El final de la Segunda Guerra Mundial en Bélgica fue, como en muchos otros lugares de Europa, el momento de ajustar cuentas. Con los alemanes, por supuesto, que habían invadido el país y sometido a los belgas a su régimen fascista, pero también con los colaboracionistas, con aquellos que tomaron partido por los nazis, por los que expusieron a sus compatriotas, los que con su silencio permitieron que se llevaran a sus vecinos judíos a los campos de concentración.

El final de la guerra está cerca. Mientras los aliados desembarcan en Normandía, Fantasio se prepara para volar un tren que transporta una unidad blindada nazi. Spirou lo detiene justo a tiempo, es un tren de deportados. E incluso está convencido de haber oído a Felix, su amigo pintor, llamándolo desde un vagón del tren. Finalmente será Spip quien hará volar el tren alemán, vengando así la muerte de Madeleine, la mujer que había llevado a Fantasio a la Resistencia y de la que se había enamorado.

Bélgica fue liberada por las fuerzas aliadas durante el año 1944. La mayor parte del país fue liberado entre septiembre y octubre, mientras que algunas áreas del este de Bélgica permanecieron ocupadas hasta 1945. Tras la retirada de los alemanes, llegó el momento de la justicia y de rendir cuentas con todos aquellos que ayudaron a los invasores: más de cincuenta mil belgas fueron procesados por colaboracionismo y más de 250 fueron ejecutados por sus crímenes. El rey de Bélgica, que ante la invasión alemana capituló sin condiciones ante el enemigo, tampoco fue perdonado: en el otoño de 1944, cuando los aliados habían expulsado a los alemanes de Bélgica y Leopoldo III seguía “cautivo”, el Parlamento declaró la incapacidad de éste para reinar y nombró regente a su hermano Carlos, conde de Flandes. El monarca abdicó y se exilió a Suiza, y el primogénito de Leopoldo, Balduino, fue coronado rey de los belgas el 17 de julio de 1951.

En las páginas de “La esperanza pese a todo“, en los tres álbums precedentes más este cuarto y último, Émile Bravo, parisino de padre español y madre francesa, nos cuenta una historia acerca de la ocupación nazi de Bélgica durante la Segunda Guerra Mundial y, con mucha profundidad, el terrible destino de los judíos belgas. Para contarnos esta historia cuenta con Spirou como protagonista, el popular personaje creado por Robert Velter ‘Rob-Vel’ en 1938 para la revista “Le Journal de Spirou“, aunque lejos de las aventuras de tono infantil y juvenil a la que nos tiene acostumbrados.

El autor de “La esperanza pese a todo” (“L’espoir malgré tout“) es Émile Bravo. El autor construyó la historia en cuatro álbumes (“Un mal principio“, “Un poco más cerca del horror“, “El principio del fin” y “Un final y un nuevo principio”), a partir del libro “L’évolution du sentiment public en Belgique sous l’occupation allemande” que el abogado y periodista Paul Struye, miembro de la resistencia belga, escribió con las notas que iba tomando durante la guerra. Émile Bravo realizó su primera incursión en el universo de Spirou en el año 2008 con “El diario de un ingenuo“, que ubicaba al popular personaje de Dupuis en un contexto previo a la Segunda Guerra Mundial, como botones de un hotel, el Moustique, frecuentado por estrellas, famosos y por los alemanes y polacos que intentan evitar la invasión. “La esperanza pese a todo“, entonces, se podría considerar una continuación cronológica de aquel.

En las páginas de “La esperanza pese a todo #4: Un final y un nuevo principio“, un álbum substancialmente más corto que sus tres precedentes (80 el primero, 88 el segundo, 116 el tercero y 48 este cuarto y último), Émile Bravo nos cuenta el final del conflicto en Bélgica, con la llegada de las tropas aliadas y la fuga de los alemanes, y nos va desvelando el destino de los distintos personajes que han ido apareciendo a lo largo de las entregas precedentes. Hay, como sucedió en realidad, un destino funesto para alguno de los amigos de Spirou como el caso del pintor Felix Nussbaum y su esposa Feika Platek, que murieron en el campo de concentración de Auschwitz-Birkenau. Y es que, como decía el genial Émile Bravo en una entrevista en “El Periódico”, “(…) en este cómic hay muertos, hay personajes que mueren. No viven una aventura, como dice Fantasio, sino que, como le rectifica Spirou, es la guerra“.
De hecho, en “La esperanza pese a todo” Bravo no ha evitado hablar de nada, y ha afrontado sin tapujos asuntos tan delicados y sensibles como los judíos perseguidos por los nazis y enviados a los campos de exterminio, las juventudes afines a los nazis, los refugiados, el discutible papel de la Iglesia durante la ocupación alemana, los bombardeos, la miseria y el hambre que azotaba a la población, el colaboracionismo,… y, en el último tomo, los ajustes de cuentas en la que la imagen de la portada, con Hieke apuntando con una pistola a un joven y desorientado soldado alemán que solamente quiere volver vivo a su casa, es una metáfora perfecta. En conjunto, una mezcla equilibrada de acción, humor, historia, humanismo y crítica social que, sorprendentemente, funciona.

El papel de Spirou en este último tomo es el de la cordura en mitad de la locura. La cordura de Spirou para convencer a Fantasio para no hacer estallar el puente para acabar con las vidas de los soldados alemanes, la cordura de Spirou para persuadir a Hieke de no matar al asustado y joven soldado alemán, la cordura de Spirou para salvar al comisario de la turba enfurecida dispuesta a fusilar a cualquiera sospechoso de colaboracionismo, la cordura de Spirou para confrontar al hombre de la Iglesia que le denunció a la Gestapo, la cordura de Spirou para aceptar que su novia Kassandra ha quedado muy afectada por la guerra y ha decidido marchar a Palestina en busca de una nueva vida,… Cordura, quizás ingenuidad, para ayudar a cerrar heridas, perdonar y empezar de nuevo. El deseo de Émile Bravo de lo que debería haber sido el final de la guerra en Bélgica.

En resumen, como reflexión final sobre la tetralogía de “La esperanza pese a todo“, nos atreveríamos a afirmar que esta obra de Émile Bravo podría ser un reflejo contemporáneo del “Maus” de Art Spiegelman, profundizando como ésta en la miseria de una sociedad en guerra, en el peor de los conflictos de la historia de la humanidad, y desenterrando la barbarie. Muchos fueron los que, tras el fin de las hostilidades y la derrota de los nazis, quedaron con las manos manchadas de sangre. Y por mucho que intentaron limpiarlas, o esconderlas detrás de la espalda, el color rojo escarlata quedó para siempre en sus dedos.

La esperanza pese a todo #4: Un final y un nuevo principio
Autor: Émile Bravo
Fecha de publicación: Junio de 2024
ISBN: ‎978-8418266157
Formato: 24,1×31,8cm. Cartoné. Color
Páginas: 48
Precio: 18,99 euros