La Revolución Rusa fue, sin duda, uno de hitos determinantes del “sangriento siglo XX”, marcó el devenir de las décadas posteriores y, todavía hoy, notamos sus reminiscencias en nuestro día a día. “Rusia, Revolución y Guerra Civil 1917-1921” narra los principales momentos de esta etapa crucial de la historia para entender el siglo XX.

Rusia. Revolución y Guerra Civil 1917-1921” (Antony Beevor. Crítica)Ficha técnica

  • Editorial: CRÍTICA
  • Año de edición: 2022
  • Materia: Historia
  • ISBN: 978-84-9199-422-0
  • Páginas: 680
  • Precio: 29,90 Euros

Entre 1917 y 1921 tuvo lugar en Rusia una lucha devastadora tras el colapso del imperio zarista. Muchos consideran esta salvaje guerra civil como el acontecimiento más influyente del siglo xx. La incompatible alianza blanca de socialistas moderados y monárquicos reaccionarios tenía pocas posibilidades contra el Ejército Rojo de Trotski y la dictadura comunista de Lenin. El terror engendró el terror, que a su vez condujo a una crueldad aún mayor con la inhumación del hombre hacia el hombre, la mujer y el niño. La lucha se convirtió en una guerra mundial por delegación, ya que Churchill desplego armamento y tropas del impero británico, mientras las fuerzas armadas de Estados Unidos, Francia, Italia, Japón, Polonia y Checoslovaquia desempeñaban papeles rivales.

 Consciente del carácter decisivo de aquellos años, Antony Beevor se aproxima al período con la ayuda de una ingente documentación capaz de combinar los grandes salones con las trincheras, los cenáculos de la alta política con los dietarios más íntimos; y con el despliegue narrativo que caracteriza al autor construye una narración apasionada que transmite el conflicto a través de los ojos de todo el mundo, desde un trabajador en las calles de Petrogrado, un oficial de caballería en el campo de batalla o una mujer médico en un hospital improvisado.  

Rusia. Revolución y Guerra Civil 1917-1921 resulta ser una sucesión ingente de  hechos políticos y militares. Aunque muy bien documentada y narrada de forma correcta, la continua enumeración de datos históricos puede resultar abrumadora. Personalmente, su lectura me ha parecido interesante, he descubierto “actores secundarios” que no suelen destacar en los libros sobre este sanguinario acontecimiento; en especial al anarquista ucraniano Néstor Majnó, que fue la cabeza visible del denominado Ejército Negro.

La brutal violencia de todas las facciones enfrentadas y en todos los momentos que narra Rusia. Revolución y Guerra Civil será lo primero que llame la atención del lector. Desde las represalias zarista a la imposición del terror por los bolcheviques, pasando por los desmanes de los cosacos (rojos, blancos, verdes o negros) o las acciones criminales de multitud de grupos incontrolados, no sólo en los frentes de combate sino en la retaguardia, castigando indiscriminadamente a toda la población civil, ancianos, mujeres y niños incluidos, en muchos casos producidos por la ingesta masiva de alcohol, la desmesurada avaricia de la corrupción y la total falta de humanidad. El autor habla de entre seis y diez millones de muertos en todo el proceso revolucionario y la posterior guerra civil; aunque, posiblemente, esta cifra se quede corta.

Que los Rojos anunciaran el triunfo en noviembre de 1920 no logró ocultar el nerviosismo de los vencedores. Se enfrentaban a una resistencia en sectores del país aún más extremos que durante la propia guerra civil. Las Checas fueron descubriendo “conspiraciones” por todas partes, no solo de Blancos y cosacos, sino también de Verdes, eseristas de izquierdas, eseristas de derechas, majnovistas, petliuristas, mencheviques, incluso tolstoístas. Sin embargo, en su mayoría no eran revueltas políticas, sino la furia de los campesinos porque los destacamentos de incautación de alimentos para las ciudades se quedaban con sus cereales y con sus animales. Cada vez que se mataba a un funcionario soviéticos, las represalias eran feroces; y el círculo vicioso de la represión y la revuelta se mantuvo vivo por todo el Cáucaso, el sur de Rusia, Ucrania, y también Bielorrusia, las regiones del Volga y Tambov y la Siberia occidental. “La mano vengadora del gobierno soviético erradicará sin compasión a todos sus enemigos”, proclamó la Checa del norte del Cáucaso y el Don.

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Especialmente interesante me ha resultado la breve reflexión que el autor de Rusia. Revolución y Guerra Civil realiza en la conclusión de la obra, en la que compara ciertos motivos por los que los Blancos perdieron la contienda con lo que sucedió dos décadas más tarde en España con el bando republicano. La concepción ideológica de los perdedores no puede ser más contrapuesta, pero existen similitudes en las causas de la derrota de ambos.

La caída y desintegración del imperio de los zares fue acogida por la mayoría de la población rusa con alivio y entusiasmo, suponía el fin de un régimen anacrónico, injusto y pútrido. Se abría así un período de esperanza que el desenfrenado fanatismo de unos y otros, pronto enterrarían bajo millones de cadáveres. Una vez más, otra oportunidad perdida de crear un mundo mejor, más justo.

Por otro lado, es de agradecer que Antony Beevor haya puesto algunas notas a pie de página, las más importantes, pues dan información adicional bastante relevante.