La semana pasada una película española se llevó el premio más importante de la Berlinale, el Oso de Oro a la mejor película: “Alcarràs“, de Carla Simón. Además de la importancia del premio en sí mismo, que no había recibido ninguna película de nuestro país desde 1983, hay que destacar que es una película de una joven directora catalana, en catalán, y que habla sobre la dura vida del campesinado, a quien demasiado a menudo olvidamos.

Carla Simón, la directora catalana que debutó hace cinco años con la excelente “Estiu 1993” (“Verano 1993”), desde hace unos pocos días puede presumir de tener en su palmarés un Oso de Oro, el prestigioso premio que ha recibido en el Festival de cine de Berlín, más conocido como la Berlinale, de manos del presidente del jurado, el director M. Night Shymalan.

Su segunda película, “Alcarràs“, toma el nombre de una pequeña población leridana del Segrià, tierra de campos, y cuenta con actores no profesionales para contar la historia de una familia que podría ser la suya y de su tierra, y como viven la última cosecha antes de que los melocotoneros desaparezcan por la instalación de placas solares.