Con el reciente regreso de Spirou en castellano, de la mano de la editorial Dib·buks, es un buen momento para desgranar también los numerosos elogios que le queremos dedicar a la serie de Tome y Janry de la versión infantil del botones del Hotel Moustique, menos aventurera y épica pero mucho más divertida y con aromas, perdonen ustedes la osadía, del “Calvin y Hobbes” de Watterson. Risas aseguradas.
Antes estaba EL GRAN SPIROU. A partir de ahora también estará EL PEQUEÑO SPIROU.
Nos explicamos: Aunque EL PEQUEÑO es más pequeño que EL GRANDE (que es el más grande)…
EL PEQUEÑO SPIROU es simplemente EL GRANDE cuando era pequeño.
Pero atención: Simplificando, se podría pensar que EL GRANDE es para los lectores ya grandes y EL PEQUEÑO para los pequeños…
Sería demasiado simple.
EL PEQUEÑO SPIROU es también para grandes y pequeños, al igual que EL GRANDE… (que ya ha conquistado tanto a grandes como a pequeños).
¿No seguís? ¿No?
Con “El Pequeño Spirou: Mi profe de zumba” ya son dieciseis álbumes de “El Pequeño Spirou” (“Le Petit Spirou”), trece de la serie y tres recopilatorios de las historias, un cómic maravilloso que aúna lo mejor del género de la tira cómica con el estilo propio del BD francobelga. Yo descubrí esta versión infantil del botones del Hotel Moustique en el suplemento juvenil “El Pequeño País”, revista dominical del periódico español “El País” entre 1981 y 2009, a mediados de los años ochenta y recuerdo que me desternillaba de risa con las hilarantes historias del travieso chiquillo vestido de rojo. Las reediciones de Ediciones Kraken me han servido para recuperar al personaje con la visión de un lector adulto y apreciar como se merecen todas las virtudes que esconde “El Pequeño Spirou” de Tome y Janry, la picardía, la mala leche, y el tono tan politicamente incorrecto que inunda sus páginas. Creo que incluso podría afirmar que en el género de la tira cómica solamente Bill Watterson se encuentra un escalón por encima de ellos.
“El Pequeño Spirou” nos ofrece una versión infantil del clásico personaje del BD francobelga, más ingenua y desenfadada, y libre de los prejuicios y las complicaciones de los adultos. Sin Fantasio, ni el profesor Conde de Champiñac, ni el aspirante a dictador Zantafio, ni la periodista Seccotine, pero con Teleles, Blancaflor, Bola de sebo, Cassius, el señor Colilla, la señorita Cifra, el abad Langelus, o el abueli. Un cura que sueña con seducir mujeres, un profesor de gimnasia fumador y entrado en carnes, una profesora en minifalda y con liguero, una abuela sin memoria pero con muy mala leche, un protagonista que no tiene reparos para espiar en la ducha a las compañeras de clase, un abuelo que cuela a sus conquistas por la ventana, un side-kick con gafas al más puro estilo ‘Milhouse’,… Una obra que combina lo nuevo y lo viejo, lo adulto y lo infantil, que en su momento fue solo una salida creativa al personaje y que se ha convertido en el cénit de un género menospreciado y poco valorado, el de las tiras cómicas.
Las aventuras de Spirou y Fantasio fueron creadas originalmente por Robert Velter ‘Rob-Vel’ para la revista de Jean Dupuis “Le Journal de Spirou” en 1938, y es uno de los clásicos eternos e imprescindibles del cómic europeo. Con 75 años de vida se mantiene tan joven como el primer día. En nuestra opinión, incluso mejor. El tiempo le ha sentado muy bien al botones del Moustic Hotel y los autores que han trabajado en sus aventuras, así como los spin-off o hors-série (este “El pequeño Spirou” o las aventuras del Marsupilami en solitario en la selva de Palombia), han dejado huella y son referentes ineludibles del BD francobelga. Es un hecho consensuado que el máximo nivel lo alcanzó el maestro André Franquin, pero hasta doce autores diferentes como Jijé (creador de Fantasio), Franquin, Tome y Janry, Fournier, Munuera y Morvan, Chaland, y en la actualidad Yoann y Fabien Velhman, siguieron con respeto y un nivel muy alto la senda establecida por el belga de la Escuela de Marcinelle.
Con más de cincuenta volúmenes publicados en Francia, además de los spin-off, los álbumes de Spirou y Fantasio son un género en si mismo que, en su mayoría y afortunadamente, han ido llegando a nuestro país y en nuestro idioma a lo largo de los años.
Los creadores de las aventuras infantiles de Spirou son Jean-Richard ‘Janry’ Geurts y Philippe ‘Tome’ Vandevelde, que se conocieron en un curso de comics en la década de 1960, y luego ambos siguieron estudiando este arte en la Art Academy en Sint-Lambrechts-Woluwe. Después de esta formación, y de haber trabajado como asistentes, llegaron al magazine “Spirou”, donde definieron sus seudónimos actuales, Janry y Tome.
A partir del año 1984, Tome (Bélgica, 1957) y Janry (Zaire, 1957) se hicieron cargo de la serie “Las aventuras de Spirou y Fantasio” del sello francés Dupuis, empezando por “Virus” y terminando con “La máquina que sueña” (“Machine qui rêve”), catorce álbumes en catorce años incluyendo joyas como “El despertar de Z”, “Spirou en Moscú” o “La infancia de Spirou” (“La jeunesse de Spirou”) del año 1987, episodio especial con motivo del cuadragésimo quinto aniversario de la revista. A raíz de esta historieta basada en la infancia de Spirou, Tome y Janry decidieron crear una nueva serie ambientada en los años escolares de este personaje siempre vestido de botones, con un uniforme de color rojo.
Junto a ellos, desconocido para muchos pero indispensable para “El Pequeño Spirou”, el dúo también cuenta con Stéphane ‘Stuf’ DeBecker, responsable del color. De hecho los rumores cuentan que Tome, el guionista, también dibuja, que Janry, el dibujante, también escribe los guiones y que DeBecker, el colorista, dibuja y escribe. Para obtener un resultado final tan coherente y monolítico entre texto, imagen y color, no puedo más que creerme estos comentarios sobre su proceso de trabajo. Amigos de la infancia (los tres nacieron en Bélgica en 1957), han conseguido formar un equipo artístico intercambiable.
Los tres han publicado más de una docena de álbumes que recrean la infancia de este pillo lleno de ternura, consiguiendo que cada una de las páginas de este libro nos robe una sonrisa. O una sonora carcajada. Y además, para redondear, han recibido numerosos premios. Por ejemplo, el de Mejor Álbum de Humor y Mejor Álbum Juvenil en el Festival International de la Bande Dessinée d’Angoulême del año 1992.
En nuestro país hemos podido disfrutar de “El Pequeño Spirou” en dos etapas. Primero y como antes hemos comentado, publicadas durante varios años en el suplemento juvenil “El Pequeño País” y, desde el año 2006 y desde el primer volumen, de la mano de Ediciones Kraken.
Este álbum de las aventuras del Pequeño Spirou, titulado “El Pequeño Spirou: Mi profe de zumba”, es una selección de las mejores historietas de Spirou con el Abad Langelus, l’abbé Hyacinthe Langélusse en la edición original en francés, un tipo que suele vestir con sotana y que bajo su aparente fervor religioso esconde un tipo con debilidades tan humanas y primarias como la debilidad por el sexo opuesto o por el alcohol. Sus meteduras de pata, su voluntad evangelizadora o su relación de parentesco no aclarada con el pequeño André-Baptiste ocupan las páginas de este álbum recopilatorio, acompañando con sus desventuras al absoluto protagonista, el pequeño Spirou, en una ambientación rural que recuerda a las películas de Jacques Tati o la serie de televisión “Allo Allo” de la cadena BBC1.
“El Pequeño Spirou” se ha convertido en una colección única y completamente independiente de “Las aventuras de Spirou y Fantasio”, su protagonista es un nuevo personaje, original y fresco, que nos recuerda al adulto pero que es muy diferente, y su formato es un soplo de aire fresco para un género estancado, el de las tiras humorísticas, que no se ha renovado desde hace cincuenta años, que insiste en la misma idea, en el mismo modelo, en el mismo concepto. Pero hay excepciones, obras únicas e irrepetibles como “Calvin y Hobbes” de Bill Watterson y este “El Pequeño Spirou” de Tome, Janry y De Becker, que van y vuelven, giran sobre sí mismas y regresan. Un placer para los más pequeños de la casa, pero también para sus padres. Como dicen los mismos autores, los adultos utilizan a sus hijos para leer “El pequeño Spirou”.
El Pequeño Spirou. Mi profe de zumba
Autores: Tome y Janry
Editorial: Kraken
ISBN: 978-8416086-99-3
Formato: 21x29cm. Cartoné. Color
Páginas: 32
Precio: 13 euros
A ver, yo entiendo que estafa es cuando te quedas tú el dinero, no cuando el dinero es un donativo…