Un fatídico 5 de Octubre del año 2011 el mundo se despertaba con la desaparición de uno de los genios más brillantes del siglo, empresario de éxito y sagaz visionario. El norteamericano Steve Jobs había sucumbido a su lucha contra el cáncer de páncreas tras cinco largos años pero su legado, con Apple al frente y más de trescientas patentes, permanecerá en la historia. Era obvio, aunque quizás algo difícil, que su vida llegaría tarde o temprano a los cines. Si llegó la del sosainas de Mark Zuckerberg, ¿cómo no iba a hacerse una película sobre Jobs?
No tengo un iPhone, ni un iPad, y soy usuario de PC, pero es un hecho que la muerte de Steve Jobs en octubre del año 2011 conmocionó al mundo. Él era uno de los iconos indiscutibles de nuestro tiempo, un genio cuya creatividad, energía y afán de perfeccionismo revolucionaron seis industrias: la informática, el cine de animación, la música, la telefonía, las tabletas y la edición digital. Consciente de que la mejor manera de crear valor en el siglo XXI es conectar la creatividad con la tecnología, Jobs fundó una empresa en la que impresionantes saltos de la imaginación van de la mano de asombrosos logros tecnológicos.
Su historia está llena de enseñanzas sobre innovación, carácter, liderazgo y valores, y a mediados del próximo mes de Agosto llegará a los cines de los EE.UU. el biopic “jOBS” (con J minúscula), dirigido por Joshua Michael Stern, con guión de Matt Whiteley, y protagonizado por Ashton Kutcher, Dermot Mulroney, Josh Gad, Lukas Haas, James Woods, J.K. Simmons y Matthew Modine, entre otros, para narrar la historia de su vida, desde los años setenta, la juventud del visionario empresario, su primeros pasos junto a Steve Wozniak, su salto al éxito y su posterior caída.
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A ver, la de abogados cristianos (me la agarras con la mano) me parece tan estúpido... en fin, además ahora,…