Tras leer “Zombi: El Apocalipsis Zombi con Denominación de Origen” y “Writing of: Lo que no se lee de una novela” tenía muchas ganas de ver qué nos ofrecía Alberto Bermúdez con su nuevo trabajo, “Mal de Mares“, y tengo que reconocer que mis expectativas se han visto superadas. Alberto se ha superado a sí mismo.

 

Mal de Mares
Alberto Bermúdez
Género: Narrativa/Terror
Formato: 148 x 210 mm. Portada a color (300 gr.) laminado mate con solapas. Interior papel novela (80gr.) en blanco y negro.
Páginas: 220
ISBN: 978-84-941020-3-5
PVP: 13,95€

Diego y María se embarcan en una travesía a bordo del Nuestra Señora del Rosario, un buque de guerra con un destino que nadie podía imaginar. Lo que se presentaba como una experiencia inolvidable se convierte en la peor de sus pesadillas. A los pocos días de zarpar la nave empieza a ser presa de unos extraños fenómenos que abocarán a la tripulación al más funesto final. Don Pedro, un experimentado capitán de navío, junto con los oficiales de más alto rango, intentan mantener el orden en el barco mientras los marineros ven a Diego y a María como los culpables de las calamidades que están sufriendo… El miedo, las supersticiones y una terrible enfermedad acabarán imponiéndose sobre la razón, segando cualquier atisbo de humanidad.

Tras leer Zombi: El Apocalipsis Zombi con Denominación de Origen me quedó muy claro que además de un gran narrador Alberto Bermúdez tenía un gran dominio del vocabulario y del lenguaje, algo que se confirmó tras la ácida lectura de Writing of: Lo que no se lee de una novela. En Mal de Mares no sólo se confirma esa impresión, sino que asistimos a una auténtica clase magistral en la que su autor es capaz de recrear el lenguaje del siglo XIX y, además incluyendo terminología náutica de la de antaño… cualquiera pensaría que afrontar un reto así lastraría la narración o la historia. Al contrario, Mal de Mares es una novela completa, perfectamente estructurada y una delicia que me recuerda a un literato tan importante como Gustavo Adolfo Becquer y al estilo narrativo de sus Leyendas, y es que Mal de Mares se mete dentro de tu cabeza, la ambientación de la pesadilla in crescendo que viven pasajeros y tripulación del Nuestra Señora del Rosario está tan bien lograda que al poco de comenzar la lectura te sumerges tanto en la narración que no puedes sino empatizar con los sentimientos de Diego y el temor que siente por lo que le pueda suceder a su esposa, así como sentir cómo se te eriza el pelo al leer el final que Alberto nos tiene preparado.

Mal de Mares es un libro de terror, un género que siendo sinceros  no suelo visitar, aunque si me prometéis que hay más libros como este quizás acabe por cambiar de opinión (aunque yo soy más de finales felices…), y es que soy un amante de las leyendas, y eso es lo que nos regala Alberto: un compendio de leyendas navales clásicas… a las que ahora se añadirá la del Nuestra Señora del Rosario. Por cierto, son especialmente interesantes los cambios de narrador, así como el guiño final del libro que, como en las mejores películas de terror, busca traspasar las fronteras de la fantasía para invadir nuestros sueños.

Comentaba antes el fantástico trabajo que Alberto ha tenido a la hora de utilizar la terminología naval (y que viene apoyado con una buena cantidad de notas y un esquema general del Nuestra Señora del Rosario) sin que el lector se pierda en la narración, pero me parece aún más meritoria la recreación del habla del siglo XIX, y es que nos transporta al pasado acertadamente sin sacarnos de la lectura por los arcaismos utilizados, al revés, esta es otra herramienta para transportarnos a bordo del barco.

Si tuviese que decir qué echo de menos sería el sentido del humor ácido y negro de Alberto, aunque siendo sinceros este no encaja en la temática del libro. Eso sí, si tuviese que destacar algo más, aparte del excelente trabajo de Alberto… ¿os habéis fijado en la portada de Alejandro Collucci? Lo de este genio no es normal…

La verdad es que me ha encantado Mal de Mares, está muy muy bien escrito y narrado y tan sólo lamento que, bueno, ya lo leeréis… 😉