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El clásico de aventuras y acción “La Gran Evasión” de John Sturges ha cumplido más de medio siglo de vida, y sigue siendo una película fantástica que engancha ante la pantalla a espectadores de todas las edades. Y es que los clásicos justamente son clásicos porqué logran sobrevivir al paso del tiempo con dignidad y la patina de polvo que se acumula por los años les otorga respetabilidad sin perder ni un ápice de calidad.

La Gran Evasión” (“The Great Escape“) cuenta la historia de unos oficiales ingleses y norteamericanos (brillantemente interpretados por Steve McQueen, James Garner, Charles Bronson y James Coburn, y con un reparto que también incluía a Richard Attenborough, James Donald, Donald Pleasence, David McCallum, Gordon Jackson, Angus Lennie, Hannes Messemer, John Leyton, Lawrence Montaigne, o Nigel Stock) que colaboraron en la fuga más grande de todos los tiempos, de un campo alemán de prisioneros de alta seguridad del cual su comandante, el coronel Von Luger, aseguraba que era imposible escapar.

Como si las palabras del oficial nazi fuesen un reto, los reclusos comienzan a organizar una fuga en la que se verán implicados hasta doscientos cincuenta presos, aunque solamente una pequeña parte de ellos conseguirá alcanzar la libertad. Tras varios intentos fallidos, que significarán el encierro en la “nevera” para sus cabelcillas, la emoción, la tensión, el ritmo y las alocadas ocurrencias de los aliados por huir nos arrastrarán en volandas hasta un final épico, trepidante e inolvidable, con Steve McQueen saltando con su motocicleta por encima de la valla. Todo ello amenizado con la música de Elmer Bernstein, que es magnífica y tan emblemática como los silbidos de “El puente sobre el río Kwai“.

Esta película dirigida por John Sturges, nominado al Oscar como mejor director y es puro cine de evasión (literal y metafórico), escrita por James Clavell y W. R. Burnett, adapta el libro homónimo escrito por Paul Brickhill que está basado, a su vez, en los hechos reales sucedidos en el campo de prisioneros de guerra de Stalag Luft III situado en la actual Polonia, con un final mucho más sangriento y menos épico: cincuenta oficiales aliados fueron fusilados por sus captores tras el intento de huida, como represalia y por orden expresa de Adolf Hitler.

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