Lento, frío e inquietante argumento sobre un sastre granadino con peculiares costumbres gastronómicas que te mantiene en vilo esperando el qué va a ocurrir a continuación aunque realmente sólo es un retrato costumbrista de alguien instalado en una existencia solitaria e insana.


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País: España.
Duración: 117 min.
Género: Thriller, drama.
Reparto: Antonio de la Torre (Carlos), Olimpia Melinte (Nina), Alfonsa Rosso.
Guión: Manuel Martín Cuenca y Alejandro Hernández; libremente inspirado en la novela “Caríbal”, de Humberto Arenal.
Producción: Manuel Martín Cuenca, Fernando Bovaira, Simón de Santiago y Alejandro Hernández Díaz.
Fotografía: Pau Esteve Birba.
Montaje: Ángel Hernández Zoido.
Dirección artística: Isabel Viñuales.
Vestuario: Pedro Moreno.
Distribuidora: Golem. Estreno en España: 11 Octubre 2013.
Calificación por edades: No recomendada para menores de 16 años.
Las 8 nominaciones a los Goya son el premio a una película coherente con su propio planteamiento y muy trabajada tras la cámara, pero recomendarla es complicado por su ritmo, por su argumento y porque como público cuesta digerir una historia en la que no se empatiza con el protagonista en ningún momento.

 

Si hay dos géneros a los que el cine español ha sido tradicionalmente fiel son por un lado la comedia y por otro la criminología de la España profunda. A este segundo género pertenecería esta película, retrato de un sastre de Granada solitario, frío, hierático y obsesionado con una inconfesable pasión que le hace matar atractivas mujeres para llenar con ellas su frigorífico ( y no digo nada que no se sepa desde el título y los primeros minutos de metraje). Quedaría bien verla en un ciclo en el que también se proyectaran títulos como “Furtivos” (José Luis Borau, 1975), “Pascual Duarte” (Ricardo Franco, 1976), “Amantes” (Vicente Aranda, 1991), “Plenilunio” (Imanol Uribe, 2000), “El séptimo día” (Carlos Saura, 2004) o la serie de televisión “La huella del crimen“.
La película arranca con un suceso terrible filmado con pericia y un indiscutible magnetismo que atrapa de manera irremediable tu interés. También he de decir que en ese comienzo se anticipa el estilo y forma de una película de ritmo lento, muy lento con imágenes fijas que en ocasiones te incomodan (en la inicial de los créditos vemos de lejos durante dos largos minutos una gasolinera en la que no ocurre nada sustancial hasta que arranca un coche), con un tono lúgubre que casa muy bien con la personalidad del protagonista y con un comportamiento taciturno que se revela terrible por mucho que se nos relate casi como un relato de costumbres.
Martín Cuenca, el director, encuentra la expresión estilística idónea, la atmósfera visual perfecta para contarnos las obsesiones de este sastre e introducirnos en su peculiar día a día e incluso reconozco que muchas imágenes tienen una fuerza arrebatadora puesto que por sí solas se apoderan de tu atención (las de la Sierra y las de esa Granada invernal y lluviosa son magnéticas), pero también aviso que esa perfección técnica y esa coherencia formal tras la cámara puede resultar pesada para el espectador. De hecho la película se hace larga, muy larga. Permaneces esperando sucesos, consecuencias y quizás un desenlace brusco; pero anticipo que no es una película previsible y que puede mantenerte interesado hasta su final pero a pesar de ello dejarte insatisfecho en cierto modo.

Si ya de por sí es complicado empatizar con un asesino mucho más difícil resulta hacerlo con un tipo que es el prototipo de lo que rehuimos socialmente. Eso sí, Antonio de la Torre, como siempre, magnífico, esta vez componiendo un personaje que como mucho arquea un poco el labio porque algo le hace gracia y que siempre anda serio, hermético, taciturno y moviéndose tan sigiloso como un vampiro (impresionante esa escena en la que sale de las sombras para disfrutar de una cena con su vecina). Vamos, no es Hanníbal Lecter, que nos sedujo con su labia e inteligencia, es su reverso.
Pienso que el director ha querido hacer exactamente la película que ha hecho. En ese sentido chapeau, pero claro, si hay que recomendarla resulta difícil encontrar un público idóneo porque quien más quien menos echará de menos algo más de suspense, o algo más de terror (aunque la escenita inicial y la de los extranjeros en la playa, si las meditas a fondo te ponen los congojos de corbata) o algo más de trama policiaca o algo más de drama o quizás lo que se note es metraje de más.
En cuanto al desenlace es casi anticlimático y te deja un tanto desconcertado, aunque la última conversación en la casa de la Sierra me parece fascinante, de una frialdad terrorífica y con uno diálogo que al ser expresado por Antonio de la Torre con esa naturalidad resulta paradójicamente de una inhumanidad difícilmente más cortante y terrible y más teniendo enfrente a ese personaje tan aparentemente frágil y también muy bien encarnado por Olivia Melinte.
¿Cómo valoras una película que funciona tal y como han querido que funcione pero que a ti no te gusta especialmente? Vamos, que me pueden invitar a la mejor merluza en salsa verde con cardo y almejas y puedo valorarlo pero es que a mí ese plato no me gusta.