Todo llega eventualmente a su fin. También Hellblazer. Este tomo, el tercer volumen de Hellblazer: Peter Milligan recoge precisamente el final de la longeva colección del cínico mago inglés. Pero hay finales y finales.
Hellblazer: Peter Milligan vol. 03 (de 3) (Peter Milligan, Giuseppe Camuncoli y otros, ECC Comics 2017)
Edición original: Hellblazer núms. 283-300 USA, Hellblazer Annual 2011 USA, Hellblazer: City of demons USA
Fecha de edición: septiembre de 2017
Guión: Peter Milligan, Si Spencer
Dibujo: Simon Bisley, Sean Murphy, Giuseppe Camuncoli, Gael Bertrand
Tinta:
Color: Patricia Mulvihill, Brian Buccellato
Formato: Libro Cartoné, 576 págs. A color.
John Constantine afronta a velocidad de vértigo la recta final de una longeva etapa. En estas aventuras, el carismático mago investiga una ola de extraños crímenes, desciende al infierno para experimentar un encuentro muy especial, asiste al descubrimiento de un nuevo lazo familiar, tropieza con su pasado en el puente de los suicidas y, finalmente, protagoniza una inolvidable aventura con sabor a despedida.
El presente tomo contiene los episodios del 283 al 300 de Hellblazer, con los que Peter Milligan (Blanco humano), Giuseppe Camuncoli (Batman: Europa) y Gael Bertrand (A Land Called Tarot) pusieron punto final a la serie más longeva del sello Vertigo. Material especialmente significativo, recopilado junto al anual de 2011 dibujado por Simon Bisley (Lobo) y a la miniserie Hellblazer: Ciudad de demonios, escrita por Si Spencer (The Vinyl Underground) y dibujada por el siempre espectacular Sean Murphy (Punk Rock Jesus).
Todo llega eventualmente a su fin. También Hellblazer. Este tomo, el tercero de la etapa de Peter Milligan recoge precisamente el final de la longeva colección del cínico mago inglés. Pero hay finales y finales y John Constantine cuenta con la ¿ventaja? de conocer cuando este llegará de antemano (tanto él en la ficción como sus autores y editores en el ¿mundo real?. Hellblazer iba a acabar en el número 300, un número redondo, eso sobrevuela inevitablemente los 20 números incluidos en esta edición.
En la edición completista que ha venido trayendo ECC Comics aun recogería un tomo más, Hellblazer: Otros hechizos, con miniseries y anuales fuera de la colección en si, pero es más un epílogo; es este tomo el que contiene ese número 300 con el que Peter Milligan y Giuseppe Camuncoli cierran con un homenaje a los autores que han ido pasando por esta colección con mayor o menor fortuna.
La calidad media de la colección Hellblazer es sobresaliente, es cierto que algunas etapas no coinciden con la idea del personaje que cada uno nos hemos creado del personaje y los argumentos serán más o menos intrincados, las referencias sociales y políticas más o menos explícitas, los dibujos más o menos sobrecargados, pero Hellblazer es un brillante compendio de lo que significó la línea Vértigo en cuanto a apuesta por la calidad y la obra de autor frente al dominio de los criterios más industriales (¿cuyo apogeo vivimos en estas fechas?).
Recoge también Hellblazer, o más bien Contantine, la huella de los guionistas que formaron parte del desembarco británico en el comic americano en los 80, desde Alan Moore a Jamie Delano o Garth Ennis … y faltaba uno: Peter Milligan, quien había dejado durante una temporada el mundo del comic.
Milligan declaraba su intención de corporeizar a John Constantine, de hacerlo real, deshaciendo en cierta forma el camino en el que Andy Diggle había embarcado al personaje: en una vuelta a los orígenes. Constantine se hace carne y la carne es mortal. El tiempo alcanza a nuestro protagonista, dejando una marca física, en forma de cicatrices, y moral, en forma de remordimientos.
El inicio de la etapa de Milligan trajo viento fresco dejando que Constantine empezase a vivir una vida real y que no pasase por el mundo como un espíritu cuyo único surco sobre la realidad es el rastro se la sangre de sus conocidos, amigos y familia. Pero en estos números descubrimos a un Constantine enfermo de vida, el personaje mítico cumple años, suma cicatrices y escarceos sexuales. Al igual que dicen de la magia la vida también viene con un precio… la caducidad.
La parte gráfica de este tomo está en su mayoría en manos del italiano Giuseppe Camuncoli, el autor más prolífico en la colección, toda ella desarrollada en esta etapa final. Camuncoli domina al personaje y funciona perfectamente en los ambientes urbanos en donde Milligan encaja al personaje y sus historias.
La Gabardina del Diablo
En el primer arco argumental encontramos a John inmerso en esa disfuncional vida familiar que le ha ido montando Milligan: con su mujer, Epiphany (con suegro chungo incluido) y su sobrina Gemma, quien en el primer número vende online al antagonista principal del arco: la gabardina de Constantine, que ha estado en contacto con tanto horror inenarrable que ha acabado adquiriendo una conciencia (y no una amable).
No es el mejor arco argumental del personaje, pero como el resto de la etapa de Milligan-Camuncoli es muy fácil de leer, muy bien narrado y disfrutable si no se reflexiona en profundidad en lo traído por los pelos que es la excusa argumental.
Gael Bertrand se hace cargo en este arco del primero de sus dos fill in. Bertrand, con experiencia en videojuegos y animación cumple con un trabajo muy efectivo que, con un estilo no mimético con Camuncoli, al menos permite seguir reconociendo los lugares y los espacios en que se desarrolla la historia (no como había sucedido en etapas anteriores, en las que costaba seguir quien era quien en el paso de un dibujante a otro).
Otra temporada en el infierno
Constantine quiere reconciliarse con su sobrina Gemma, quien sigue odiándole y haciéndole pagar sus errores lanzándose en brazos de alguien a quien su tío no aprueba. Para ello se encomienda en un viaje al infierno para encontrar a su hermana, condenada por propia decisión, y sacarla de allí.
En este arco, cuyo título hace referencia a un críptico poema del poeta francés Arthur Rimbaud, nos reencontramos con algún viejo enemigo que quizá ha llegado el momento de que caduque el truco de Constantine de vender su alma a los tres señores del infierno.
Al margen de la historia en si, Milligan aprovecha la ocasión para hablar de un tema que , tristemente, aún no ha perdido vigencia: la violencia machista.
La Casa de los Lobos
La colección hace un paréntesis en el desarrollo de la historia que va hilando los arcos argumentales y Milligan se apoya en el arte tan particular de Simon Bisley y en su capacidad para el humor canalla para contar una historia sencilla y casi paródica de hombres lobo y le da un poco más de antecedentes a la historia de amor entre John y Piffy (adolescente en el momento en que sucede la historia. El futuro suegro de Constantine, el mafioso londinense Terry Greaves, le encarga acabar con un licántropo… con inesperadas consecuencias.
Bisley, quien se haría cargo de varias portadas y después en el especial El Puente de los Suicidas, aporta una visión muy diferente del personaje, con un estilo muy cercano al de Richard Corben con texturas muy distintas a las de Camuncoli.
La Maldición de los Constantine
Del infierno, Constantine vuelve con una promesa: encontrar a un nuevo miembro de la familia y por el camino descubrir si es un juguete en las manos de de una maldición que azota a su familia… quizá más que descubrir se trata de un camino de autoconvencimiento, el mago de LIverpool parece querer ser un barquito de papel en el torrente del destino, quizá buscando una exención, lo que contradice las motivaciones de un personaje que siempre ha querido tener el control de la situación, no estar sujeto a compromiso o obediencia, pero ya decía el propio Milligan que era consciente de las contradicciones y que todos los humanos somos contradictorios: de nuevo la intención de hacer a Constantine real…. lo que inevitablemente lleva a un sitio.
Muerte y Cigarrillos
Y ese momento llega en el arco argumental Muerte y Cigarrillos en el que un John Constantine marcado por las parcas inicia un camino de aceptación de ese destino, mientras su esposa, Epiphany busca una salida. Van pasando alguno de los secundarios (los que aún viven, al menos) habituales: Chas, Angie Spathcock, hasta el demonio Julian de arcos anteriores de Milligan.
Finalizar una obra tan larga como esta, con tantos enfoques distintos y con fans de uno u otro de estos enfoques es complicado, lo hemos visto recientemente con finales tan discutidos como los de Perdidos o Juego de Tronos y este es, sin entrar en spoilers, un final anticlimático, abierto a interpretación, que ha gustado a unos y cabreado a otros pero que, al menos cierra homenajeando a las decenas de personas cuyas plumas o lápices han dado forma a uno de los personajes más potentes del mundo del cómic americano.
Puente Suicida
Tras el final de la serie regular, ECC Comics incluye en este tomo el anual de 2011, Puente Suicida, guionizado por Peter Milligan y dibujado por un oscurísimo Simon Bisley, en esta ocasión sin rastro de humor en una nueva incursión en los errores del pasado de Constantine, lo que hace que no desentone en cuento al tema con el resto del tomo, aunque gráficamente sea tan distinto a la línea clara de Camuncoli. Una historia con moraleja autoconclusiva con las que Constantine podría haber continuado indefinidamente.
Ciudad de Demonios
Sean Murphy con su estilo personalísimo y eléctrico cierra el volumen con la miniserie Ciudad de Demonios, guionizada por Sy Spencer, un veterano guionista que había trabajado en la televisión sobre todo y procedente de la amplia cantera de la revista Judge Dredd británica.
Constantine se enfrenta en esta miniserie a la difícil convivencia entre su sangre de demonio y la sanidad inglesa con sus transfusiones, cerrando este Hellblazer: Peter Milligan vol. 03.
Conclusiones
Hellblazer: Peter Milligan vol. 03 es un tomo necesario para los coleccionistas del personaje por su condición de cierre y por lo brillante de su aspecto gráfico con un Camuncoli en plena forma y con Simon Bisley dejando portadas inolvidables, sin olvidar a Sean Murphy con ese estilo tan personal y estilizado.
Estamos ante una etapa más fácil de leer que otras, como las primeras en las que cada número suponía un esfuerzo de concentración para desentrañar textos complejos, imágenes crípticas y oscuras referencias culturales ¿Quiere esto decir que Hellblazer se internaba en la peligrosa senda de la estandarización de los productos culturales?. Parecería por los posteriores intentos de recuperar el personaje que si…quizá fue mejor acabar antes de ver a Constantine comiendo ensaladas de kale y aguacate y bebiendo gin tonic con bayas de Goji.
Se gana en “legibilidad”, pero se pierden los pasajes oníricos, metafísicos, permanece el carácter cínico del personaje, pero ahora sin esa superioridad ética con la que se ponía con su nihilismo por encima de los demás: Constantine falla, falla mucho en esta etapa, los errores se acumulan, hasta un punto que uno piensa que el propio personaje sabe a dónde va y quiere irse antes de tener que enfrentarse a hordas de millenials con sus gin tonics con bayas de Goji y sus ensaladas de kale y aguacate.
A ver, la de abogados cristianos (me la agarras con la mano) me parece tan estúpido... en fin, además ahora,…