Los hermanos Wachowski han pasado de ser dos de los directores con más proyeccción de Hollywood a desperdiciar su talento, a convertir su vida privada en un circo y a derrochar el presupuesto de los estudios en solamente diez años de carrera y cinco películas. Lo que va desde su ambicioso debut con “Lazos ardientes” o ese explosivo “The Matrix” hasta este “El atlas de las nubes“, pasando por la infumable “Speed Racer“, las dos indignas secuelas de “Matrix” o la digna “V de Vendetta“. Su última apuesta, con un elenco de lujo, tampoco ha funcionado. Una muesca más en la columna de los fracasos.

Demasiado ambiciosa, demasiado irregular, demasiado compleja. Con estos adjetivos ha clasificado la crítica de los EE.UU. el último trabajo de los hermanos Andy y Lana Wachowski, junto al alemán Tom Tykwer (“Corre Lola, corre”, “El perfume”, “The International”), “El atlas de las nubes” (“Cloud Atlas”). E incluso la revista “Time” no dudó en calificarla como la peor película del año 2012, afirmando que es una “hinchada fantasía de efectos especiales y magia del maquillaje sin la menor emoción”.
Presentada como una muñeca rusa tipo matrioshka, en forma de un conjunto de varias historias que se desarrollan en el pasado, el presente y el futuro y donde cada una de ellas está contenida en la anterior, “El atlas de las nubes” es un ejemplo del llamado Efecto Mariposa dentro del marco de la teoría del caos, que afirma que “el aleteo de las alas de una mariposa se puede sentir al otro lado del mundo” y en la película se expone porqué todas las historias están entrelazadas entre sí por pequeños detalles. 
Protagonizada por Tom Hanks, Halle Berry, Jim Broadbent, Hugo Weaving, Jim Sturgess, Du-na Bae, Ben Whisaw, James D’Arcy, Xun Zhou, Keith David, David Gyasi, Susan Sarandon, Hugh Grant, Robert Fyfe, Martin Wuttke, Robin Morrissey, Brody Lee, Amanda Walker, Ralph Riach, y Andrew Havill, entre otros, “El atlas de las nubes” es una adaptación de la novela homónima de David Michell del 2004, seis historias entrelazadas que dan la vuelta al mundo y recorren desde el siglo XIX hasta un futuro apocalíptico.
El relato se abre en 1850 con el regreso del notario estadounidense Adam Ewing desde las islas Chatham a su California natal. Durante el viaje, Ewing traba amistad con un médico, el doctor Goose, que comienza a tratarle de una extraña enfermedad causada por un parásito cerebral… Repentinamente, la acción se traslada a 1931 en Bélgica, donde Robert Frobisher, un compositor bisexual que ha sido desheredado, se introduce en el hogar de un artista enfermizo, su seductora esposa y su núbil hija… De ahí saltamos a la Costa Oeste en la década de los setenta, cuando Luisa Rey destapa una red de avaricia y crimen que pone en peligro su vida… Y, del mismo modo, con idéntica maestría, viajamos a la ignominiosa Inglaterra de nuestros días, a un superestado coreano del futuro próximo regido por un capitalismo desbocado y, finalmente, a Hawai, a una Edad de Hierro post-apocalíptica que corresponde a los últimos días de la historia.
Sin embargo, la historia tampoco termina ahí. La narrativa vuelve, como si de un bumerán se tratara, en el tiempo y en el espacio hasta el punto de partida recorriendo, en sentido inverso, la trayectoria trazada. Acción, misterio y romance se entretejen dramáticamente a través de la historia mientras un alma pasa de ser un asesino a un héroe, y un simple acto de piedad se propaga a través de los siglos para inspirar una revolución en el futuro lejano. (wwws.warnerbros.es/cloudatlas)

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