En el año 1992, para celebrar el quinto centenario del Descubrimiento de América, sendas películas intentaron narrar la odisea de las tres carabelas y el sueño de Cristobal Colón. Una, la oficial, del prestigioso director Ridley Scott con el actor francés Gérard Depardieu en el papel de Colón. La otra, del director John Glen y con guión de Mario Puzo, con Georges Corraface interpretando al navegante genovés. Las dos, mediocres. Y es que muy pocas obras, películas, novelas o cómics, han sabido narrar como merecía uno de los momentos fundamentales de la historia universal.

LoscaminosdelSeñor2_portadaLos caminos de Dios son inescrutables, pero la codicia humana lo es todavía más.

Sin la menor duda, el primer volumen de “Los caminos del Señor” de Fabrice David, Gregoy Lassablière y Jaime Calderón fue el primer gran éxito editorial de Yermo Ediciones. El primero de muchos, como el tiempo ha demostrado. Publicado en el año 2014, cuando la editorial catalana empezaba tímidamente a dar sus primeros pasos en un mercado tan difícil como el del cómic en castellano, este díptico histórico (“1066 Hastings” y “1119 Miles Christi“) nos trasladó al siglo XI, una época crucial de la historia, y en concreto centró su mirada en la conquista de Inglaterra por parte de Guillermo de Normandía y en las cruzadas en Tierra Santa y la formación de la Orden del Temple. Este cómic fantástico repleto de grandes batallas, traciones y engaños, templarios y sajones, cruzados y hashashin, sedujo de forma unánime al público y la crítica, y a algunos de nosotros, tristes ignorantes, nos permitió descubrir el desbordante talento del dibujante barcelonés Jaime Calderón y su habilidad para dar forma a la Historia dibujada.

Sí, Jaime Calderón nos demostró de todo lo que es capaz en “Los caminos del Señor” y los dos volúmenes de “Isabel: La loba de Francia” con Thierry y Marie Gloris (uno y dos) publicados en nuestro país por Yermo Ediciones, así como su artbook “Los caminos de Jaime Calderón“. Su dibujo en estas obras brillaba, lucía como un retablo gótico, y nos demostró su maestría para reflejar momentos esenciales y destacados de la historia de Europa mediante la documentación recopilada, el rigor histórico y la ambientación sugerida que le permitía combinar con precisión lo real y lo imaginado, los datos contrastados y las licencias creativas, los personajes reales y los secundarios añadidos para dar orden a la narración.
Calderón es único a la hora de planificar secuencias narrativas en sus álbumes: grandes batallas de una carga épica y trabajadas con minucioso detalle sin parangón en el cómic histórico actual alternadas con interiores de madera y piedra a la luz de las antorchas reproducidos con la precisión de un artesano restaurador, o primeros planos que reflejan toda la carga psicológica de los personajes y la expresividad de sus rostros. ¡Qué talento atesora este pedazo de artista en su mano derecha! Los premios recibidos por Calderón lo confirman: el Coup de Foudre del festival Lys Lez Lannoy, la mejor serie en el Festival de la BD de Palavas, la mejor obra medieval por el Festival de la BD médiévale de Saint Ennemie o el mejor dibujante de BD en Marly.

Tras dos años de espera Yermo Ediciones ha publicado en mayo del 2016 la segunda entrega de “Los Caminos del Señor” (“Les voies du Seigneur” en el original en francés de Soleil), un segundo díptico que incluye la tercera y cuarta entregas de la odisea del mapa de Vinland, la herramienta que utilizan el dúo de guionistas Fabrice David y Gregoy Lassablière para hacernos viajar entre los siglos X y XIV. Este mapamundi es un documento cuya autenticidad aún está debatiéndose (sobre todo debido a la tinta con la que fue trazado), que data del siglo XV aunque está copiado de un original del siglo XIII, y donde aparecen dibujados con bastante exactitud los contornos de Groenlandia y la costa atlántica canadiense. La importancia de este documento histórico radica en que podría confirmar que los vikingos habían llegado a la costa del Nuevo Mundo y que el explorador Leif Eriksson ‘El Afortunado’ y sus hombres, de una colonia vikinga de Groenlandia, habrían cartografíado la costa canadiense mucho antes que las tres carabelas comandadas por Cristóbal Colón llegasen a la isla de Guanahaní, el viernes 12 de octubre de 1492.

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En la primera parte del díptico, titulada “1307. El proceso“, nos trasladamos hasta el momento en el que el Rey de Francia, Felipe IV ‘el Hermoso’ y el Papa Clemente V urdieron una gran conspiración para poner fin a la Orden de los Templarios. Los Templarios, la Orden de los Pobres Caballeros de Cristo y del Templo de Salomón fundada tras la Primera Cruzada para proteger las vidas de los cristianos que peregrinaban a Jerusalén tras su conquista, eran el ejército de la Cristiandad y significaban un importante centro de poder por su fuerza militar, su dominio estratégico en Europa, especialmente en Francia, y sobre todo por sus enormes riquezas, lo que les convertía los banqueros más importantes de Europa. Por ese motivo el soberano francés, lleno de deudas con la orden y atemorizado por su creciente poder, presionó al papa Clemente V, indeciso y hostigado, con el objeto de que tomara medidas contra sus integrantes.
En el año 1307 que da nombre al álbum, un gran número de templarios fueron acusados de numerosos cargos, desde herejía hasta sodomía, la mayoría inventados, inducidos a confesar bajo tortura y quemados en la hoguera. Jacques de Molay, último gran maestre de la orden, estaba entre ellos y en 1314 fue quemado vivo en la hoguera frente a la Catedral de Notre Dame. Un destino que, curiosamente, Jaime Calderón ya dibujó en el segundo álbum de “Isabel. La Loba de Francia“.
Para esta deleznable labor Felipe IV contó con la inestimable ayuda de Guillermo de Nogaret, canciller del reino, de Guillermo Imberto, el Inquisidor General de Francia, y de Eguerrand de Marigny, quien se encargaría de requisar sus bienes y administrar el tesoro de la orden en nombre del Rey, que hacen su correspondiente aparición en la historia que nos cuentan Fabrice David y Gregoy Lassablière.
En esta primera parte de “Los Caminos del Señor 2” se cuenta la búsqueda del mapa de Vinland por parte de los esbirros del inquisidor Guillermo Imberto, puesto que el valioso documento esta en manos de los Templarios. En concreto es un joven templario llamado Geslin quien custodia el valioso mapa, pero el desino caprichoso le llevará hasta el carromato de dos gitanas fugitivas, donde el amor y la tragedia les aguarda.

La segunda parte del díptico, “1492. Edén“, compartiremos las dificultades de Cristóbal Colón para encontrar una monarquía dispuesta a financiar su viaje de descubrimiento de una nueva ruta a las Indias y, tal y como los libros de historia nos han contado, la odisea que significó en pleno siglo XIV cruzar un océano hostil con tres pequeños barcos de madera, de tres mástiles y velas ligeras. Seguramente la mayoría de los lectores de esta reseña saben todos y cada uno de los detalles que nos cuentan David y Lassablière, desde los esfuerzos de Colón por convencer a los Reyes Católicos de las bondades de su proyecto para alcanzar las Indias por el oeste y a través del océano Atlántico, pasando por la firma de las Capitulaciones de Santa Fe, hasta las penurias que sufrieron los tres bajeles, la Pinta, la Niña y la Santa María, con varios conatos de amotinamiento, comida podrida, que finalizaron cuando, una vez se habían agotado todos los cálculos y previsiones realizadas por Colón respecto a la duración del trayecto, el vigía Rodrigo de Triana gritó “¡Tierra a la vista!” dos horas después de la medianoche del 12 de octubre.
En esta segunda parte el mapa llega de forma accidental a un joven genovés llamado Cristóbal Colón, que dedicará toda su vida en alcanzar ese lugar más allá del océano, luchando contra quienes no confían en su proyecto y quienes desean su fracaso, como la Iglesia Católica con el inquisidor de infausto recuerdo Torquemada al frente.

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Si “Los Caminos del Señor” nos pareció uno de los títulos más recomendables del año 2014, su segundo volumen no podía ser menos. Nuestras expectativas eran elevadas, pero por fortuna el listón ha permanecido en lo más alto. Una vez más el dibujante Jaime Calderón ha puesto todo su talento al servicio de una gran epopeya que recorre momentos trascendentales de la historia de Europa y del mundo, desde la caída del Orden del Temple hasta el Descubrimiento de America. El elaborado guión del dúo formado por David y Lassablière le permite desplegar, una vez más, su espectacular capacidad para dibujar lugares y momentos, interiores sombríos y paisajes realistas, batallas campales y conversaciones íntimas, escenarios medievales y escenas marítimas, pero también para reflejar las más sutiles emociones en el rostro humano, tanto el femenino como el masculino. El minucioso, realista y preciosista dibujo del barcelonés Jaime Calderón, alumno del ilustrador Rafael López Espí, y el color de Romain Lubiére, están aquí al servicio de una de las grandes aventuras de todos los tiempos, y su obsesión por el detalle y su realismo casi fotográfico no hacen más que convertir “Los Caminos del Señor 2” en esa obra necesaria e inédita que cuente, de la manera que se merece, la odisea de las tres carabelas y el sueño de Cristobal Colón.

Y aquí se acaba la historia. Con “Los Caminos del Señor“, durante cuatro volúmenes recopilados en dos integrales, entre los años 2014 y 2016, nos hemos dejado llevar, seducidos y embobados, por David, Lassablière y Calderón a través de cuatrocientos años de nuestra historia, de siglo en siglo, hacia el destino final de la carta de navegación de Vinland. Hasta el Nuevo Mundo. Ha sido un largo viaje, que llega a su fin, y que termina con la conquista de los lectores, rendidos sin remedio al arte del dibujante y la narrativa de los dos guionistas.

Los Caminos del Señor 2
Guión: Fabrice David y Gregoy Lassablière
Dibujo: Jaime Calderón
Color: Romain Lubiére
Título original: “Les voies du Seigneur” núms. 3 y 4
Fecha Publicación: Mayo de 2016
ISBN: 978-84-16428-53-3
Formato: 22,3×31,2cm. Color. Cartoné
Páginas: 112
Precio: 24,00 euros