Las televisiones no programan cine en blanco y negro y menos de antes de los años ochenta, así que las nuevas generaciones tienen muy difícil ver películas tan recomendables como ésta, una demostración del daño irreparable que pueden causar la mentira y el rencor. Las interpretaciones de Audrey Hepburn, Shirley McClaine y el resto del magnífico reparto conmueven, irritan y te dejan con los dientes chirriando de rabia ante la injusticia.