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En el Libro Guinness de los Récords sale “La Isla de las Cabezas Cortadas“, pero no por algo bueno. Consta como “the biggest loss of money for a film company ever“, que viene a significar que la película de 1995 dirigida por el finlandés Renny Harlin fue el mayor fracaso cinematográfico de todos los tiempos. Parecía que el bueno de Renny iba lanzado al estrellato, tras el éxito de “Máximo Riesgo” apenas dos años antes, pero el fracaso de la película de piratas fue tan grande que no volvió a dirigir un blockbuster tras ese batacazo.

En 1999, sorprendentemente, le dieron otra oportunidad. No era ningún proyecto faraónico, ni nada fuera de lo común. El reparto, solvente pero sin estrellas. La historia, una versión de los clásicos títulos claustrofóbicos de un grupo de personajes encerrados con un monstruo, convencional. Y pese a ello, el resultado de “Deep Blue Sea” fue más que satisfactorio. Si nos atenemos solamente a las cifras, que es lo que lo llevó a la fosa con “La Isla de las Cabezas Cortadas“, la película recuperó sobradamente la inversión de 80 millones de dólares, sumando más de 160 millones en todo el mundo.

Protagonizada por Thomas Jane, Michael Rapaport, Saffron Burrows, Samuel L. Jackson y Stellan Skarsgard, “Deep Blue Sea” nos contaba la historia de los investigadores del laboratorio flotante Aquatica, que jugaron a ser dioses y las consecuencias de sus actos han regresado para cobrarse sus facturas. Los experimentos de la doctora Susan McAlester con tiburones ha de servir para encontrar la clave de la regeneración de los tejidos del cerebro humano. Pero para alcanzar su meta ha violado los códigos genéticos modificando el ADN de los tiburones, haciendo que sean más rápidos e inteligentes y transformándolos de depredadores a monstruos muy peligrosos. Pero McAlester tiene más motivos por los que preocuparse además de por los ejemplares de animales asesinos, que son el centro de sus estudios. Sus cuestionables métodos han provocado tensiones en las relaciones con el resto de sus compañeros de Aquatica.

Con Renny Harlin a los mandos era evidente que “Deep Blue Sea” no podía ser una película de tiburones convencional. De hecho parece una mezcla de películas de todo tipo, desde “Tiburón” hasta “Alien“, pasando por “La aventura de Poseidón“, para conseguir una propuesta entretenida, frenética, y cargada de tensión. También es muy divertida, pues se ríe sin rubor de los clichés y los tópicos de este tipo de cine. Y justo por estos motivos es muy recomendable para los aficionados al género,… si consideramos las películas de tiburones como un género. Ofrece lo que promete: tiburones comiendo a un grupo de científicos encerrados en un laboratorio flotante, que van siendo devorados uno tras otro. ¿Acaso se necesita nada más para pasar un buen rato?

La película se rodó en los mismos estudios en los que se hizo “Titanic“, en México, donde disponen de los tanques de agua más grandes del mundo.

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