Hoy es festivo en Zaragoza y, como habréis podido comprobar a lo largo de estos años, no suelo publicar nada los días de fiesta. Pero anoche, a las 2:30 AM, se me ocurrió comenzar a leer “Sandman: Los cazadores de sueños” antes de irme a la cama, y no pude parar hasta leer la última palabra y ver la última viñeta. El trabajo de Neil Gaiman y P. Craig Russell es una auténtica maravilla que se merecía que sacrificase una hora de sueño y un par de horas de San Valero para hablaros sobre él.

 

Sandman: Los cazadores de sueños
Edición original: The Sandman: The dream hunters USA
Guión: Neil Gaiman
Dibujo: P. Craig Russell
Color: Lovern Kindzierski
Formato: Libro cartoné, 144 págs. a color
15,95€

Después de adaptar con éxito la novela Coraline, el artista P. Craig Russell (Fábulas, Lucifer) vuelve al universo narrativo de Neil Gaiman con Sandman: Los cazadores de sueños, versión fiel de un relato escrito por el creador de Sandman en 1999. Ambientado en el Japón feudal, narra la historia de amor entre un espíritu zorro y un monje budista. 

Cuando el zorro descubre una conspiración para atrapar al monje en el interior de un sueño, se sacrifica y toma el lugar de su amado. Enternecido por la acción del espíritu, el monje emprende un viaje al reino de Morfeo con la intención de liberar al zorro cautivo. Espléndidamente escrita y soberbiamente dibujada, esta obra sumerge al lector en el universo creativo de dos autores extraordinarios.

El cierre de la serie de Sandman dejó un hueco en la línea Vertigo y en el corazón de los miles de seguidores del señor de los Sueños, aunque la editorial y el guionista se esforzaron por rellenar ese hueco era obvio que sucedáneos de la serie y de los personajes no iban a contentar a los lectores durante demasiado tiempo, así, por mucho que nos ofreciesen obras como Sandman. The Mistery Theatre, La canción de Orfeo, las dos miniseries de Muerte (El alto coste de la vida y Lo mejor de tu vida, ¿para cuando una reedición?), o Noches eternas, todo sabía a poco a los fans, incluso cuando Neil Gaiman se unió al ilustrador Yoshitaka Amano (conocido por su diseño de personajes para Final Fantasy o sus ilustraciones de Vampire Hunter D) para celebrar el décimo aniversario de la creación de Sandman presentando el libro ilustrado Sandman: Los cazadores de sueños (sí, es homónimo de este cómic) el efecto fue el opuesto al deseado. Sí, el libro gustó mucho, pero no sólo dejó a los fans con ganas de más, sino que provocó en P. Craig Russell una envidia como no había conocido nunca, ya que al saber de la historia se ofreció a adaptarla al cómic, oferta que fue rechazada al considerar Gaiman que no era de recibo sacar libro ilustrado y cómic sobre la misma historia de forma casi simultanea. Pero la pasión de P. Craig Russell hacia esta historia mantuvo en su corazón durante 10 años el deseo de adaptarla, hasta el vigésimo aniversario de Sandman, momento en el que por fin se salió con la suya: dibujar otro proyecto de Sandman. Neil Gaiman no sólo tiene una deuda con los cientos de miles de fans de Sandman, también la tiene con todos los dibujantes que o bien no participaron de los proyectos de Sandman o bien están esperando para repetir experiencia desde entonces. No te librarás de ellos tan fácilmente como de los fans, Neil, no señor.

La cosa no acaba ahí, porque cuando se publicó el libro ilustrado de Los cazadores de sueños Neil Gaiman se hartó de decir que todo estaba basado en un cuento oral sacado de  una recopilación de Viejos Cuentos de Hadas Japoneses, de Y. T. Ozaki, lo que llevó a muchos fans a bucear en bibliotecas y librerías a la caza y captura de un cuento que ocho años después Gaiman admitió haberse inventado él mismo. Esto no frenó, en absoluto, el entusiasmo de P. Craig Russell por adaptar al cómic Los cazadores de sueños (a pesar de haber dedicado tiempo a encontrar la fuente original el hecho de conocer que tan bella historia había sido una completa invención de Gaiman seguramente espolearía ese deseo) y, finalmente, se le dio luz verde al proyecto de la adaptación al cómic de Los cazadores de sueños, habían pasado ya 10 años desde la versión de Yoshitaka Amano y por fin iba a poder encargarse de cumplir el sueño de regresar a Sandman.

¿Pero qué tenía esta falsa leyenda para enamorar a un autor de la talla de Russell? Bueno, la historia de Cazadores de Sueños, ese supuesto cuento oral que Neil Gaiman había adaptado para poder encajar a Sandman y algunos de los personajes de su mitología (como Caín y Abel) nos muestra la historia de un monje de un pequeño templo budista perdido en la montaña y de una kitsune (la traducción en castellano como “zorra” no es lo suficientemente extensa, ya que el folclore japonés nos habla de seres mágicos que aumentan con la edad y la sabiduría de éstas, adquiriendo incluso la habilidad de convertirse en mujeres). El comienzo de la historia es el típico de un cuento popular, el tejón y la kitsune se retan para echar al monje de su templo, que será el premio del ganador. Pero esto no es sino el comienzo de la historia, ya que tras esa apuesta la kitsune comprende que está enamorada del monje, y decide estar cerca de él. Lo que será de gran ayuda cuando un onmyoji, un poderoso mago que vive aterrorizado de todo a pesar de poseerlo prácticamente todo, acude a unas augures que le explican cómo obtener esa la serenidad que necesita para ser feliz: el precio es la vida del joven monje. 

A partir de entonces veremos cómo la kitsune intenta salvar la vida de su monje amado para lo que acude al Rey de los Sueños quien le ayudará a conseguir su objetivo aunque, bueno, como os podéis imaginar la historia no acabará ahí, la madeja está enrevesada y Gaiman sabe que para que una historia nos conquiste, para que trascienda hasta llegar a ser un cuento oral debe ser algo mayor, algo hermoso y trágico. No olvidemos que Neil pretendió haber adaptado una bella y conocida historia oral japonesa, la historia debía ser MUY buena, para que nadie dudase de su palabra. Y nadie dudó, porque en Los cazadores de sueños Neil Gaiman volvió a demostrarnos que es un genio de la fantasía.

Eso sí, ser un genio tiene desventajas y ventajas, de las primeras, en fin, me limitaré a decir que posiblemente el que no dejemos de pedirle más y más historias es algo a considerar como una desventaja, pero dentro de las ventajas estaría el poder trabajar con, prácticamente, cualquier dibujante o ilustrador, sea del medio del cómic o no. Naturalmente P. Craig Russell es uno de los dibujantes/ilustradores más conocidos y respetados del medio, contar con él para dibujar tu historia ya sería una maravilla, que alguien de la talla de Russell espere DIEZ años para dibujar tu historia nos habla de lo especial que es Los cazadores de sueños. Pero si a esto le sumamos el que Russell dedicase un año entero a plasmar esta bella historia, o que tuviese el detalle, junto a Lovern Kindzierski, de, intencionadamente, trabajar con una paleta de colores apagada, al más puro estilo de los bloques de madera japoneses de los siglos XVII a XIX realizados mediante xilografía o ukiyo-e (que es como se conoce en Japón) nos ofrece un producto final tan sólido que logra aquello a lo que debería aspirar cualquier artista: una completa simbiosis con la historia. Y es que cada una de las planchas, perdón, viñetas, de P. Craig  Russell es una auténtica preciosidad y una maravilla de fuerza, elegancia, carisma, complicidad… Russell nos da una lección magistral acompañado perfectamente por el color de Kindzierski y sabiendo estar a la altura de una historia tan hermosa.

Dicho todo esto no debería hacer ni falta hablar de la preciosa y cuidada edición de ECC, pero el hecho de que el volumen cuente con textos a modo de epílogo de Neil Gaiman, P. Craig Russell y Karen Berger ya embellece aún más la edición, pero cuando pasas la página y contemplas las distintas portadas originales de los 4 números que componían esta maravilla… bueno, P. Craig Russell, Joe Kubert, Yuko Shimizu, Paul Pope y Mike Mignola, ¿creíais que bromeaba al decir que no hay dibujante que no quiera trabajar en Sandman? Y aún quedan un par de preciosas páginas de bocetos de Russell.

Sólo tengo una pega a esta edición, y es que me hubiese gustado que el lomo facilitase lo que, por derecho, vamos a hacer todos sus compradores: ponerla al lado de la colección de Sandman, porque se lo merece, por derecho propio. Es una auténtica delicia.