¿De verdad todavía no has visitado Troy? ¿No has tenido ocasión de conocer la fastuosa ciudad de Eckmul, de huir de los voraces trolls, de experimentar su singular magia en primera persona, de temblar ante la crueldad del malvado Thanos o de caer embelesado ante la seductora Cixi? Nunca es tarde, viajero, nunca es demasiado tarde, y Lanfeust de las Estrellas es la ocasión ideal.

yermo_lanfeustestrellas_portadaLanfeust, tras devolver la paz al mundo de Troy se embarca en un viaje que lo llevará al infinito y más allá. Acompañado por sus inseparables compañeros, el forzudo Hebus y la explosiva Cixi, además de por el siniestro Thanos, Lanfeust se adentra en el corazón de la rebelión galáctica, en busca de aliados que le ayuden a traer el equilibrio a la galaxia… y salvar el pellejo en el proceso.

Es apropiado empezar esta reseña de “Lanfeust de las Estrellas” hablando de la que, quizás, es una de las peores películas de la historia del cine. Y, posiblemente, de las más odiadas. “Los Inmortales II: El Desafío” (“Highlander II: The Quickening”) del director Russell Mulcahy consiguió hundir en la misera, de un solo golpe, una de las propuestas cinematográficas más interesantes de los años ochenta, “Los Inmortales“, con un argumento tan estúpido como incomprensible que alteraba la continuidad, la lógica y la base misma de la historia de la primera película. Desastre total, se mire como se mire, “Los Inmortales II: El Desafío” tuvo una pésima acogida en taquilla y crítica, merecida, y entre los diferentes motivos que explican el batacazo destacaron la decisión de explicar que el origen de los Inmortales era extraterrestre, convertir la lucha entre los inmortales en una aventura futurista con tintes ecologistas y recuperar, de forma pedestre, a Sean Connery en el papel de Juan Ramírez Sánchez Villalobos.

¿Y qué tienen en común Lanfeust de las Estrellas y “Los Inmortales II: El Desafío“? Que nadie se asuste, pues esta reseña no será un asedio ni un asalto sin cuartel al primer volumen de las aventuras galácticas de Lanfeust y compañía publicadas por Yermo Ediciones. No es esa la intención. De hecho “Lanfeust de las Estrellas” y la película de Russell Mulcahy tienen muy poco que ver, pero es cierto que este segundo arco argumental de “Lanfeust de Troy” se atreve con la misma premisa argumental que la denostada secuela cinematográfica de las aventuras del inmortal Connor MacLeod interpretado por Christopher Lambert: trasladar al espacio no solo las aventuras de los héroes sino también la explicación del origen de sus poderes mágicos de los personajes. Arriesgado, como poco. Por fortuna para todos, autores y lectores, el resultado de Lanfeust de las Estrellas no tiene nada más que ver con la infumable secuela de “Los Inmortales”.

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Lanfeust de las Estrellas (“Lanfeust des Etoiles”) es una nueva incursión en el mundo mágico de Troy, creado originalmente por Christophe Arleston y Didier Tarquin en los álbumes de “Lanfeust de Troy” para Soleil Productions, publicados entre los años 1994 y 2000, y que son todo un fenómeno dentro del mundo del BD francobelga puesto que han vendido más de 100.000 ejemplares de cada volumen en nuestro país vecino.

Este Lanfeust de las Estrellas es uno de los múltiples productos asociados a la serie madre, que ha producido desde un videojuego hasta varios libros-enciclopedia del mundo de Troy y de la saga (“Le Monde de Troy. L’Encyclopédie anarchique du monde de Troy”), pasando por un juego de rol, toda clase de merchandising y productos afines, juegos de cartas, una revista periódica de cómic de Soleil titulada “Lanfeust Mag” y varios spin-off. Entre estos últimos se cuentan los dieciseis volúmenes de “Trolls de Troy” emplazados dos siglos antes de las aventuras narradas por Arleston y Tarquin, los tres de “Les Gnomes de Troy” de Arleston, Dav y Tarquin donde versiones infantiles de los personajes de Lanfeust de Troy viven aventuras con grandes dosis de humor, los cuatro de “Lanfeust Odyssey“, los tres de “Les Conquerants de Troy” de Christophe Arleston y Ciro Tota, la versión manga “Lanfeust Quest” dibujada por Ludo Lullabi, las tres de “Cixi de Troy” de Christophe Arleston, Olivier Vatine y Adrien Floch dedicados a la pícara y desvergonzada Cixi y las ocho entregas de la colección “Légendes de Troy” dibujada por diferentes autores, entre las que se encuentran, por ejemplo, “Noche Azafrán” de Arleston, Melanÿn y Hérenguel o “Tykko del desierto” de Arleston, Melanÿn y Keramidas, ambos publicados en castellano por Yermo Ediciones.

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Esta versión ‘ciencia-ficción’ de las aventuras de Lanfeust es una secuela que empieza allí donde terminaba “Lanfeust de Troy“, una serie integral que Yermo Ediciones publicará en dos volúmenes y que nos devuelve el guerrero más divertido de la BD con aventuras completamente inéditas realizadas por los dos creadores del personaje, los míticos y prolíficos Scotch Arleston y Didier Tarquin, acompañados por el color de Claude Guth. La primera entrega incluye los cuatro primeros álbumes de la serie, más de doscientas páginas repletas de acción a raudales, humor, magia, algo de ciencia-ficción y mucha fantasía: “Un, dos… ¡Troy!“, “Las torres de Meirreion“, “Las arenas de Abraxar” y “Los bebedores de mundos“.

¿No es exagerado calificar a Arleston y Tarquin como ‘míticos’? En el mundo del cómic en Francia este adjetivo se ajusta bastante a Christophe Arleston, también llamado Scotch Arleston y nacido como Christophe Pelinq, una figura del bande dessinée francoblega de magia y fantasía, muy reconocido por su trayectoria como guionista. Nacido en Aix-en-Provence pero educado en la exótica isla de Madagascar, Arleston empezó su carrera profesional como periodista y guionista para la radio France Inter, y no llegó al mundo del cómic hasta 1992, cuando empezó a escribir algunos guiones para la editorial Soleil (por ejemplo, “Les Maîtres Cartographes“). Con ellos lanzaría en 1994 su celebrado “Lanfeust de Troy” y seguiría luego con la revista “Lanfeust Mag“. Su extensa producción abarca toda la serie de Lanfeust y compañía, “Simbad” con Alwett y Pierre Alary, colaboraciones con el dibujante Varanda en “Tolriq” y “Élixirs“, “Los Náufragos de Ythaq“, “Los Bosques de Ópalo“, “Los Fuegos de Askell“,… Casi todo lo que toca Arleston en Francia se convierte en oro, y somos afortunados de haber visto ediciones en castellano de la mayoría de sus obras.

Por su parte Didier Tarquin, al igual que Arleston, nació en Francia pero se crió en tierras lejanas. En su caso, en las tierras de Argelia bañadas por las arenas del desierto del Sahara. Su carrera profesional en el cómic comenzó en 1990 con Soleil, en “Les Maléfices d’Orient“, pero no sería hasta “Lanfeust de Troy” que vería reconocido su talento. Menos prolífico que su compañero, Tarquin se ha salido poco de su trabajo para el mundo de Troy, a excepción de “Röq“, “Ailes de Phaëton” con Serge Fino o “La Véritable Histoire des Krashmonsters” con Guillaume Bianco, Olivier Dutto y Adrien Floch.

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Lanfeust de Troy” nos había narrado las aventuras de un humilde aprendiz de herrero de la aldea de Glinin llamado Lanfeust que, en contacto con un artefacto de gran poder, descubría su habilidad para controlar todos los poderes mágicos del mundo de Troy. En un mundo en el que cada persona tiene un poder propio (y solo uno) él lograba acceder a todos en contacto con el marfil de la empuñadura de una espada, procedente de las lejanas Baronías, hecho de un trozo del animal fabuloso Magohamoth y eso lo convertía en un individuo muy especial, objeto de estudio por parte de lo sabios, de envidias y de amenazas. Esto iniciaba una cadena de acontecimientos que provocaron que Lanfeust se viese sumergido en un torbellino de aventuras, que le obligó a atravesar de arriba a abajo el mundo de Troy, acompañado por Nicolaso, un sabio de Eckmül encargado de activar y canalizar las habilidades mágicas de sus conciudadanos, sus hijas Cixi y C’ian, y el domesticado mediante un hechizo temporal troll llamado Hebus. Frente a él, la vil némesis de Lanfeust es Thanos Averroes, un malvado sabio que tiene el poder de la teleportación pero también sensible al poder del Magohamoth que, a lo largo de ocho álbumes, hicieron las delicias de miles de lectores con su magistral mezcla de aventuras, fantasía y humor.

En el primer volumen de Lanfeust de las Estrellas nos reencontramos con nuestros añorados Lanfeust, Cixi, Hebus y al malvado Thanos tras “La bestia fabulosa“, octavo y último álbum de “Lanfeust de Troy”. Un nostálgico Lanfeust vaga con Hebus por las campiñas en busca de aventuras mientras su apasionada Cixi le espera en la ciudad eterna de Eckmul, más furiosa que enamorada, y Thanos se pudre en los calabozos de la ciudadela, pero la llegada de una nave espacial que llega desde los confines del espacio pondrán patas arriba todo aquello que los habitantes de Troy habían creído hasta entonces, de ellos mismos, de su magia, de su planeta y del mismo universo. Juntos, aunque en ocasiones separados por las circunstáncias, viajarán a través de portales orbitales para verse inmersos en una contienda entre razas milenarias que quieren aprovechar los poderes de Thanos y Lanfeust para dominar el universo. Y si para ello es necesario traicionar, engañar, mentir y asesinar, no van atener ningún reparo en hacerlo. Como decía Maquiavelo en su “El Príncipe”, ‘el fin siempre justifica los medios‘.

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Los aficionados a la obra de Arleston ya sabemos que su planteamiento para el mundo de Troy era, como poco, original y distinto al que nos tenían acostumbradas las ambientaciones de fantasía, y con el dibujo de Tarquin conseguían otorgar al extenso universo de “Lanfeust de Troy” una ambientación sublime, repleta de múltiple imaginería fantástica de personajes, criaturas, monstruos, objetos, edificios, lugares, artefactos y paisajes, detalladamente reproducidos a lo largo de la saga. Un mundo tan inmenso, colorido y coherente que permitió crecer de forma exponencial y que, en Lanfeust de las Estrellas, mantiene vivo el concepto. Más todavía, la idea se expande y crece sin medida cuando los autores se liberan de las cadenas del mundo de Troy y empujan a sus personajes a otros mundos lejanos, donde no hay normas ni reglas a las que ceñirse. “Lanfeust de las Estrellas” es un bombardeo constante de ideas originales, de guiños, de cameos y de acción desenfrenada. Ideas originales, a montones en cada página. Cada nuevo planeta al que las aventuras de Lanfeust, Cixi y Hebus nos arrastran es una muestra constante de la desbordante imaginación de Arleston, que pone a prueba los lápices de un Tarquin que, de nuevo, demuestra que puede estar a la altura de lo que su compañero de viaje le exige. ¿Una colonia agrícola? Pues Tarquin dibuja una estación agrícola orbital creada por los príncipes mercantes, abandonada a su suerte en medio de ninguna parte. ¿Una arena donde organizar espectáculos? La luna Indy de Merrion, el coto privado de los Trece, donde los héroes se enfrentan a las pruebas más difíciles que sus enemigos pueden imaginar mientras sus hazañas se retrasmiten por televisión a todos los rincones de la galaxia. ¿Un reino acuático oculto? Como si fuese el Naboo de “Star Wars”, los dominios del príncipe Mpinhal. ¿Una isla habitado por mujeres como el mítico país de las amazonas? Un lugar en el que la Atalanta de Crisse hubiese encajado perfectamente. ¿El centro del poder del universo? El planeta Merrion, donde los trece príncipes mercantes deciden el destino de la galaxia. ¿Un planeta oculto? Las arenas de Abraxar, con un campo magnético que inhabilita los aparatos electrónicos salvo en los polos. ¿Algo de western? Las caravanas de Abraxas y las tabernas de Puerto Peebo… Y mucho más.

Guiños y cameos, a montones: ¿habéis encontrado al Metabarón o al Marsupilami? ¿Os habéis fijado en la similitud fonética entre la kryptonita de Superman y la ‘cripta tónica’ que inhabilita los poderes mágicos de Lanfeust? ¿Y la versión del capitán Ahab de “Moby Dick” a la caza de rorskal blanco o del agente secreto al servicio de Su Majestad? ¿Y la bola Pokemon, que aparece brevemente? ¿Y el nombre del príncipe mercante de Merrion, cuyo nombre se asocia a unas populares galletas rellenas de chocolate?… Y mucho, mucho más.

Y cientos y cientos de ideas originales que el prolífico Arleston incluye en los cuatro álbumes de Lanfeust de las Estrellas, a menudo como simples anécdotas, apuntes breves y menciones al margen y que a muchos autores hubiesen servido para construir una obra entera a su alrededor: las puertas orbitales, el vestido que cambia de forma a voluntad de quien lo viste, el juicio del preboste de Merrion que sirve como arbitro y juez supremo, el Orlheil que vuelve locos a los habitantes de Abraxar que no toman el antídoto, las taxas de Puerto Peebo, los pescadores que surcan los océanos de arenas de Abraxar a la caza de rorskals, los gusanos propulsores para desplazarse bajo las aguas,… Y mucho, mucho, mucho más.

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Como es habitual en la obra de Arleston, Lanfeust de las Estrellas nos ofrece un extenso repertorio de personajes, los conocidos principales y los nuevos y numerosos secundarios, un extenso reparto coral que acompañan y enriquecen la narración y proporcionan los detalles necesarios, las claves y los secretos que esconde la maravillosa historia: la agente Hielo del planeta Merrion, el Almirante Gingree de los rebeldes de Abraxar, el orgnobi Swiip y su caracola encerrado en éstasis durante milenios, el príncipe mercante Vekelar y el resto de los Trece, el capitán Grundwund y su tripulación, el agente Roh Siete, la amazona Qam y todas sus compañeras, los singulares y variopintos clientes de las tabernas, los bajos fondos, los mercados y los palacios de la galaxia,… Lamentablemente, no hay más trolls que nuestro querido Hebus.

¡Y las criaturas, exquisitas! Lanfeust de las Estrellas reúne un infinito catálogo, un muestrario de monstruos y razas digna del manual más extenso de la Tierra Media de Tolkien, el Ackbar de LeTendre y Loisel en “La Búsqueda del Pájaro del Tiempo” o los Reinos Olvidados de Ed Greenwood y R.A. Salvatore: los deliciosos smurgls que sirven como tentempié, los pacíficos blongos que se hinchan y salen volando cuando se asustan, el oscuro monstruo Calaween como experimento vegetal fallido, los diestros juglares de Dilith que amenizan las veladas de la corte de los Trece, las hordas de guls voladores en la arena de Indy, los chupasangres de hielo que consumen el calor de sus víctimas, los rorskals de cuyas glándulas se extrae el antídoto del Orlheil de Abraxar, los pacíficos ghomos, las larvas de hipovalgo que crecen en el cuerpo de su huésped como el Alien de H.R. Giger, los patacelsos que roban las aguas de otros planetas,… Todo ello con representado con miles y miles de detalles en cada viñeta que necesitan de varias lecturas para ser apreciados en su totalidad. Abrumador en cantidad, minuciosidad y calidad, la cabeza de Arleston y el lápiz de Tarquin, tan fresco, ágil y detallista como el primer día, nos ofrecen una imaginería fantástica de objetos, edificios, lugares, artefactos y paisajes, reproducidos con pulcritud y precisión en “Lanfeust de las Estrellas”, así como en los personajes y las criaturas que lo pueblan.

Como lo era “Lanfeust de Troy“, “Trolls de Troy” o “Cixi de Troy“, este primer volumen integral de es Lanfeust de las Estrellas una divertidísima y muy muy recomendable aventura ambientada en un mundo repleto de detalles que crece y crece con cada nueva página, un lujo para la vista, y un magnífico ejemplo de la fantasía épica que dominan con maestría inigualable al otro lado de los Pirineos, con “La Búsqueda del Pájaro del Tiempo” de LeTendre y Loisel, “La Espada de Cristal” de Crisse o “Las Leyendas de los Pueblos Olvidados” de Chevalier y Segur, entre muchas otras. El humor, la aventura sin pausa ni pretensiones y la originalidad desbordada están en el guión de esta historia, y la belleza, el ritmo, la compleja sencillez y la expresividad en su dibujo y color. El entretenimiento es la primera regla de los cómics de Troy, y Scotch Arleston y Didier Tarquin la cumplen aquí a rajatabla.

Lanfeust de las Estrellas.
Guión: Scotch Arleston
Dibujo: Didier Tarquin
Título original: “Lanfeust des Étoiles vols. 1 a 4”
Fecha de Publicación: Diciembre del 2015
ISBN: 978-84-16428-33-5
Tamaño: 22,3×31,2cm. Cartoné. Color
Páginas: 200
Precio: 40,00 euros