Con este voluminoso tomo concluye la recopilación del material guionizado por el autor inglés Jamie Delano en la serie protagonizada por el cínico mago inglés John Constantine: “Hellblazer“.
Hellblazer: Jamie Delano #3
Edición original: Hellblazer núms. 36 a 40, 84 a 88 y 250 USA, Hellblazer: Bad Blood núms. 1 a 4 USA, Secret Files USA, Hellblazer: Pandemonium USA
Guión: Jamie Delano
Dibujo: Eddie Campbell, David Lloyd, Sean Phillips, Dave McKean, Jock
Color: A color
Formato: Libro rústica, 528 págs. color.
38€
Continúa nuestra edición integral de Hellblazer, con un tomo que además de recopilar diferentes números en los que Jamie Delano colabora con dibujantes cono Mark Buckingham o Sean Phillips, contiene historietas firmadas por autores de la talla de Grant Morrison, David Lloyd, Neil Gaiman y Dave McKean.
Delano, desarrollador de la figura ominosa pero apenas esbozada que había dejado la pluma del también británico Alan Moore en las páginas de La Cosa del Pantano, disputa (de forma amistosa, pues comparte una relación más allá de lo creativo con el propio Moore) la paternidad de la criatura.
Este tercer tomo recoge la parte final de la primera etapa de Delano a cargo del guión (hasta el número 40 USA) y añade a la recopilación varias etapas de regreso del autor británico, quien en su momento confesaría en alguna entrevista ser incapaz de quitarse al personaje de la cabeza, en varios números regulares y en historias y especiales publicados al margen de la serie mensual.
Retomamos en las primeras páginas del comic a Constantine en el mismo punto en el que lo dejamos en el tomo 2, al final de una aventura esencialmente introspectiva en el que Delano dejaba un poco al margen la crítica de la realidad social de la Inglaterra Thatcheriana que es de alguna manera el sello de su etapa (que dará paso una vez deje la serie al estilo macarra y profundamente cínico de Garth Ennis). John ha reencontrado al finalizar el arco argumental del Hombre de Familia a Mercury y Marj, la madre e hija que compartieron su viaje al fondo del terror de la mente humana en la saga La Máquina del Miedo en Hellbaler de Jamie Delano 2 de 3.
Constantine, poniendo en práctica esa especial habilidad que tiene para que para no saber leer (o hacerlo sólo en su beneficio) la situación emocional de las personas, retoma su relación afectiva con la madre y despierta los celos (dobles en realidad) de Merc, una chica que comparte con Constantine la poca capacidad para medir las consecuencias que su poder, en su caso psíquico, puede tener en otras personas, circunstancia que lleva primero a Constantine y luego a su madre al borde de la muerte y que enfrenta al de Liverpool a sus miedos interiores, destapando un secreto oscuro de los muchos que pueblan el no de por si demasiado luminoso subconsciente de John.
El Niño de Oro
Este primer número abre un arco argumental que gira en torno a un hecho esencial en la vida de Constantine que le marca, sin él saberlo -conscientemente al menos- desde el momento de su nacimiento.
La continuidad respecto al tomo anterior también lo es respecto al apartado gráfico. Sean Phillips sigue a los lápices y seguimos viendo la evolución hacia el estilo que marcaría en una etapa posterior al personaje.
Pero Delano decide dejarnos durante un par de números con el suspense de ese secreto en el propio nacimiento de nuestro protagonista y toma un desvío para contarnos uno de sus cuentos morales bizarros, que satiriza el mundo rural inglés y destapa sus ángulos más oscuros, como la masculinidad tóxica, el rechazo al diferente y especialmente el desprecio hacia otras formas de vida: primero otros animales y después al propio ser humano.
En estos números de Delano el dibujo está a cargo de Steve Pugh, con estilo marcadamente diferente al de Sean Phillips, más barroco, con mucho más detalle en los lápices y colores más naturales pero, quizá menos efectivo en lo narrativo.
Aparecen en varios momentos temas recurrentes en la obra de Delano, más allá incluso de su obra “hellblazeriana”, como son la senectud y la muerte, el agua y su relación con la propia muerte y la trascendencia; los animales (especialmente los perros, quizá como ejemplo de lo que el toque corruptor del ser humano a través de la domesticación supone como retorcimiento y desprecio del mundo natural y de ahí a la defensa del vegetarianismo, al que dedica precisamente los dos números que cortan a la saga del gemelo de oro.
En esta larga saga, interrumpida por el cuento moral de la Inglaterra rural y carnívora, Constantine descubre que tuvo un gemelo, uno que no sobrevivió -como tampoco lo hizo su madre- al parto. Un “Niño de Oro” del que el John que conocemos no es sino una sombra gris y corrupta. El hallazgo le traumatiza y le deja como pocas veces habíamos visto al hechicero rubio: vulnerable. Emprende un viaje lisérgico (aprovechando la aparente abundancia fúngica de la que gozan ese grupo de supervivientes de la Caravana de la Libertad que conocimos en La Máquina del Miedo y del que forman parte Merc y Marj) que le lleva a atisbar como podría haber sido la realidad si hubiese sido ese John “Dorado” y no él quien hubiera sobrevivido al parto. Un John que viviría para convertirse en “El Mago” con mayúsculas, esa figura en potencia inalcazable para el John “gris” al que este ha venido persiguiendo pero también apartando de si desde los tiempos del American Gothic. Este John “dorado” se ha convertido en un líder espiritual congregando a su alrededor seguidores que le veneran (y proporcionan descendencia…).
Delano deja (ya veremos que temporalmente) a Constantine embarcado en un viaje interior, asumiendo quizá esa dualidad de su carácter que vemos en su confrontación con el niño de oro. Delano deja al personaje en esa lucha por reconciliar sus dos partes y a su continuador en la serie le entrega casi un cheque en blanco. De este viaje puede surgir el John que quien le continúe necesite para contar sus historias.
En su último número de la primera etapa al frente de la serie regular, Delano cuenta con un compañero en lo gráfico con el que no había colaborado en lo narrativo: el brillante portadista Dave McKean, que ya había ilustrado un número guionizado por Neil Gaiman y protagonizado ya unas cuantas de las portadas de la serie y que en cierta forma acabarían creando el estilo “Vértigo”. El uso de texturas y collages típico de McKean no es tan acentuado quizá en este número, combinando la innegable calidad pictórica de su trabajo con una concesión a la inteligibilidad de la trama que al fin y al cabo es el legado que Delano dejaría a quien retomase la serie.
En otra parte del Infierno
Pero el tomo no se queda aquí, en ECC han decidido incluir en este recopilatorio varias historias de Hellbazer que Delano escribiría años después de dejar la serie, primero sirviendo de puente en la transición del equipo creativo de Ennis al de Paul Jenkins, con Sean Phillips a los lápices, papel que comparte con el brillante dibujante Eddie Campbell (en esta ocasión al guión).
Delano aprovecha su número de regreso para contar magistralmente una historia del pasado de John Constantine, concretamente acerca de la deuda eterna que le concede crédito aparentemente infinito en el taxi de su amigo Chas. En este número Phillips ya ha desarrollado su reconocible estilo que marcará una de las etapas más prolongadas de un mismo dibujante a los lapices de la colección (algo que ya he comentado, es de agradecer para quienes apreciamos más el aspecto narrativo, que el puramente artístico del dibujo y para quienes el baile de dibujantes ya fue en su momento y lo vuelve a ser en esta recopilación, más fuente de confusión que otra cosa)
Un número, de un humor perturbador donde los haya, en el que un John joven hace uso de sus “encantos” para liberar a Chas del dominio de su poderosa madre y su inquietante familiar simiesca.
Ideas Retorcidas
Se incluye en este tomo una única etapa, cuatro números que no son obra de Jaimie Delano. En ellos se hace cargo del guión Eddie Campbell, dibujante de esa densa y deslumbrante maravilla que es From Hell (con Alan Moore… al final el cómic británico es un como un pueblo pequeño … probablemente Nothampton, en el que todos se conocen, pero eso es otra historia). Campell embarca a un Constantine que a pesar de salir de la etapa “gamberra” de Ennis, recupera parte del poso retorcido y nihilista del Hellbazer de Delano, en un viaje (en este caso en el sentido literal) por el mundo para enfrentarse a un nuevo apocalipsis causado por la proliferación de leyendas urbanas que cobran forma real y amenazan el tejido mismo de la realidad. Esta saga “Ideas Retorcidas” abarcará cuatro números en los que se produce una curiosa transfusión de estilos, porque resulta mientras resulta innegable cuanto de Alan Moore hay en la prosa de Campbell, también el estilo como dibujante del en este caso escritor empapa la obra de Sean Phillips, haciendo que algunas viñetas pudieran encajar en las páginas del mencionado From Hell.
Tras una de esas pequeñas joyas breves de la que está llena esta colección”Cartas Navideñas”, el tomo abandona la serie regular de Hellblazer y recoge la serie limitada Mala Sangre y la novela gráfica Pandemonium. Cartas navideñas es un pequeño cuento moral, fuera de la continuidad de la serie y con la presencia justa de Constantine como narrador y con un David Lloyd en plena forma -lo que es mucho decir en el dibujante de V de Vendetta-
Mala Sangre
Para bien o para mal la obra de Jaimie Delano es hija de su tiempo. Para el autor escocés Constantine es un medio, un avatar para contar cosas del entorno político y social del momento, quizá un seudónimo de si mismo, un Hyde que se puede permitir decir las cosas que el Jekyll que escribe sus diálogos no se puede permitir. Por eso, en su regreso años después a la colección (años en los que ya no estamos en la Inglaterra de la mano de hierro de la Thatcher, sino en la Inglaterra de la falsa sensación de progreso y buen rollo, de la imagen vacía de contenido, del poder de los medios de comunicación y la fabricación de una realidad “virtual” del espectáculo: la Inglaterra de la Princesa Diana y la consolidación del modelo neoliberal (y la España de la Jet Set… y la consolidacion del modelo neoliberal).
Por eso y porque el peso que el estilo de Garth Ennis marca comercialmente los límites de la colección, nos encontramos a un Constantine muy diferente al de las primeras historias de la colección. Para empezar mucho más mayor, ya que la historia se sitúa en un futuro distópico, pero además con el humor socarrónico que marcaba la colección estable en esa época.
Con el dibujo de un Phillip Bond que recuerda mucho el estilo de Jamie Hewlett, no en vano había sido colaborador del creador de Tank Girl y Gorillaz, la serie limitada es mucho más ligera y fácil de leer que otras sagas de la colección y recupera la predilección de Delano por personajes femeninos fuertes y la -digamos- baja opinión de los políticos y poderosos en general.
En una Inglaterra dominada por una República extrañamente puritana y unos monárquicos que han evolucionado hacia una extraña religión laica que adora a la desaparecida Princesa Diana, Constantine se ve embarcado en la protección de una descendiente real, como siempre un 30% porque la chica le mola, un 30% por principios y un 40% por joder.
Pandemonium
Y de nuevo tras un salto de varios años, Delano volvía a recuperar a Constantine para contar una historia en la que otra vez vemos como el paso del tiempo y el cambio de la realidad sociopolítica hace cambiar la cara de ese espejo multifacético que es el mago inglés para el escritor. El John de los 2000 es el del mundo post 11S y no es un John feliz ni tiene humor para la socarronería. El John de la lucha del poder imperial por no descomponerse es un John que quiere que le dejen en paz, que duda de hasta que punto los ancestrales enemigos, como el demonio Nergal, no son por lo menos unos oponentes más divertidos que los pusilánimes humanos con sus guerras y luchas de poder.
ECC termina este tomo en todo lo alto con una novela gráfica redonda, tanto en el argumento y en el guión como en el dibujo, al cargo de Jock, un polifacético dibujante que ha ido pasando del mainstream a las obras más personales y sobre todo ha dejado una gran colección de portadas para unas cuantas colecciones y que aquí consigue un trabajo redondo. En mi opinión, una de las mejores historias de Hellblazer, en todos los aspectos. Imprescindible a poco que os guste el personaje.
Pues yo la disfruté, no me pareció tan absurda porque, bueno, ya se veía que algo raro iba a pasar.…