“Krull” es una de aquellas películas que surgió a rebufo del éxito de “Star Wars“, pues los inesperados resultados de la película de George Lucas abrieron las puertas de par en par a un nuevo tipo de films de ciencia-ficción, como “Flash Gordon“, “Galáctica“, “Buck Rogers” o “Saturno 3“, entre otras.
Dirigida por Peter Yates, escrita por Stanford Sherman (el guionista de la serie de televisión de Batman) y protagonizada por Ken Marshall, Lysette Anthony, Freddie Jones, Francesca Annis, Alun Armstrong y Liam Neeson, un reparto muy británico, “Krull” llevaba al espectador hasta el planeta Krull, un mundo de aspecto medieval que es invadido por un monstruo, la Bestia, y su poderoso ejército alienígena. Para hacer frente al invasor, dos naciones enemigas deciden unir sus fuerzas por medio del matrimonio del príncipe Colwyn y la princesa Lyssa; pero el día de la boda, el palacio es asaltado, los reyes son asesinados, la princesa secuestrada por la Bestia y el príncipe queda herido. El príncipe deberá entonces encontrar una poderosa arma mítica para rescatar a la princesa y librar al planeta de la terrible amenaza. Con ella y un puñado de valientes compañeros, Colwyn emprenderá el rescate de su raptada novia y la derrota de la Bestia.
“Krull” ofrece al espectador una extraña mezcla entre “Excalibur“, “Conan” y “Star Wars“, aunque también se pueden encontrar evidentes influencias de las novelas de “John Carter” de Edgar Rice Burroughs, pero sorprendentemente la combinación de ciencia-ficción y espada y brujería funciona. De hecho los puntos de similitud entre “Star Wars” y “Krull” son numerosos, quizás demasiados, empezando por una princesa en apuros, un héroe al rescate, un imperio malvado que quiere conquistar el universo, y los efectos especiales con luces de colores, lásers y rayos. Quizás su ritmo lento y el tono ‘brit’ de la producción no fueron del agrado de los espectadores, ni siquiera con la música de un joven James Horner y su trabajado diseño de producción, y sus resultado en taquilla fueron decepcionantes (poco más de 16 millones de dólares), pero es una película con todo el aroma de los films de los años ochenta.
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