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Sin duda una de las películas revelación del cine español durante 2020, no sólo por sus 5 Goyas (música, vestuario, maquillaje y peluquería, dirección artística y efectos especiales) sino porque su visionado impacta y engancha. La historia que cuenta nos sitúa en un pueblo del País vasco en 1609 y cuenta como un inquisidor llega a la región para juzgar y detener a varias jóvenes acusadas de brujería. La propuesta, a mi juicio, supera la que Pedro Olea rodó en 1984 o, al menos, la pone al día con acierto aprovechando para dar protagonismo a las mujeres, con una muy aceptable ambientación,  y sobretodo con un ritmo narrativo muy logrado que aprovecha perfectamente los recursos visuales y sonoros para tener al espectador permanentemente enganchado a lo que acontece. Acierta en eso, en una duración muy ajustada y en todos los aspectos técnicos, pero también en un buen reparto  en el que sobresalen por su enfrentamiento una muy prometedora Amaia Aberasturi y el siempre eficaz y peculiar Alex Brendemühl.