En televisión uno puede caer por accidente en un canal donde un tipo extraño, vestido siempre de forma peculiar, intenta engatusar a la audiencia con sus ‘poderes adivinatorios’ y su capacidad sobrenatural para entrar en contacto con el más allá. Charlatanes, estafadores, mentirosos, engañabobos, timadores, payasos, ladrones sin escrúpulos que se aprovechan de bobos, crédulos, simples, lentos, enfermos y ancianos, y que Jan ha caricaturizado en este cómic.
Superlópez se ve obligado a resolver un caso de asesinato para no tener que casarse con Luisa. Pero no se trata de un caso cualquiera, sino de uno que, de paso, certifica las cualidades de un mago vidente profesional dedicado a vivir del cuento. ¿Conseguirá adivinar la identidad del asesino?
Hay discrepancias sobre cual es el mejor álbum de Superlópez, aunque la mayoría coincidimos que lo mejor se ubica en la primera etapa, y entre las diez primeras aventuras publicadas. Muchos señalan “El Señor de los Chupetes” como la mejor, un parodia de “El Señor de los Anillos” de J.R.R. Tolkien con chupetes de color negro en lugar de anillos de poder. Otros, incluido un servidor, señalan “La Caja de Pandora” como la mejor de las historias de Superlópez, el octavo álbum del héroe publicada por Bruguera, donde Superlópez se ve empujado a formar parte de un juego entre dioses de todas las mitologías universales y los distintos panteones divinos. Y en la terna de favoritos asoman también las dos entregas del Supergrupo, tituladas “El Supergrupo” y “¡Todos Contra Uno, Uno Contra Todos!“, donde el Capitán Hispania, El Bruto, La Chica Increíble, Latas y El Mago se unen a Superlópez en el pecho para formar un grupo de héroes poderosos que parodia a Los Vengadores de Marvel Comics y los estereotipos del género. “La Semana Más Larga…“, “La Gran Superproducción“, “Los Alienígenas” o “Los Cabecicubos” también se suelen mencionar a menudo cuando se intenta dilucidar el mejor de los trabajos de Jan y Efepé.
Hablar de Superlópez es, inevitablemente, hablar de Jan. Nacido en una pequeña localidad leonesa de la comarca de El Bierzo, siendo aún muy niño se traladó con su familia a Cataluña, a la ciudad de Barcelona. En 1970 empieza a trabajar en Bruguera, la gran e inolvidable editorial del cómic nacional. En 1973 crea a su personaje más célebre, Superlópez, y desde 1979 con el guionista Francisco Pérez Navarro ‘Efepé‘, produce las mejores aventuras del singular superhéroe que le han otorgado popularidad. Galardonado en mayo de 2002 con el Gran Premio del Salón del Cómic de Barcelona, que reconocía su trayectoria profesional, en 2005 con el Premio Ivà por el Ayuntamiento de Cornellá de Llobregat y con la Medalla de Oro al Mérito en Bellas Artes en el año 2012 (premio al que renunció), el autor catalán de ascendencia leonesa ha seguido trabajando incansablemente en su entrañable Superlópez desde el primer día, ese superhéroe narigón con bigotillo que vive de incognito bajo la identidad de un oficinista llamado Juan López y que se ha enfrentado a los alienígenas y los cabecicubos, a la malvada Lady Araña y al gángster Al Trapone, y que ha viajado por todo el mundo, incluso hasta el centro de la Tierra y a la Luna.
En una entrevista en el periódico “El País” hace un par de años, a raíz de la publicación de “Mortadelo y Filemón: El Tesorero”, el irreductible y eterno Francisco Ibáñez decía con un deje de nostalgia y amargura: “De autores de tebeos sólo quedamos Jan, que hace el Superlópez, y yo.”
En “Superlópez: Gran auténtico vidente curandero“, la septuagésimo tercera aventura de Superlópez publicada en julio del 2016, nuestro entrañable héroe deberá enfrentarse a dos terribles retos: por un lado Luisa quiere casarse con Juan López y el misterioso asesinato de un empresario ha lanzado al estrellato a un vidente, un charlatán y embaucador que se hace llamar Profesor Arúspice, al cual Luisa recorre para conseguir hacer pasar por el altar al alterego de Superlópez. Para acabar de complicar las cosas Al Trapone y su banda también se entrometen en el asunto, para poder sacar tajada de la fama del vidente.
Jan ha sido siempre un autor con conciencia. No hay muchos que lo puedan decir y, además, demostrar en su obra pero los cómics de Superlópez ha menudo se han interesado por los problemas sociales y económicos del país. Esta deriva hacia la crítica social ha implicado que a las divertidas historias de Superlópez, repletas de humor y parodia, de caricatura y chistes fáciles, se ha añadido una segunda capa donde han volcado de forma directa y sin filtros su visión personal de los problemas sociales aunque de manera divertida e instructiva, sin ignorar asuntos tan espinosos como la crisis, la corrupción política, la emigración y el racismo, los desahucios, la situación de la tercera edad, la indigencia, la marginalidad, la cooperación y la solidaridad. Por poner cuatro ejemplos recientes, en “La montaña de los diamantes” denunciando los ‘diamantes de sangre’ africanos y las políticas colonialistas de occidente, en “Los recortaplanetas” exponiendo la maldad de los especuladores del mundo de las finanzas y la construcción, en “Superlópez. ¡El Supergrupo y la guerra de las Latas!” crítica a la sanidad pública y en “El gran desahuciador” comparando sin tapujos al gobierno de derechas de la nación con un montón de extraterrestres ávidos de sed de conquista y culpándolos de la oleada de desahucios que se han vivido en los últimos años. Pero, claro, las historias de Superlópez son mucho más que esto. Sí, el humor es la nota predominante de todas los álbumes de Superlópez, un sentido del humor fresco y simplón, apto para todos los públicos, aunque incluir más carga social a las historias, y en consecuencia al crear varios niveles de lectura, ha aumentado el componente paródico a costa del humor más disparatado de sus primeras obras.
Y en “Superlópez: Gran auténtico vidente curandero” la crítica es doble: por un lado a los charlatanes, estafadores, embaucadores y timadores sin escrúpulos que intentan convencernos que disponen de poderes capaces de hablar con los espíritus, ver el futuro, curar maldiciones o darnos suerte, y por el otro a quienes les ofrecen los medios, el público y el espacio para que puedan vender sus mentiras. Ambos, despreciables. Ambos, objetivos merecidos de la crítica, la sátira y el escarni público.
El Súperlopez de Jan es uno de esos cómics entrañables que ha pasado con facilidad y naturalidad de padres a hijos. Como Mortadelo y Filemón, Tintín o Astérix. Son cómics que han dejado huella en nuestra infancia, que hemos releído durante la adolescencia, que nos han dejado buen recuerdo y que nuestros retoños han heredado. Y de los que nos siguen llegando nuevas aventuras que mantienen el espíritu del original, derrochando un sentido del humor fresco y simplón, apto para todos los públicos. Lo llaman la inercia del éxito popular.
Así, para esos nostálgicos que nos acercamos a los cuarenta, la llamada generación de la EGB, es un placer con aromas de nostalgia poder disfrutar de nuevas aventuras del Superlópez, que para muchos de nosotros forma parte de nuestros recuerdos felices. Para el resto, es una ocasión única para descubrir las aventuras de un personaje singular, que vivió tiempos mejores pero que es garantía asegurada de sonoras carcajadas con muchos años de historia.
Superlópez: Gran auténtico vidente curandero.
Autor: Jan
Colección: Magos del Humor 177
ISBN: 978-84-666-5901-7
Formato: 21x29cm. Cartoné. Color
Páginas: 48
Precio: 12.90 euros
Yo me quedé a falta de 2 libros, creo, así que en algún momento tendré que ponerme al día. No…