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La oscuridad nos da miedo porqué no sabemos que se esconde entre las sombras. Por ese motivo el cine han explotado este temor ancestral e irracional de todos los seres humanos y se han creado muchas películas de terror que se sostienen sobre el negro, la noche, la bombilla que parpadea en el sótano, la ausencia de luz, aquello que se esconde debajo de la cama, y explotan nuestro miedo a lo que no podemos ver. Pero, ¿se puede provocar miedo con una película cuyos hechos suceden a plena luz del día, bajo el sol del verano? Por supuesto, y si no os lo creéis os invitamos a ver “Midsommar“, una película de Ari Aster del año 2018 que no dejó a nadie indiferente. Era una película que se enmarcaba en el género del terror, estrenada con una calificación R pero el calificativo que más se ajustaría a lo que nos ofrecía sería el de perturbador. Angustioso e inquietante.

En la película nos contaron como la norteamericana Dani, su novio Christian y Josh y Mark, amigos y compañeros estudiantes de posgrado en antropología, viajan a una remota aldea sueca, donde serán testigos de una celebración del solsticio de verano muy singular. Sin embargo, Dani todavía se está recuperando de una terrible tragedia personal y su relación con Christian no está en el mejor momento, ya que él quiere romper con ella pero está esperando al momento adecuado. Así, lo que comienza como un retiro idílico en un festival de amor, flores y júbilo muy hippie se convierte rápidamente en una situación extraña e inquietante, a causa de los aterradores rituales del culto pagano de ese lugar donde el sol no se pone nunca.

Protagonizada por Florence Pugh (la Yelena Belova de “Viuda Negra” y la Amy de “Mujercitas”), Jack Reynor, Will Poulter, Vilhem Blomgren, William Jackson Harper, Ellora Torchia y Archie Madekwe, entre otros, “Midsommar” es una nueva demostración del talento del director y guionista Ari Aster para provocarnos escalofríos tras su brillante “Hereditary“. Y la aldea sueca de “Midsommar” lo es. No es “El bosque” de M. Night Shyamalan, aunque algunos se han empeñado en ubicarla en el subgénero del ‘folk horror‘ y buscar similitudes con “El hombre de mimbre” de Robin Hardy, del año 1973, pero ni de cerca. Es una película de terror a plena luz del día, y por eso es más aterradora aún: en la oscuridad puede haber algo, o puede no haber nada, pero en la aldea sueca de “Midsommar” está todo aquello que uno puede temer. No hay sustos, y no los necesita. La misma realidad puede ser terrorífica.

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