de tercio en lugar de mimetizar ideas de films anteriores. ¿Un guiño a los fans de toda la vida? Muy evidente. ¿Fidelidad a la mitología? En exceso, pero por fortuna sin Jar Jar Binks ni midiclorianos. Pese a eso, para los nuevos espectadores que llegaron al universo de “Star Wars” con esta película, aquí encontraron un espectáculo grandioso, para todos los públicos, cargado de acción, aventura, emoción y efectos CGI fantásticos. Un blockbuster en toda regla.

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