A lo largo de treinta películas de producción japonesa, desde su primera aparición en 1954 (menos de diez años después después de las bombas atómicas sobre Hiroshima y Nagasaki), y un par de remakes norteamericanos, el daikaijū ‘Gojira’ amenazaba con destruir Tokio en cada una de las películas de los estudios Tōhō que aparecía, en una época donde el pavor por lo nuclear y la Guerra Fría alcanzaba todos los rincones del mundo. Y este gigantesco dinosaurio mutante se convirtió en un icono de lo monstruoso y temible que hoy, sesenta años después de su primera aparición, es un referente de la cultura popular.

Pero las autoridades japonesas han olvidado y perdonado la destrucción causada por Godzilla y han concedido la ciudadanía japonesa, con papeles oficiales incluidos, y un estatus de residente especial de Tokio. ¡Un ejemplo más que todo el mundo puede redimirse y convertirse en un activo positivo de la sociedad! Felcidades, Godzilla. Omedetoo, Godzilla San.

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