De entre las obras de arte que nos han llegado del lejano y misterioso oriente, “La gran ola de Kanagawa” se cuenta entre las más conocidas en todo el mundo pero serán pocos los que serán capaces de poner nombre a su autor. En Japón es un símbolo nacional, y sus obras reflejan el alma del archipiélago. Es Katsushika Hokusai.

En el siglo XIX vivió un artista japonés que causó una gran influencia sobre los impresionistas franceses: Katsushika Hokusai. El gran maestro del manga Shotaro Ishinomori ofrece una biografía completa de los 90 años de vida del gran artista del ukiyo-e, que cambió numerosas veces de nombre y residencia y llegó a autodenominarse Gakyô-rojin, “El viejo pintor loco”.

Si hay una obra pictórica conocida de Japón por todo el mundo es, sin duda, esta primera entrega de las “Treinta y seis vistas del monte Fuji“, una representación del pico más alto de la isla de Honshu, y de todo Japón, montaña sagrada de los japoneses, en tamaño oban (unos 25 centímetros de alto por 37 de ancho), realizada por el maestro Katsushika Hokusai, adscrito a la escuela Ukiyo-e del periodo Edo, y publicada entre 1830 y 1833.
En “La gran ola de Kanagawa” (“Kanagawa oki nami ura“) la cumbre nevada del monte Fuji asoma entre las voraces olas del agitado mar que Katsushika Hokusai ilustró en una de las “Treinta y seis vistas del monte Fuji“. Una tempestad ha estallado frente a las costas de Kanagawa, al sur de la isla de Honshu y en la región de Kanto, y la cresta de una ola está a punto de romper sobre las oshiokuri-bune de unos pescadores. Un instante suspendido en el tiempo para toda la eternidad, que se muestra en todo su esplendor ante los ojos de los visitantes del Museo Metropolitano de Arte de Nueva York, el Museo Guimet de París, el Museo Británico de Londres, o la Biblioteca Nacional de Francia (pues, a partir de la plancha de madera original, se realizaron numerosas copias que se conservan en varios museos occidentales).
Pero, ¿quién fue Hokusai? Demasiado desconocido en occidente, Katsushika Hokusai fue un artista de renombre en su época que vivió la vida con pasión, amó la pintura y a las mujeres intensamente a lo largo de toda su vida, que no estuvo exenta de polémica. Nació en 1760 en Edo, la actual ciudad de Tokio, en una familia de artesanos y desde pequeño mostró inclinación por el dibujo y el arte, trabajó como vendedor en una librería y fue adoptado por un famoso artesano de Edo, un fabricante de espejos llamado Nakajima Ise, con el que trabajó como aprendiz. Después trabajó como grabador en un taller, recibió clases de un maestro grabador de ukiyo-e y empezó su larga y prolífica carrera artística pintando actores de Kabuki. Se casó dos veces pero tuvo numerosas amantes, tuvo cinco hijos y varios nietos que le dieron más disgustos que alegrías, y en sus últimos años le cuidó su hija favorita, Oei, que intentó seguir los pasos de su padre pero con escaso éxito. Murió a los 89 años el día 18 del cuarto mes, del calendario japonés, del año 1849.

A mediados del siglo XIX los grabados de Hokusai, así como los de otros artistas japoneses, llegaron a Europa a través de París y sedujeron a artistas de la talla de Vincent Van Gogh, Edgar Degas, Paul Gauguin o Henri de Toulouse-Lautrec, cuya obra denota una profunda influencia de los pintores de ukyo-e de finales del siglo XVIII y de la primera mitad del XIX. Van Gogh llegó a afirmar sobre los pintores japoneses que “son capaces de hacer una figura con unos pocos trazos seguros, y que parezca tan fácil como abotonarse el chaleco“.
La pasión por todo lo japonés invade el continente europeo desde hace ya muchos años. Occidente ha caído rendido ante la fascinación del lejano Oriente desde que se abrieron los puertos de Japón al comercio internacional, a mediados del siglo XIX, y millones de niños, jóvenes y adultos de todo el mundo consumen con avidez mangas y animes, comen sushi, udon, sashimi o teriyaki, practican kárate, judo o aikido en academias de artes marciales, aprenden la delicada disciplina del arreglo floral llamada ikebana, destruyen los tímpanos de sus vecinos con el karaoke, visten cómodos kimonos para andar por casa o aprenden el pulcro arte de la caligrafía japonesa y sus complicados kanjis en escuelas oficiales de idiomas.
Son muchos los que se han preguntado acerca de como ha sido posible que la industria cultural de un país que tiene códigos tan especialmente propios y aparentemente inexportables, como los de Japón, haya penetrado tan profundamente en Occidente y a este fenómeno desconcertante lo han llamado ‘japonismo’. Se siguen buscando las claves y los secretos que les permitan comprenderlo.

A lo largo de casi seiscientas páginas, Shotaro Ishinomori nos contará los últimos años de vida de Katsushika Hokusai, con referencias puntuales a su infancia y su juventud. La obra está dividido en diez capítulos (más un prefacio, una cronología y un epílogo) que narran un episodio, un momento, un pasaje en la vida del artista pero sin seguir ningún orden cronológico aparente, saltando de su lecho de muerte a los cuarenta y dos años, cuando cambió su nombre artístico de Sori a Hokusai, para pasar luego por los cinuenta y tantos, al Hokusai manga, a las ilustraciones de las estaciones de la Tokaido o las vistas del monte Fuji, para regresar de nuevo al final de su vida. Un desorden aparente que no impide seguir la vida del artista, un hombre de carácter difícil, temperamental, perfeccionista e inconformista, mujeriego y cliente habitual de los burdeles, en ocasiones déspota y cruel con sus allegados, amigos y esposas, que vivió su vida y su arte con la pasión propia de los genios, como una fuerza de la naturaleza. Tal y como nos cuenta Ishinomori en las páginas de su obra, Hokusai renunció a una vida de lujos por amor a su arte, pues estaba dispuesto a dejar atrás la comodidad del reconocimiento, el nombre que lo identificaba, y la vida holgada para explorar nuevos caminos para su arte, a costa de vivir en la pobreza y el anonimato. Por ese motivo se mudó decenas de veces de domicilio, renunció a su nombre e incluso lo regaló a sus discípulos, y viajó por todo el país para encontrar nuevos paisajes que le inspiraran, explorar nuevos estilos y formas diferentes de expresarse mediante el pincel.

Hokusai“, publicada originalmente en Japón en 1987, es una obra excepcional que ya había llegado a nuestro país de la mano de EDT hace unos años y que, se agradece, Panini Cómics ha recuperado para que podamos disfrutar del trabajo de Shotaro Ishinomori.
El autor de esta atípica biografía “Hokusai” no es un mangaka cualquiera. No, narrar la vida del maestro del ukyo-e no estaba a la altura de cualquier autor, y por eso el reto recayó en los hombros del llamado “El Rey del Manga”, fallecido en el año 1998 a los 60 años, prolífico autor del Tokiwa-so con 128.000 páginas publicadas a lo largo de su carrera recopiladas en 500 tomos y 770 títulos (solo “Nihon no reshiki“, la historia de Japón, ya cuenta con cincuenta tomos), icono ilustre y pieza clave del manga en Japón, y alumno de Osamu Tezuka (“El Dios del Manga”). Su estilo en esta obra, algo caricaturesco y de trazos sencillos pero enérgicos, incide más en la expresividad que en el realismo de los personajes pero dedica detallismo y precisión en los fondos y la arquitectura y salpica el tomo con las obras más célebres de Hokusai.

Vista aún como algo exótico y lejano, hay muchos aspectos de la cultura japonesa que se han introducido de forma sutil en nuestra vida cotidiana, pero eso no nos convierte en japoneses. Los expertos en la cultura nipona afirman que no es suficiente vivir junto a ellos durante muchos años como ‘gaijin’, ni siquiera entender su ‘yamato damashii’, tratar a tus semejantes según el ‘giri’, y conocer sus costumbres artísticas, gastronómicas y sociales, o estudiar su historia. La complejidad, la profundidad y la singularidad de esta nación milenaria convierte la voluntad de los no-japoneses de convertirse en japoneses en un imposible. Parecer japonés, quizás. Ser japonés, jamás. En realidad, en Europa somos verdaderos analfabetos de la cultura, el arte y la literatura japonesa, a la que muchos aún ven como algo extraño, curioso y exótico, llena de clichés y tópicos, pero si buscáis un manga que os amplíe los conocimientos y expanda vuestra fascinación por Nipon-koku, el “Hokusai” de Shotaro Ishinomori es una buena elección.

Hokusai.
Autor: Shotaro Ishinomori
Sello: Panini Manga
Colección: Seinen
Fecha de publicación: Abril de 2019
ISBN: 9788491678854
Formato: 15x21cm. Tomo en tapa dura con sobrecubiertas. Blanco y negro
Páginas: 592
Precio: 22,00 euros