Ágora” se ha convertido por méritos propios en una de las películas más destacadas del cine español del presente 2009. Después de ser un auténtico éxito en la taquilla y semanas después de su estreno ha llegado el momento de comentar nuestras impresiones sobre ella.

 

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País: España.
Duración: 126 min.
Género: Drama, cine histórico.
Interpretación: Rachel Weisz (Hipatia), Max Minghella (Davo), Oscar Isaac (Orestes), Ashaf Barhom (Amonio), Michael Lonsdale (Teón), Rupert Evans (Sinesio), Homayoun Ershadi (Aspasio), Omar Mostafa (Isidoro), Oshri Cohen (Medoro), Sammy Samir (Cirilo), Richard Durden (Olimpio), Yousef Sweid (Pedro).
Guión: Alejandro Amenábar y Mateo Gil.
Producción: Fernando Bovaira y Álvaro Augustin.
Música: Dario Marianelli.
Fotografía: Xavi Giménez.
Montaje: Nacho Ruiz Capillas.
Diseño de producción: Guy Hendrix Dyas.
Dirección artística: Guy Dyas.
Vestuario: Gabriella Pescucci.
Distribuidora: Hispano Foxfilm.
Estreno en España: 9 Octubre 2009.

Ya han pasado unas semanas desde el estreno de Ágora. A nivel de recaudación, de momento, ha sido todo un éxito; aunque las impresiones que provoca en el público van desde quienes dicen que les parece un poco lenta y por momentos aburrida a quienes la consideran una obra maestra, una más de Alejandro Amenábar.

Personalmente me parece una muy buena película  pero el recuerdo le va haciendo perder un poquito de peso específico. Creo que a quien no les gustara tanto cuando la vio le pasará al contrario e irá ganando y es que estoy convencido que “Agora” alcanzará su lugar cuando todos la hayamos “mascado” a fondo y pase el tiempo.

Lo que quiero decir de la película es prácticamente todo bueno y si algún pero le pondría es únicamente que su argumento y tratamiento hace que no la vivamos, por así decirlo, “con las tripas” que es lo que a todos realmente nos gusta. Me refiero que uno ve los acontecimientos más como espectador que como participe y aunque eso fuera realmente lo que quería Amenábar perjudica un poquito a la intensidad de la película. Vi en una entrevista que Amenábar decía que quería que la película tuviera una emoción “intelectual” y se refería a que el verdadero drama que se nos cuenta es el de la ciencia frente a la sinrazón del integrismo y el fanatismo de las ideas y creencias. En realidad esta película, aunque se centra en Hypatia y muestra también un drama personal, trata sobre un drama científico, la pérdida del saber contenido en la biblioteca de Alejandría o los avances del pensamiento masacrados por la sinrazón. Por todo esto “Ágora” es una película que gustará más a quien dedica su vida a la investigación, a la ciencia, a la cultura o al arte porque serán ellos quienes le sacarán todo su jugo a esa emoción “intelectual”. Y no quiere decir esto que otra persona no pueda emocionarse igualmente sin ser de este grupo, pero, para que se me entienda, es más fácil emocionarse con la historia de William Wallace en “Braveheart” que con la de Hypatia en “Agora”.

Por todo lo dicho, por su punto de partida y planteamiento, Alejandro Amenábar vuelve a revelarse como un director muy valiente y ambicioso. Siempre lo ha sido, pues no era nada fácil hablar en su momento de un tema tan controvertido como las snuff movies y lo hizo en “Tesis”; no era fácil jugar con la realidad como hizo en “Abre los ojos”, no era fácil hacer una película de terror psicológico con la base argumental de “Los otros” y por su puesto era dificilísimo contar la historia de Simón Sanpedro (“Mar adentro”) convirtiéndola en una de las mejores películas que hemos visto en los últimos años. En “Ágora” asume de nuevo un amplio abanico de riesgos, se la juega arriesgándose a una polémica social al situar la acción en un momento histórico en que los fanáticos eran los cristianos (¡¡qué inteligente y qué calculadamente irónico resulta esto en los tiempos actuales pues obliga a replantearse posiciones y actitudes a quienes vean la película!!!), habla sobre el saber y la ciencia (algo sorprendente de ver en el cine en los tiempos que corren en los que parece que solo vende la diversión facilona de las emociones fuertes), le da el protagonismo de su película a una mujer que renuncia al amor por el conocimento (nadie lo haría de motu propio y mucho menos ahora que la mujer se ha liberado y no quiere renunciar a nada) y se lanza a reconstruir una época y un lugar tal como fue haciendo el mayor gasto económico que hasta ahora haya hecho una película española (50 millones de euros, ahí es nada).

Alejandro Amenábar ha hecho cinco películas y particularmente creo que todas ellas son de quitarse el sombrero, todas valientes, todas te llegan, te zarandean y te hacen pensar y todas están muy trabajadas, cosa que se nota en cada escena y en cada toma.  Y lo mejor de todo es que todas han tenido éxito y han causado un revuelo social y cinematográfico. No estamos ante un director cualquiera, Amenábar tiene inquietud, demuestra con cada película ambición y deseo por superarse y por aunar arte y espectáculo. Como él dice siempre hace la película que le gustaría ver como espectador pero yo añadiría, que por difícil que sea  su temática o planteamiento siempre trata de conseguir el ritmo narrativo y mostrar en pantalla imágenes que gusten al espectador. Por así decirlo es un director todo terreno, que pretende aunar arte y espectáculo, y eso le sitúa en la línea de Alfred Hitchcock, Stanley Kubrick, Steven Spielberg o M. Night Shyamalan, todos ellos directores muy minuciosos, que estudian al detalle todo lo que van a filmar y que pretenden gustar al público pero a la vez hacer arte. Es lo que tyo entiendo como un director “total”.

“Ágora” me parece un prodigio de película independientemente de que te guste más o menos, que te llegue más o menos o que tenga más o menos peso en tu recuerdo. Es una película muy trabajada, muy minuciosa y se nota que está realizada con mucho mimo. Los decorados sorprenden porque están realmente bien y ciertamente se nota que se ha invertido mucho dinero en ellos. Para mí, que recientemente he estado en Egipto, ha sido una gozada comprobar en esta película una ambientación tan cuidada y con ese afán de realismo porque lo que se ve es como lo que puedes ver en Egipto pero reconstruido y hecho real. En ese sentido la película es un acierto, pero creo que también lo es la reconstrucción de la época a todos los niveles, que es algo de agradecer porque viajar en el tiempo, penetrar en otro momento histórico es algo no muy habitual en el cine en estos momentos y casi nunca lo ha sido a nivel realista porque casi todas las películas históricas que podemos rescatar suelen tener un tono épico algo alejado de la realidad (en ese sentido “Ágora” se acerca más al tono de series como “Roma”, otra delicia por cierto).

La película está muy bien ambientada pero también está muy bien reconstruido el momento y el lugar, está muy bien explicado el choque de culturas y creencias y el hervidero social que vivía Alejandría entre paganos, cristianos y judíos) y por su puesto las tramas políticas son un pilar muy importante del argumento y están perfectamente presentadas. Esto lo hace muy bien Amenábar, nos mete muy bien en situación y nos explica muchísimas cosas con sus imágenes, es casi lo mejor que puede decirse de una película como Ágora, que nos hace viajar al momento y nos hace vivir la situación.

Las imágenes son uno de los puntos fuertes de la película y también de Alejandro Amenábar y de Mateo Gil (no nos olvidemos de Mateo Gil, que lleva trabajando con Amenábar desde el principio y firma con él los guiones y le ayuda en la filmación). Cada escena está estudiadísima e impactan muchas de ellas como las tomas cenitales (una brillante aportación de esta película porque se acomoda a la temática, nos da la perspectiva de las estrellas y nos acerca desde el espacio localizando la acción en un lugar del mundo). Me gustaron mucho todas aquellas en las que se ve Alejandría desde el cielo, aquellas que se van acercando como hiciera Google earth o aquellas, en las que más cerca de la acción nos muestran lo que ocurre desde arriba (sensacional la toma de la Biblioteca con los cristianos, con sus ropajes negros, corriendo por el patio con las imágenes aceleradas como si de hormiguitas fueran y lo son desde un punto de vista alegórico porque actúan como tales, instintivamente, alentadas por un impulso inconsciente y fanático). Otras escenas maravillosas son aquellas en las que Hypatia va avanzando en sus teorías astronómicas porque a parte de que están muy bien explicadas, resultan ciertamente emocionantes (la subtrama de las errantes me parece fascinante y de los más intenso que podemos ver en la película, lo es la escena en la que, por la noche, el anciano comenta las teorías de Aristarco sobre el sol como centro de la galaxia, que es algo que en esa época no creían posible). Escenas magníficas hay muchas más y esta película demuestra una vez más la minuciosidad visual de sus creadores, el deseo por contar la historia desde el mejor punto de vista posible y de la mejor manera posible (lo es el volcar la cámara cuando los cristianos ponen “patas arriba” la biblioteca de Alejandría, porque visualmente se explica lo que está pasando). Cuando hablo de “creadores” incluyo a Mateo Gil porque el propio Amenábar en una de sus entrevistas reconoció que las mejores tomas de segunda unidad habían sido rodadas por aquel.

Por su puesto todas las imágenes están al servicio del argumento, que es complejo porque trata muchas cosas a la vez. Me parece una historia muy complicada de llevar a la pantalla y sin embargo lo han resuelto a la perfección. Hay un momento histórico muy complejo que explicar, pero también hay una historia personal llena de recobecos, la de Hypatia que se debate entre su pasión por la ciencia y el amor que llama a su puerta (lo hacen Orestes de manera explícita y Davo en silencio) pero además están todas las intrigas socio-políticas en las que se mueve este personaje. Son muchas cosas que explicar y el guión las amalgama con acierto. Como vengo diciendo desde el comienzo de esta película, este proyecto es muy ambicioso, porque pretendía muchas cosas y en todas sale airoso.

“Ágora” es una película que te cambia, de esas en las que se produce un antes y un después. Se disfruta viendo si logras entrar del todo en ella y lo haces gracias esencialmente a la pasión que pone por el personaje una magnífica Rachel Weisz (el resto de actores están correctos sin más, yo en todo caso destacaría a un sensacional Ashraf Barhom como Amonio al frente de los parabolanos). Su visionado te zarandea, te hace pensar y te susurra cosas. El tema principal reside en su mismo título: el ágora es el lugar donde la gente se reunía a dialogar y a discutir. Dos o más puntos de vista, por contrarios que sean y más si lo son, deben dialogar para entenderse y respetarse y seguir avanzando como fruto de ese entendimiento. El diálogo y la palabra, en contraposición con la violencia y el fanatismo, han de ser los puntos de apoyo del ser humano cuando se enfrentan distintas maneras de entender el mundo y la realidad. Es el espíritu científico, el enfrentamiento dialogado de teorías o posturas lo que nos permite avanzar y es el fanatismo, el terrorismo ideológico de quienes intentan imponer sus ideas lo que nos hace retroceder y destruir lo que con tanto empeño hemos construido durante siglos (como por ejemplo ocurrió con la Biblioteca de Alejandría).

“Ágora” es una película valiente y no sólo por su planteamiento y argumento y porque va contra corriente de gran parte del cine que se hace en estos momentos sino sobretodo porque sale a la palestra aún a sabiendas de que será atacada por aquellos a los que realmente critica o quizás sea por eso, para descubrirlos y desenmascararlos. Quien crea que “Ágora” ataca al cristianismo demuestra que no ha entendido nada en absoluto, pues haber quien los hay. Es la mejor demostración de la tesis que defiende esta película, entendernos unos a otros es muy complicado, por eso mismo hace falta más respeto, más voluntad de entender las posturas que no entendemos, nos hacen falta más “Ágoras”.