Un inicio trepidante y original, que se diluye a medida que avanza la historia, pero que deja un buen sabor de boca. Ese es el resumen de nuestra valoración de “Don“, del escritor Antonio Simón, editada por el Grupo AJEC.

image1Año 2020. El científico Óskar Bogusky ha realizado un descubrimiento revolucionario: el pensamiento es una onda que tiene la capacidad de influir sobre los demás. Los pensamientos de aquellos que nos rodean nos resultan tan esenciales como el propio oxígeno. Bogusky es también la primera autoridad mundial en la enfermedad que asola el planeta. Una enfermedad que se ceba en los seres solitarios sobre los que nunca recaen los pensamientos de los otros. Es el caso de Rosaura, una niña de diez años, sin familia ni amigos. Rosaura ha dividido el mundo en dos espacios geográficos: DENTRO, el interior del hospital donde vive y se encuentra a salvo, y FUERA, el resto del mundo, un vasto territorio en el que, como un pez fuera del agua, sólo puede permanecer por tiempo limitado. Y aquí surge el gran dilema: vivir encerrada en lugar seguro o salir y exponerse a la muerte para encontrar la única medicina capaz de curarla. Una medicina que está en todas partes…, o en ninguna.

Lo primero que sorprende de “Don” es su extensión. Si nos ceñimos a la definición tradicional vinculada al número de páginas o de palabras, la historia que el escritor vizcaíno Antonio Simón relata en 185 páginas podría ser más bien un cuento o un relato corto que una novela. Esta afirmación, como es evidente, es muy relativa y poco fundamentada pues se presupone que el cuento o el relato corto tienen una extensión breve, pero también ciñen el argumento a una única trama, a pocos personajes y presentan una complejidad menor que en la novela. Esto no sucede en “Don”, como veremos más adelante, y además los académicos de la literatura aún hoy se contradicen los unos a los otros intentado definir con precisión que es y que no es un cuento o una novela. Para Cortázar, por ejemplo, el cuento se relaciona con la fotografía y la novela con el film. No es una cuestión de extensión. Sea como sea, el “volumen” del producto que ofrece “Don” es escaso y se lee en un suspiro.

El segundo elemento que sorprende de “Don” se manifiesta en sus primeras páginas, en los primeros capítulos del libro. Es un soplo de aire fresco por innovador, atrevido y original. El personaje principal de “Don”, una niña huérfana llamada Rosaura, tiene un extraño don que le permite soñar en los acontecimientos antes de que sucedan. Para plasmar esta situación en el papel el autor emplea una mecánica muy inteligente: dedica un capítulo al sueño premonitorio y el siguiente, a la realidad posterior en la vigilia. Recuerda, un poco, al sistema de dos tintas de colores empleado por Michael Ende en su “La Historia Interminable” para ubicar las aventuras de Bastián en el mundo real o el mundo de Fantasía. Así, Antonio Simón ofrece una segunda oportunidad a su protagonista para evitar los conflictos y los problemas que se le han presentado durante el sueño, y ofrece al lector un conocimiento que comparte, en confidencia, con la niña fugitiva. Los sueños le sirven a la chiquilla para elegir la decisión correcta y no cometer equivocaciones, para superar los problemas derivados de las elecciones erróneas que ya ha sufrido mientras dormía. Lamentablemente, Simón renuncia a este esquema en la segunda mitad del libro.

Y el tercer elemento distintivo de este libro es la variedad de géneros diferentes que llega a tocar. “Don”, en sus casi doscientas páginas, tiene algo de thriller, un poco de novela negra con gángsters de vieja escuela, unas pizcas de fantasía, un mucho de ese realismo mágico tradicional de la literatura hispanoamericana que con Gabriel García Márquez alcanzó la excelencia, e incluso trazas de ciencia-ficción cuando la protagonista descubre los laboratorios del doctor Óskar Bogusky. “Don” es muchas cosas a la vez, y pretende explicar muchas cosas distintas. Este baile se convierte en un lastre que, en ocasiones, desorienta al lector. ¿Es una proclama a favor de la naturaleza, que entronca directamente con el cine de Hayao Miyazaki (“La Princesa Mononoke”) y que presenta un mundo natural con alma? ¿Una visión personal de la hipótesis de Gaia que propone nuestro planeta Tierra como un organismo vivo? ¿Una historia de esos poderes ocultos en las sombras que dominan y dirigen el mundo, como el club Bilderberg, los Illuminati,… el Vórtice o los telépatas? ¿Una novela sobre una pobre huérfana enferma en busca de un hogar donde recibir el cariño y la atención que merece? ¿Un thriller acerca de una investigación científica trascendental que debe sortear saboteadores y empresas ambiciosas que conspiran para apoderarse del conocimiento? ¿Una visión crítica de nuestra sociedad egoísta donde la soledad cada día está más presente?
En “Don” hay un poco de todo esto, y más, pero la trama de la primera novela de Antonio Simón, un autor fogueado ya en narraciones más cortas, es sencilla: Rosaura es una niña huérfana que se escapa de un hospital donde se encuentra internada a causa de una extraña enfermedad. Sin destino concreto, sin motivo aparente, sale de los muros de su encierro en busca de curación de su dolencia y de una familia que la acoja en su seno.
Pese a la simplicidad de la trama, la historia desarrolla, tal y como hemos comentado antes, muchos hilos argumentales distintos: la búsqueda de una cura para la misteriosa enfermedad de los “no pensados” que afecta a personas solitarias sobre las que no puede recaer los pensamientos ajenos, la búsqueda de las dos Esferas Herméticas que son armas de gran poder de destrucción en las manos equivocadas, la sociedad secreta de los Telépatas que luchan por hacer un mundo mejor frente a las políticas empresariales amorales, la naturaleza personificada en Hea, las Entrañas y el singular elemental de la naturaleza Paracelso en busca de la cura de la Humanidad, la lucha de una niña solitaria en busca de un hogar en una sociedad donde abunda la falta de solidaridad y el olvido a los abandonados,… siempre con un tono de narrativa fantástica o de novela de aventuras, pero sin caer en la ingenuidad. “Don” no es literatura infantil, pero podría entrar en el perímetro de las obras dirigidas a un público juvenil.

A los tres elementos anteriores, y para cerrar este repaso a los aspectos más relevantes del libro de Antonio Simón, se añaden los personajes que nos dan forma a la historia y las referencias, buscadas y ocasionales, que transpira el libro.
Los personajes de “Don”, salvo el protagonismo exclusivo de Rosaura, son meros acompañantes. Ella es el centro de todo, el foco central de todos los escenarios de la aventura, de todos los acontecimientos que se suceden de forma ordenada. El resto de los personajes entran y salen de la narración de forma ágil, casi gratuita, en ocasiones sorprendente. Desaparecen de repente para no volver a asomarse más en el libro. Se les espera infructuosamente y no regresan. La mujer con la que la chiquilla coincide en el tren llamada Mae, el investigador Óskar Bogusky, la amiga del orfanato Emma, la vieja que yace en la cama Magda, la telépata Olga, el malvado “Sombrero”,… La mayoría de ellos, además, son muy planos: los malos son muy malos y los buenos, muy buenos. No hay grises.
Las referencias que se pueden llegar a encontrar en “Don”, si las queremos encontrar, también son numerosas. Antes ya hemos mencionado las películas del director japonés Hayao Miyazaki de Studio Ghibli, o las teorías conspiratorias de dominación mundial. A ellas añadimos que el hospital infantil, con aires de orfanato de postguerra, remite a los primeros compases de la película de animación “Nocturna”. La aventura, a veces irreal, de Rosaura nos recuerda a una niña llamada Alicia en sus surrealistas aventuras en el País de las Maravillas, desorientada ante aquello que se va encontrando y que no comprende. De hecho en Rosaura también vemos a la Momo de Michael Ende. Niñas, pero ni ingenuas ni desvalidas. El poder gélido de la indiferencia nos hace regresar a la Nada de “La Historia Interminable” y los afectados por la Esfera Hermética del Pensacero son zombies propios de ese género de moda de los muertos-vivientes o de Los Otros de “Canción de Hielo y Fuego”,…

En “Don” cada lector puede encontrar diferentes enfoques que, además de entretener, le obligarán a pensar sobre el mundo que le rodea. Hay niñas inocentes, telépatas misteriosos, científicos brillantes, malvados de corte clásico, historias para emocionar, aventuras para enganchar al lector, criaturas fantásticas,… pero debajo de todo ello hay una profunda mirada crítica al complejo mundo que nos rodea. Evasión y reflexión.

Don.
Autor: Antonio Simón
Editorial: Grupo Editorial AJEC (
www.grupoajec.es)
Colección: Albemuth num. 28
Diseño de portada: Rosa González de Juan
Fotografía de portada: Alberto Ruíz Lopez
Fecha de publicación: Marzo del 2010
ISBN: 978-84-96013-75-9
Formato: 22x15cm. Rústica con solapas
Páginas: 185
Precio: 10 euros