La relación de Lobezno y Japón es sobradamente conocida, y muchos son los autores han explorado el vínculo entre el mutante de las garras de adamantium y la nación del Sol Naciente. La propuesta de Brian K. Vaughn y Eduardo Risso nos presenta al hombre conocido como Logan, mucho antes de ser el héroe de los X-Men conocido como Lobezno o un experimento fallido clasificado como Arma-X, pero mucho después de aquel niño enfermizo llamado James Howlett. En un tiempo de conflicto, la Segunda Guerra Mundial, y en un lugar destinado a convertirse en una enorme pira funeraria, Hiroshima.
Tras recuperar los recuerdos de su pasado perdidos durante muchos años, Lobezno vuelve a Hiroshima, uno de sus primeros campos de batalla, donde luchará contra sus peores fantasmas.
Muchos autores han explorado la relación de Lobezno con el lejano oriente, desde Chris Claremont y Frank Miller en “Lobezno: Honor”, pasando por John Buscema en “Vida y muerte en Madripur”, la etapa de Larry Hama y Marc Silvestri, la despedida de Jason Aaron en “Adiós, Chinatown”, Steve Skroce y “Lobezno: Deuda de Sangre”, “Kitty Pryde y Lobezno” de Claremont y Milgrom, o Brian K. Vaughn y Eduardo Risso con este “Lobezno: Logan“. Es lógico: Japón ha seducido a la cultura occidental desde hace doscientos años, desde que abrieron sus puertos al comercio internacional, a mediados del siglo XIX. Durante este tiempo el influjo de Japón y de China se reflejó primero en el arte y, con el tiempo, se extendió a otros aspectos de nuestra cultura como el vestuario, la gastronomía o a su filosofía animista y su forma de vida. Hoy en día su exotismo y sus costumbres siguen ejerciendo una gran fascinación en el mundo occidental y el cine, la literatura o el cómic no dudan en ambientar algunas de sus historias en el archipiélago de las seis mil ochocientas islas. Los cómics de superhéroes ni fueron ni son ninguna excepción.
El siglo XVII japonés es uno de los focos principales de atención de la cultura occidental, empezando con la llegada al poder del primer Shogun del clan Tokugawa, Ieyasu Tokugawa, que decidió gobernar desde su castillo situado en Edo, la ciudad que hoy conocemos como Tokio. Durante este periodo de paz, llamado Edo, se cerró y aisló todo el país a cualquier tipo influencia extranjera, y solo la ciudad portuaria de Nagasaki se dejó abierta al comercio exterior. Este aislamiento despertó la curiosidad de Occidente y cuando por fin, tras la restauración Meiji, los ojos de los europeos pudieron volver a ver los secretos que durante doscientos cincuenta años les habían estado vetados descubrieron cosas tan sorprendentes como el colorido teatro kabuki, los grabados policromáticos ukiyo-e, los castillos fortificados shori, los majestuosos torii de acceso a los recintos sagrados, los jardines zen como manifestación espiritual de su cultura, la delicada ceremonia del té, las poesías haiku, el teatro de marionetas bunraku, los samurais y su riguroso código moral conocido como el bushido, los ronin, los misteriosos y letales ninjas, las geishas, etc…
Son muchos los que se han preguntado acerca de como ha sido posible que la industria cultural de un país que tiene códigos tan especialmente propios y aparentemente inexportables, como los de Japón, haya penetrado tan profundamente en Occidente y a este fenómeno desconcertante lo han llamado ‘japonismo’. Siguen buscando las claves y los secretos que les permitan comprenderlo.
El vínculo de Lobezno con Japón se ha ido construyendo durante muchos años, capa sobre capa, cómic sobre cómic, pero los cimientos se basan en un concepto sencillo que ideó el maestro Chris Claremont: Lobezno dejó atrás el animal que anidaba en su interior canalizando su furia hacia una violencia controlada, y se convirtió en un guerrero con un sólido código de honor que encaja perfectamente con el bushido, el camino del samurai. Japón es un país de costumbres arraigadas, una cultura en donde las emociones se controlan y no se expresan, donde existe una estricta restricción de sentimientos. Esto es un comportamiento grabado a fuego en la conciencia colectiva de un pueblo que sufre igual, pero por dentro. Y Logan es el ejemplo claro del hombre que escondió los sentimientos, mientras veía a Jean Grey en brazos de Scott Summers o a Mariko Yashida dejarlo plantado en el altar por no ser digno, un hombre que lucha contra el animal que anida en su interior, que busca la paz mientras recorre senderos bañados de sangre.
“Lobezno: Logan” es una historia intemporal que nos revela el día que nació Logan, que nos presenta al hombre antes del héroe, al soldado que aún no es un guerrero, a un prisionero de guerra que escapa de su encierro junto a otro preso que no es lo que parece: Homo homini lupus. El hombre es un lobo para el hombre. Una frase de Plauto que se usa a menudo para referirse a los horrores de los que es capaz la humanidad para consigo misma, y que en tiempos de guerra afloran. ¿Quién es el animal con piel de hombre, el teniente Warren o el canuck Logan? Quizás el 6 de agosto de 1945 a las 08:15 horas, cuando el Enola Gay sobrevoló la ciudad y arrojó la bomba de uranio “Little Boy“, causando más de 100.000 muertes, no era el mejor momento para que los dos mutantes dirimiesen sobre ello. El tiempo, de todas maneras, les dará una segunda oportunidad.
“Lobezno: Logan” también nos habla sobre el amor y sobre la pérdida en la vida de Lobezno, de su trágica relación con el sexo opuesto. ¿Qué tendrán las mujeres japonesas que seducen a Lobezno con tanta facilidad? Y al contrario, ¿qué tendrá este gaijin de modales rudos que encandila a las damiselas niponas, desde Lady Mariko hasta la ronin Yukio, pasando por Itsu o la solitaria Atsuko de esta obra. Y, ¿qué tendrán las mujeres en la vida de Logan que su paso por ella acaba siempre en tragedia, pérdida y dolor? No necesariamente las mujeres del país del sol naciente, sinó que todas aquellas mujeres que llegan a tocar con la punta de los dedos el corazón del hombre, tienen asegurado un inevitable destino funesto.
Uno de los nombres en la portada de “Lobezno: Logan” es Brian K. Vaughn, autor de la multipremiada “Saga”, “The Private Eye”, “Y, el último hombre”, “La cosa del pantano”, “We stand on guard”, “Paper Girls”, “Runaways” o “Ex Machina”, que está de moda. En los últimos cinco años el guionista norteamericano nos ha demostrado que tiene las musas a su lado, que todo lo que toca se convierte en oro y que está ‘on fire’, con la inspiración rebosando por los poros. Los premios le han llovido, y los elogios le han elevado a un Olimpo reservado para los mejores. Algunos han definido a Brian K. Vaughan como el Quentin Tarantino de los cómics, o como el nuevo Alan Moore, pero quizás ninguna de las dos comparaciones sea justa con la dimensión real del guionista de Ohio. En ViaNews no hemos sido ajenos a esta realidad, y nos hemos enamorado con su prosa, de sus ideas innovadoras, y nos hemos convertido en un (casi) fiel fan de todo lo que llevase su firma en la cabecera. Pero todos tenemos un pasado, y Brian K. Vaughan no es una excepción. En sus inicios escribió varios guiones para Marvel Comics y DC Comics, algunos de los cuales merecen ser recuperados y encumbrados. “Lobezno: Logan” es uno de ellos.
El dibujo de “Lobezno: Logan” es una tarea del argentino Eduardo Risso, que dio sus primeros pasos como profesional a través de diarios y cabeceras de su país natal y, tras publicar varias obras en Europa, debutó en el mercado norteamericano en 1997. Dos años más tarde, llegó la oportunidad soñada dentro del sello Vertigo con “100 Balas”, serie escrita por Brian Azzarello que consagró a ambos autores y les cubrió de galardones. No sería su única colaboración con este guionista, junto al que también participó en varios proyectos del Hombre Murciélago para DC Comics y en la serie limitada de ciencia ficción “Spaceman”. Recientemente se ha encargado de recuperar a Torpedo, el personaje creado por Enrique Sánchez Abulí y Alex Toth al que el dibujante Jordi Bernet llevó a la cima.
Como cuenta David Hernández en el prólogo, “Lobezno: Logan” podría ser perfectamente un “Lobezno: Año Uno”, emulando a los títulos de DC Comics que no proponen orígenes diferentes ni modifican la historia conocida, sino que la adaptan a los tiempos, y los orígenes narrados durante los años cuarenta del siglo XX pasan a enmarcarse en el siglo XXI, profundizando en la génesis de las leyendas, retratando los primeros días de carrera de los héroes y limitando los cambios a matices o ajustes de contexto. De hecho la vida del mutante de las garras de adamantium antes de su afiliación a la Patrulla-X ha sido un tema recurrente de Marvel Comics, un contexto sugerente para narrar historias sobre el hombre antes del héroe.
Lobezno: Logan.
Autores: Brian K. Vaughn y Eduardo Risso
Edición original: “Logan” núms. 1 a 3
Fecha de publicación: Enero de 2019
ISBN: 9788491677505
Formato: 21×27,7cm. Cartoné. Color
Páginas: 112
Precio: 20,00 euros
Curioso porque justo ahora ando enganchado a la trilogía de los Arquitectos... y en cuanto acabe con ella iré a…