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El director afroamericano Spike Lee se dió a conocer al mundo con “Haz lo que debas“, una película sobre un restaurante italiano situado en un barrio habitado exclusivamente por negros. Han pasado más de treinta años desde su estreno, y sigue siendo uno de los films más controvertidos e incómodos para los norteamericanos sobre el conflicto racial inerente en su sociedad. Y aunque muchas otras películas han pretendido hablarnos sobre el asunto, la verdad es que la mayoría de ellas son dirigidas por blancos para hablar de tramas raciales donde los afroamericanos son los protagonistas.

Protagonizada por Bill Nunn, Samuel L. Jackson, Danny Aiello, Giancarlo Esposito, John Turturro, Ossie Davis, Ruby Dee, John Savage y Rosie Perez, entre otros, “Haz lo que debas” nos traslada hasta Nueva York, en el distrito de Brooklyn, al desfavorecido barrio de Bedford-Stuyvesant de mayoría afroamericana, en una historia coral con multitud de personajes, todos ellos bien dibujados e interpretados, y muchos hilos cruzados, que mezcla con habilidad el humor y el drama, con el discurso social por bandera. Aquí conoceremos a Mookie (Spike Lee), el repartidor de la pizzería de Sal (Danny Aiello) y sus hijos Vito (Richard Edson) y Pino (John Turturro), al radiofónico señor Love Daddy (Samuel L. Jackson), al borracho pero sabio Da Mayor (Ossie Davis), a Radio Raheem y sus anillos (Bill Nunn) y a Rita (Rosie Pérez), la esposa de Mookie y madre del hijo que tienen en común, algunos de los pintorescos habitantes, gente común, sencilla y normal, de este barrio de Brooklyn que es un protagonista más de la función. Al ritmo de la música de Public Enemy, Teddy Riley, Take Six, Perri o Al Jarreau.

El debutante Spike Lee consiguió con “Haz lo que debas” (“Do the right thing“) una de películas que mejor explican los conflictos raciales actuales de los EE.UU., pues aunque han pasado varias décadas todo sigue igual. Igual de mal, quiero decir. Lo que nos enseña en su film Lee no son estereotipos, sinó que es totalmente cierto que la coexistencia de los que son distintos en “el país más poderoso del mundo” es una cuenta pendiente de esa sociedad y el variopinto barrio de Bedford-Stuyvesant es un escenario a escala de ese conflicto. Y lo que empieza como una anécdota sin mayor importancia, como es sustituir una foto de Al Pacino por Michael Jordan en la pizzería de Sal, se convierte en la chispa que prende la mecha de un barrio que es pura pólvora.

De hecho, por si fuese poco lo que nos acababa de contar y tras el clímax violento, Spike Lee cierra su película con dedicatorias a varias víctimas de la violencia policial.

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