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En 1981, un desconocido director llamado Sam Raimi inició con “The Evil Dead“, y un presupuesto ínfimo, una de las sagas más innovadoras del cine fantástico y de terror, que sorprendió a propios y extraños con una mezcla de gore con sangre y vísceras con un humor negrísimo. La historia cuenta que el maestro de la literatura de terror Stephen King vio la película en una sesión especial del Festival de Cannes, fuera de concurso, se enamoró de ella y se convirtió en la causa principal por la que esta obra amateur encontrase un distribuidor, llegase a los cines y se convirtiese en un clásico de culto, dando lugar a secuelas (“Terroríficamente muertos” y “El ejército de las tinieblas“), remakes, spin-offs, videojuegos, cómics, una serie de televisión (“Ash vs. Evil Dead“), e incluso musicales.

La historia de “Posesión infernal“, escrita por Raimi, nos contaba como un grupo de veinteañeros se instalaban en una cabaña de madera en el bosque y, por error, invocaban a unas terroríficas fuerzas demoníacas que les iban a asesinar a todos… salvo a uno. Ash, interpretado por Bruce Campbell, sobrevivía a la matanza (aunque en el remake que nos regaló el director uruguayo Fede Alvarez en 2013 Mia es la única superviviente del grupo de amigos). Un argumento que puede parecer convencional y que se ha repetido hasta la saciedad, pero que toma como referencia el “Halloween” de John Carpenter o el “Friday the 13th” de Sean S. Cunningham y les da una vuelta de tuerca, y su originalidad, muchísima imaginación, el sentido del humor negrísimo y el estilo único del Raimi director, repleto de ingeniosos recursos visuales, la gestión del ritmo o la capacidad de generar tensión en el espectador con muy pocos elementos, ayudó a que una nueva generación de jóvenes realizadores de cine de terror tuviesen su oportunidad.

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