Uno de los momentos más escalofriantes jamás filmados sucede cuando los fenómenos de feria de la película “Freaks” realizan un ritual en el gritan a coro unas cuantas veces “¡Uno de los nuestros!“. Fabrice Colin y Joëlle Jolivet desarrollan una fábula inspirada en el rodaje de este clásico incombustible, “La parada de los freaks“.

Harry Monroe huye de una infancia terrible persiguiendo su sueño: el cine, hasta llegar a Hollywood, donde terminará trabajando en el rodaje de Freaks, la obra maldita de Tod Browning. Allí se verá atrapado en un ambiente opresivo y oscuro donde la realidad y el sueño, la vida y el cine, se confunden hasta las últimas consecuencias.

Aloha! Editorial apuesta por esta intrigante obra, cuyo título original es “Freaks Parade“. A colación del título, es curioso que el filme original se llamara “Freaks“, su símil castellanizado fuera “La parada de los monstruos” y aquí Aloha! la haya traducido a “La parada de los freaks“, quizá influida por la popularidad del vocablo inglés en nuestra habla cotidiana. En cualquier caso nadie puede llevarse a engaño ya que la cubierta incluye a todos y cada uno de los fenómenos que protagonizaron la película de 1932 y nos adentraremos en las entrañas del rodaje del film de Tod Browning.
Para entender esta obra no es obligatorio recordar o haber visto la película, pero sí muy recomendable. Recordemos que este peliculón estuvo retirado de la circulación por la propia productora Metro, que en un principio redujo su metraje de noventa minutos a apenas una hora tras el fracaso en la taquilla americana. El público se sintió horrorizado ante el desfile de deformidades, y dicen las malas lenguas que el visionado provocó desmayos y hasta un amago de aborto. El presidente de la Metro, Irving Thalberg, la defendió a capa y espada, pero no consiguió salvarla del naufragio. Treinta años después de su estreno, en los años sesenta, fue proyectada en el Festival de Cine de Venecia, con gran éxito de crítica y a partir de entonces fue considerada un clásico de culto.
Basada en la historia “Espuelas” (“Spurs“), en la que Hans el Enano y la trapecista mantienen una relación que acaba en tragedia y venganza, fue sugerida a Browning por el propio actor de pequeño tamaño, Harry Erales, durante el rodaje de “El trío fantástico“. Otras fuentes indican que el origen es completamente diferente. El caso es que la historia se centró en los trabajadores del circo de fenómenos, que incluían varios enanos, gente nacida con malformaciones, sin piernas ni brazos, una mujer barbuda, un hombre esqueleto, unas hermanas siamesas, entre muchos otros, siendo las hermanas Cuco las más recordadas de la función. Todos ellos tienen su momento de gloria en la presente narración en cómic.
Aunque “Freaks” es considerada una película de terror, es más una cinta de intriga con momentos terroríficos. La productora filmó un nuevo principio y también un final feliz, para aligerar semejante infierno para el espectador.
Fabrice Colin y Joëlle Jolivet narran esta historia como si de una autobiografía se tratase, creando para ello al personaje de Harry Monroe, cuya apesadumbrada infancia es contada en las primeras páginas de este libro. Para huir de su día a día, se refugia en las salas de cine para ver lo que hoy son clásicos como “El nacimiento de una nación“, “El hombre mosca“, “Nosferatu“, “El Chico“, “La Sirena” o “Dr. Jekyll y Mister Hyde“.
Muerta su madre, Monroe abandona a su padre para ir a probar fortuna a Ciudad de las Estrellas, Hollywood. No consigue vender sus guiones, pero le contratan como asistente de plató de Tod Browning, que en esos momentos está rodando “Freaks“. Allí deberá cuidar y controlar a estas criaturas, tan ajenas a los platós de cine, y a la maldad imperante en el Hollywood de los años treinta.
Lo que en principio parece un trabajo sencillo, se tornará en pesadilla, al confundirse realidad y ficción, y por el hecho de tener que lidiar con personas que no son lo que parecen y que tienen mucho peligro.
Los autores de “La parada de los freaks” nos ofrecen una primera parte plausible, en la que podemos llegar a creer las peripecias de su protagonista. Los fenómenos están retratados a la perfección, y la lectura nos hace sentir como entre bambalinas de la obra cinematográfica. Tanto guionista como dibujante nos muestran una época, unos hechos y situaciones muy reconocibles para los fans del clásico de culto. Incluso podemos llegar a creer que se trata de una biografía real, y que los que pasa en estas páginas sucedió en la realidad.
La ilustradora Joëlle Jolivet plasma esta ambientación agobiante, con un dominio del escenario y personajes muy trabajada, y que destaca por la aplicación de colores concretos para tratar las diferentes escenas, sean reales, rodaje o de pura fantasía: azules, amarillos y rojos.
Es en la parte final del libro (todo deriva en una escena que no voy a destripar), cuando despertamos del sueño y comprobamos que todo ha sido una ficción creada alrededor de unos personajes que, si los autores del cómic han retratado como fascinantes, seguro que lo fueron en la vida real. Un final muy de película, que deja con sabor amargo y un epílogo ambientado en los setenta que intenta arreglar el desaguisado propuesto por Fabrice Colin y que no sentará nada bien a los herederos de los actores implicados, creo yo.
Aloha! Editorial presenta una edición cuidada en tapa dura y con un papel perfecto para estas ilustraciones. El trabajo de traducción también es encomiable.
Muy recomendable para fans de Freaks y para gente a la que les gustan los relatos curiosos.

La parada de los freaks.
Autores: Fabrice Colin y Joëlle Jolivet
Traducción: Sylvia Ortega
ISBN: 978-84-948162-7-7
Formato: Tapa dura. Color
Páginas: 144
Precio: 20,00 euros