La pasión por el lejano oriente ha seducido a la cultura occidental desde hace doscientos años. Durante este tiempo el influjo de Japón y de China se reflejó primero en el arte y, con el tiempo, se extendió a otros aspectos de nuestra cultura como el vestuario, la gastronomía o a su filosofía animista y su forma de vida. Hoy en día su exotismo y sus costumbres siguen ejerciendo una gran fascinación en el mundo occidental y el cine, la literatura o el cómic no dudan en ambientar algunas de sus historias en el archipiélago de las seis mil ochocientas islas.
Un samurái y su discípulo interrumpen su viaje para ayudar a un grupo de campesinos atacados por bandidos… sin saber que una de las niñas de este grupo es la elegida para ser sacrificada en un terrible ritual sectario.
No todos los otakus tienen los ojos rasgados. Occidente ha caído rendido ante la fascinación del lejano Oriente, desde que se abrieron los puertos de Japón al comercio internacional a mediados del siglo XIX, y millones de niños, jóvenes y adultos de todo el mundo consumen con avidez mangas y animes, comen sushi, udon, sashimi o teriyaki, practican kárate, judo o aikido en academias de artes marciales, aprenden la delicada disciplina del arreglo floral llamada ikebana, destruyen los tímpanos de sus vecinos con el karaoke, visten cómodos kimonos para andar por casa o aprenden el pulcro arte de la caligrafía japonesa y sus complicados kanjis en escuelas oficiales de idiomas.
Son muchos los que se han preguntado acerca de como ha sido posible que la industria cultural de un país que tiene códigos tan especialmente propios y aparentemente inexportables, como los de Japón, haya penetrado tan profundamente en Occidente y a este fenómeno desconcertante lo han llamado ‘japonismo‘. Siguen buscando las claves y los secretos que les permitan comprenderlo.
El siglo XVII japonés es uno de los focos principales de atención de la cultura occidental, y empieza con la llegada al poder del primer Shogun del clan Tokugawa, Ieyasu Tokugawa, que decidió gobernar desde su castillo situado en Edo, la ciudad que hoy conocemos como Tokio. Durante este periodo de paz, llamado Edo, se cerró y aisló todo el país a cualquier tipo influencia extranjera, y solo la ciudad portuaria de Nagasaki se dejó abierta al comercio exterior. Este aislamiento despertó la curiosidad de Occidente y cuando por fin, tras la restauración Meiji, los ojos de los europeos pudieron volver a ver los secretos que durante doscientos cincuenta años les habían estado vetados descubrieron cosas tan sorprendentes como el colorido teatro kabuki, los grabados policromáticos ukiyo-e, los castillos fortificados shori, los majestuosos torii de acceso a los recintos sagrados, los jardines zen como manifestación espiritual de su cultura, la delicada ceremonia del té, las poesías haiku, el teatro de marionetas bunraku, los samurais y su riguroso código moral conocido como el bushido, los ronin, los misteriosos y letales ninjas, las geishas, etc…
En el caso de los samurais, su momento más destacado había tenido lugar unos doscientos años antes, en el período Sengoku, entre 1467 y 1568, una época de gran inestabilidad y continuas luchas de poder entre los distintos clanes existentes, y durante la restauración Meiji su luz ya se estaba apagando. La caída del shogunato Tokugawa y el fracaso de la rebelión Satsuma significó su fin, se abolieron sus privilegios sociales y legales, y fueron borrados de la faz de Japón. El 24 de septiembre de 1877 se considera que fallecía el último samurai, Saigo Takamori, abatido por las ametralladoras de la Armada Imperial Japonesa. Cuando los secretos del archipiélago japonés finalmente se desvelaron americanos y europeos, a partir de 1850, el destino de la élite militar que gobernó el país durante cientos de años ya estaba sellado.

“Samurái: El corazón del profeta” del guionista Jean-François DiGiorgio, el dibujante Frédéric Gênet y la colorista Delphine Rieu es una serie de cómics del género del BD francobelga editada originalmente en francés por Soleil Productions (nueve volumenes hasta el momento, además de un spin-off titulado “Samurai Légendes” con tres volumenes publicados), que Yermo Ediciones ha publicado en castellano con una primera entrega que recoge los cuatro primeros álbums de la saga, que forman un ciclo autoconclusivo: “Le Coeur du Prophète”, “Les Sept Sources d’Akanobu”, “Le Treizième Prophète” y “Le rituel de Morinaga”.
La historia ideada por DiGiorgio nos traslada a un periodo inconcreto de la historia de Japón, posiblemente durante el antes mencionado período Sengoku, y a un lugar inconcreto aunque remoto del archipiélago para contarnos como un ronin errante llamado Takeo se ve envuelto en una terrible conspiración tejida por Akuma, un noble caído en desgracia que quiere traicionar al Emperador aprovechando un poderoso y terrible secreto oculto en un sepulcro durante cientos de años y al que se refieren como el décimo tercer profeta. Mientras Takeo busca respuestas a su misterioso pasado, lleno de sombras e interrogantes, se verá inevitablemente empujado a luchar contra Akuma y sus ejércitos para evitar el oscuro destino al que parece abocado el Imperio.
Este primer volumen de Yermo Ediciones nos presentará al ronin Takeo, un samurai errante de espíritu noble y dotado con grandes habilidades para el combate, que busca respuestas para su pasado misterioso en el que se mezclan un extraño tatuaje en la espalda, un secreto escondido en una isla sin nombre (con la que abre el primer álbum y cierra el cuarto), una familia asesinada y un hermano mayor que desapareció sin dejar rastro. Acompañado por un ‘sidekick’ de formato clásico llamado Shiro, discípulo y sirviente, un Sancho Panza oriental perezoso, glotón, lascivo y gruñón que carece de todos los valores que su señor ostenta, la historia que DiGiorgio, Gênet y Rieu nos cuentan en “El corazón del profeta“, “Las siete fuentes de Akanobu“, “El decimotercer profeta” y “El ritual de Morinaga” nos dejará con todos los interrogantes acerca de Takeo pendientes de respuesta, aunque su enfrentamiento contra Akuma y las guerreras del decimotercer profeta, las tres Hijas de las Tinieblas, concluye aquí. De todas maneras, las letales guerreras inmortales enfundadas en aterradoras armaduras se ganaron merecidamente una precuela de la historia original, esas tres entregas “Samurai Légendes” que antes hemos comentado, ubicadas dieciseis años antes del enfrentamiento entre Takeo y las tres hermanas.

“Samurái: El corazón del profeta” es una obra repleta acción y emoción, con un ritmo endiablado y una brillante representación gráfica de los combates de estilo oriental, tanto por los movimientos propios de las artes marciales como por las armas. La ambientación está muy documentada, aunque en ningún momento se ubica en un lugar ni un tiempo determinado. Pero, lamentablemente, la acción prevalece por encima de la historia, que resulta algo confusa, desordenada y desdibujada, e incluso del dibujo, que el propio Frédéric Gênet califica de improvisado y abocetado en busca de dotarlo de energía y espontaneidad. Sirva como ejemplo, para no desmerecer demasiado la labor del dibujante belga con poca producción en su curriculum (“Mygala” y “Les filles del soleil“, además de los nueve álbumes de “Samurai”), que la magnífica portada del álbum de Yermo sobresale notablemente por encima del nivel general de las páginas interiores, incluyendo las splash pages.
Pese a estos detalles que pueden desalentar a algunos lectores potenciales y decepcionar a algunos compradores, puesto que el precio del cómic es elevado, es preciso señalar y aplaudir que este cómic casi consigue algo realmente complicado como es aunar la tradición clásica del formto y la composición del BD francobelga, así como la definición de personajes y arquetipos, con el dinamismo y la acción endiablada del manga shonen, de mangas de samurais como “Vagabond“, “Lone Wolf and Cub“, “Kenshin” o “La espada del Inmortal“, tanto en el aspecto narrativo como en el gráfico. E incluso se puede detectar la influencia de la espectacularidad de los cómics americanos, con páginas que se despliegan ante la vista y nos proporcionan una experiencia visual y narrativa, tal y como la misma editorial se encarga de destacarnos.
No es la primera obra del género que lo intenta, ni la primera que casi lo consigue, y queda un escalón por debajo del añorado “Kogaratsu” de Bosse y Michetz, de “El viento de los dioses” de Patrick Cothias y Adamov, o de los ciclos de “Okko” que Yermo Ediciones nos está recuperando, pero es una entretenida historia de aventuras muy bien ambientada en el Japón medieval, repleta de katanas, yorois, wakisashis, tantos, yumis, naginatas, kusarigamas y kunais que harán las delicias de los más ‘japonistas’ de occidente.
Samurái: El corazón del profeta.
Guión: Jean-François DiGiorgio
Dibujo: Frédéric Gênet
Color: Delphine Rieu
Formato: 22,3×31,2cm. Cartoné. Color
ISBN: 978-84-16428-06-9
Páginas: 200
Precio: 42,00 euros
A ver, yo entiendo que estafa es cuando te quedas tú el dinero, no cuando el dinero es un donativo…