Para hablar de la película “La invasión de los ultracuerpos“, de Philip Kaufman, hay que remontarse primero al año 1954, a la novela “The Body Snatchers” del escritor Jack Finney, que se había publicado por capítulos en la revista “Colliers Magazine” y que en 1955 llegó a las librerías como novela completa. Y también a la película “Invasion of the Body Snatchers“, de Don Siegel, que se estrenó apenas un año después, en 1956. Un clásico del cine de terror que Kaufman intentó emular con bastante éxito.
Protagonizada por Donald Sutherland, Jeff Goldblum, Leonard Nimoy, Veronica Cartwright, Art Hindle y Brooke Adams, entre otros, “La invasión de los ultracuerpos” (“Invasion of the Body Snatchers“) nos contaba como unos microorganismos extraterrestes han llegado a la Tierra y han empezado a ocupar el lugar de sus habitantes. Una de las primeras en darse cuenta de que algo extraño está sucediendo es Elizabeth Driscoll, que nota algo raro en el comportamiento de su marido, el doctor Geoffrey Howell. La chica lo comenta con algunos de sus compañeros de trabajo en el Departamento de Sanidad de la ciudad de San Francisco, incluido Matthew Bennell, pero no le hacen mucho caso hasta que empiezan a observar que también otras personas sienten el mismo recelo hacia sus parejas o amigos. La invasión de los ultracuerpos ya ha comenzado.
Es bueno recordar que la novela original en la que se basa la película es de los años cincuenta, una época convulsa para los EE.UU., que vivía ahogada en su propia paranoia anticomunista azuzada por el senador McCarthy pero el director Philip Kaufman, guionista original de la saga de “Indiana Jones”, se alejó de este punto de vista para ofrecer al espectador una entretenida película de ciencia-ficción. Sin embargo, el concepto subyacente de la conspiración existía también en los setenta, en los tiempos post-Watergate, de manera que cualquier película que plantea la idea de los “ladrones de cuerpos” no puede escapar de la idea de ser una metáfora de su tiempo, de los temores e inquietudes que hay en todas las épocas, de los límites de la libertad, de los políticos corruptos y del mal escondido en cada rincón, incluso en las mismas instituciones en las que confiamos.
No podemos obviar la peculiar interpretación que hizo el director Quentin Tarantino en su libro “Meditaciones de cine” acerca de los “body snatchers“, a los que describió como seres no malvados, criaturas que no asesinan a aquellos que reemplazan sinó que “la transformación es un renacer, pues la copia resultante conserva su pasado, sus aptitudes, y vive sin el lastre de las confusas emociones humanas“.
Curioso porque justo ahora ando enganchado a la trilogía de los Arquitectos... y en cuanto acabe con ella iré a…