“Brian y Charles” nos descubre la historia de Brian, un solitario inventor que vive en un remoto valle de Gales del Norte. Aparentemente, la soledad no parece molestarle, y se pasa la mayor parte de su aislada vida en su ruinoso taller creando objetos extraños que nadie quiere.

Hasta que, un día, Brian construye un robot. Fabricado con una vieja lavadora y una maltrecha cabeza de maniquí, la imponente máquina de más de 2 metros de altura es una peculiar construcción similar a un anciano destartalado. Aunque al principio no consigue activarlo, cuando Brian vuelve a casa en una oscura noche de tormenta descubre que Charles no solo está funcionando, sino que ha superado todas sus expectativas: es una forma de vida que anda y habla como un niño inquisitivo, ansioso por saberlo todo sobre su entorno y sobre cómo funcionan las cosas.

Al principio, Brian se lleva de maravilla con Charles, que es el antídoto perfecto a su soledad. Sin embargo, a medida que su relación se desarrolla, surgen las tensiones. Charles, como un muchacho en plena fase de crecimiento, desea más independencia y se obsesiona con explorar nuevos horizontes, pero Brian se resiste a compartir su robot con el mundo exterior. Se resiste incluso a dejarlo salir, aclarándole desde el principio que hay muchos peligros al acecho.

La principal preocupación de Brian son los Tommington, una familia local, y en particular Eddie Tommington, un granjero curtido que ya le ha robado en el pasado.

Gracias a sus interacciones con Charles, Brian va ganando confianza y forja amistad con una mujer del pueblo, Hazel, tan tímida y aislada como él mismo. Justo cuando empiezan a conocerse y abrirse el uno al otro, de pronto se ven más unidos que nunca cuando se cumple la peor pesadilla de Brian: Charles desaparece.

Después de vivir como un ermitaño toda su vida y de dejar que Eddie lo intimide durante demasiado tiempo, Brian deberá decidir si es capaz reunir el coraje suficiente para alzarse por sí mismo… o si volverá a recluirse en las sombras.