La novela de referencia cuando se habla de obras protagonizadas por animales es “Rebelión en la granja” de George Orwell, una fábula que muchos han querido ver como una crítica al comunismo cuando en realidad ponía en cuestión también la democracia y el capitalismo, y en general a cualquier totalitarismo que aparece cuando la sociedad lo permite. Su frase mítica de “todos somos iguales, pero unos mas iguales que otros“, sería aplicable a muchas de las cosas que pasan hoy en día en occidente.
Pero hay otras fábulas aparentemente infantiles con animales parlanchines que también son metáforas de asuntos más complejos. Por ejemplo “La colina de Watership” (“Watership Down“) del escritor inglés Richard Adams, su opera prima, que nos contaba en el año 1972 como un grupo de conejos se enfrenta a muchas amenazas al emprender un peligroso viaje en busca de un nuevo hogar.
Como en el caso de “Rebelión en la granja“, Adams presenta por un lado una narración épica, con aventuras, asedios, persecuciones, batallas y mucha acción pero, por el otro, encierra una profunda crítica de las relaciones de poder y una reflexión profunda y serena acerca de la dureza de la vida. No, “La colina de Watership” no es narrativa infantil. Y también es un alegato ecológico en un momento donde este tipo de manifestaciones nos parecen oportunas y necesarias, pero hay que recordar que a principios de los años setenta era algo inexistente. Al menos hasta el año 1973, con la primera crisis del petróleo y la decisión de los países árabes de la OPEP de no exportar más petróleo a los países que habían apoyado a Israel durante la guerra de Yom Kipur.
Nacida originalmente de un improvisado relato que Richard Adams contó a sus sobrinos durante un largo viaje en coche, la historia estaba protagonizada por Quinto, un joven y apacible conejo que sufre unas visiones aterradoras sobre el futuro de su madriguera del sur de Inglaterra, cerca de Hampshire: las excavadoras de los humanos van a destrozar su hogar. Convertido en líder de los suyos, Quinto y sus inseparables compañeros conejos decidirán abandonar cuanto conocen, marchar al exilio y buscar un buen asentamiento donde empezar una nueva vida.
El director de cine Martin Rosen convirtió “La colina de Watership” en una película de animación en 1978 y treinta años después, en 2018, llegó en forma de miniserie de la mano de Netflix. Entre una y otra, en 1996, Richard Adams escribió “Tales from Watership Down“, una secuela de las aventuras de los conejos de la madriguera de la colina de Watership.
Curioso porque justo ahora ando enganchado a la trilogía de los Arquitectos... y en cuanto acabe con ella iré a…