Aunque “Indiana Jones y la última cruzada” sea la película preferida de la mayoría de aficionados a la saga del carismático arqueólogo del látigo, la historia cuenta que la elaboración de su guión fue la más complicada de todas, y que los distintos guionistas que pasaron por las oficinas de Steven Spielberg y George Lucas pusieron tantos conceptos diferentes sobre la mesa que parecía imposible conseguir una propuesta coherente. Pero no fue así, y “Indiana Jones y la última cruzada” se estrenó en 1989 con algunos de los elementos más reconocibles de “En busca del arca perdida“, como los nazis como villanos de la función o la búsqueda de una reliquia cristiana de gran poder como objetivo, un tono menos oscuro que su predecesora (“Indiana Jones y el templo maldito“), algo más de sentido del humor y la incorporación de un magistral Henry Jones Sr. como acompañante del héroe. Fue un gran éxito de taquilla y de crítica, y se ha convertido en un clásico del cine de aventuras de todos los tiempos.
Tras un entretenido prólogo protagonizado por un joven Indiana Jones, escapando de unos saqueadores de tumbas entre los vagones de un tren de circo, Steven Spielberg nos hizo viajar hasta el año 1938, cuando el arqueólogo y profesor universitario se verá arrastrado en una nueva aventura al descubrir que su padre ha sido secuestrado por los nazis, que acaban de alcanzar el poder en Alemania. Lo que quieren del veterano profesor es su diario, una compilación de los conocimientos que ha adquirido durante toda su vida acerca del Santo Grial. Pero el libro en cuestión se encuentra en poder del otro Henry Jones, el hijo, que viaja hasta Venecia, último lugar en el que se vio a su padre. Para encontrarlo cuenta con la ayuda de su inseparable colega Marcus Brodi y de una nueva compañera, la seductora Elsa Schneider. A través de las pistas del diario, Indiana Jones descubre el paradero de su padre y la localización exacta del Santo Grial, al que el doctor Henry Jones Sr. había dedicado toda su vida. A su complicada búsqueda se suma una frenética competición a vida o muerte con el ejército nazi, que también busca el Grial como fuente de poder para su maquinaria bélica y su sed de conquista.
“Indiana Jones y la última cruzada“, como sucedía en “En busca del arca perdida” e “Indiana Jones y el templo maldito”, ofrece algunas de las escenas imborrables, memorables, inigualables, algunas imágenes imperecederas que todos los espectadores que la han visto atesoran en su memoria: Indiana Jones intentando recuperar la Cruz de Coronado en un barco en mitad de una tormenta, las catacumbas bajo la biblioteca de Venecia repletas de ratas, la persecución en lancha por los canales, la incursión en el Castillo de Brunwald para rescatar a Henry Jones Sr., la escapada en una moto con sidecar, Indiana Jones a caballo enfrentado a la expedición nazi con tanques en mitad del desierto, las pruebas mortales que guardan el acceso al Grial,… La lista es larga, y cada espectador tiene su escena favorita.
Harrison Ford volvía a dar vida en “Indiana Jones y la última cruzada” a ese encantador arqueólogo, aventurero y héroe, buscador de reliquias, cuya misión es evitar que algunos de los tesoros más valiosos de la historia de la humanidad caigan en malas manos. La saga ya estaba afianzada y era una garantía de éxito, el profesor Henry Jones Sr. se sumaba a la mitología, a la espera de dos películas más que no igualarían las tres primeras (“Indiana Jones y el reino de la calavera de cristal” e “Indiana Jones y el dial del destino“), y el intrépido Indiana Jones ya había pasado a formar parte de la cultura popular con su látigo y su inseparable sombrero Fedora. Coprotagonizada por un monumental Sean Connery, Denholm Elliott, el malogrado River Phoenix como joven Indiana Jones, Alison Doody, John Rhys-Davies, Julian Glover y Michael Byrne, entre otros, “Indiana Jones y la última cruzada” (“Indiana Jones and the Last Crusade“) es una de las mejores películas de aventuras de todos los tiempos. Y de las más divertidas también. No hay discusión ni debate. Sin duda la química entre Harrison Ford y Sean Connery (George Lucas apostaba por Gregory Peck para el papel), que interpretan a padre e hijo y que deben afrontar juntos la busca del Santo Grial, ayudó a que así sea.
A ver, yo entiendo que estafa es cuando te quedas tú el dinero, no cuando el dinero es un donativo…