El escritor británico, afincado en los EE.UU. desde hace un montón de años, Neil Gaiman ha demostrado sobradamente que tiene un talento increible con todo aquello que tiene que ver con el negro sobre blanco: el cómic (por supuesto, “The Sandman“), la novela juvenil (“El libro del cementerio“), cuentos de corte clásico (“Stardust“), novelas a cuatro manos (“Buenos Presagios” con Terry Pratchett), guionista de series de televisión (un par de episodios del “Doctor Who“), relatos breves (antologías como “Humo y Espejos” o “Material Sensible”),… Y, claro, libros infantiles.

Ya sabéis lo que pasa cuando vuestra madre se va de viaje de trabajo y vuestro padre se queda a cargo.

Normalmente, ella le deja una lista de cosas que hacer. Lo más importante es siempre que NO SE OLVIDE DE LA LECHE. Pero, desafortunadamente, se le suele olvidar. Así que, a la mañana siguiente, antes de desayunar, tiene que salir a la tienda de al lado y esta que tenéis en las manos es la historia de por qué le lleva tanto, tanto tiempo volver con la leche.

En nuestra página abundan las reseñas de obras del escritor Neil Gaiman, todas repletas de elogios y alabanzas, pero a menudo nos hemos mostrado incapaces de abarcar la totalidad de su figura, e impotentes ante la imposibilidad de desgranar con justicia su amplio curriculum, su brillante carrera, los numerosos premios que lucen en la repisa sobre la chimenea de su casa victoriana en Wisconsin, las adaptaciones cinematográficas de varios de sus relatos, su capacidad creativa, sus brillantes textos para cómics, obras teatrales, ensayos, novelas de ciencia-ficción y fantasía. Osea, ¿que esta reseña va a ser una nueva glosa de las virtudes del escritor Neil Gaiman? Pues sí. ¿Acaso lo dudábais?

Hay muchos caminos diferentes para llegar hasta Neil Gaiman. Si te gusta el cómic te recomendaré “The Sandman“, por supuesto, y quizás “Orquídea Negra” o algunas de las adaptaciones de sus relatos al cómic, como “Criaturas de la noche” de Michael Zulli o “Misterios de un asesinato” de de P. Craig Russell. Si eres un lector joven te aconsejaría empezar con “Stardust“, “Coraline” o “El libro del cementerio“. Si eres un devorador de libros, “American Gods“, “El océano al final del camino“, “Neverwhere” o “Buenos Presagios“, a cuatro manos con el maestro Terry Pratchett, seguro que no te decepcionarán. Y si me confiesas que lees poco o que aún no conoces a Neil Gaiman ni de oídas, te sugeriré probar con sus antologías, como “Objetos Frágiles” o “Material Sensible“. Pero si tienes niños en casa, y quieres compartir con ellos la pasión por la lectura, descubrirles la obra de Neil Gaiman y abrirles la puerta a un mundo repleto de magia, mucha ternura, fantasía y una pizca de suspense, “El galáctico, pirático y alienígena viaje de mi padre” es la elección.

El galáctico, pirático y alienígena viaje de mi padre” (“Fortunately, the Milk” en su edición original en inglés) es una obra breve, un libro ilustrado de 160 páginas repleto de imaginación desborante y un ritmo desenfrenado que cuenta con la inestimable colaboración del dibujante Skottie Young, autor de la adaptación de “El Mago de Oz” al cómic, para acompañar el divertidísimo relato de Gaiman en su edición americana. La edición inglesa, la original, cuenta con las ilustraciones de Chris Riddell… que no están a la altura de las de Young, y por eso vale la pena aplaudir la elección de Roca Editorial. Otra cosa, a discutir, es si el cambio de título era necesario.
Una aventura brillante y espectacular, en la que un padre desorientado convierte el simple y cotidiano viaje a la tienda de la esquina en una increible, insólita e inexplicable odisea que le llevarán por todos los rincones del planeta, y más allá, como un Doctor Who a bordo de su TARDIS. Y durante su periplo se encontrará con el profesor Steg, un dinosaurio viajero en el tiempo, unos vampiros con problemas de pronunciación, unos bichos verdes y viscosos, la Reina de los Piratas, una joya muy famosa que está incrustada en el ojo de una estatua en un volcán, unos nativos con muy malas pulgas… Y, claro, la botella de leche. Ordinaria, pero muy importante para justificar el relato. El clásico McGuffin de Alfred Hitchcock.

Este relato es una obra para los más pequeños de la casa, pero hará las delicias de toda la familia. Cargada de giros argumentales inesperados, vueltas de tuerca inverosímiles, idas y vueltas, personajes estrafalarios, monstruos entrañables, la historia de “El galáctico, pirático y alienígena viaje de mi padre” es bien simple, y en eso reside su secreto para que sea un entretenimiento para todos los públicos y que no sea necesario buscar segundas lecturas, ni ironía, ni siquiera profundas interpretaciones sobre la intención real del autor. La obra es lo que hay, y nada más. Y eso la convierte en un libro terriblemente divertido.

Con el viaje de una persona normal y corriente, un padre apurado, en busca de una botella de leche el poliédrico escritor británico Neil Gaiman nos regala un nuevo punto de vista sobre el mundo, sobre su mundo, ese lugar aterrador pero tierno que sirve de marco a la mayoría de sus obras. No es exactamente el universo ‘Gaiman’ habitual y que todos conocemos, pero tampoco importa: esta obra también es un billete de ida y vuelta a su universo de fantasía inclasificable e inimitable, a un lugar habitado por gente poco común, un mundo paralelo al nuestro que se encuentra a un solo paso y al que se llega a través de un umbral mágico y escondido. No hay terror, ni siquiera oscuridad, pero tampoco se echa de menos.

Si sirve de recomendación, y de orientación, en mi casa este cuento ha servido, más de un día, para irse a la cama.

El galáctico, pirático y alienígena viaje de mi padre
Autor: Neil Gaiman
Traducción: Mónica Faerna
Fecha de publicación: Marzo de 2014
ISBN: 9788499188140
Formato: Tapa dura
Páginas: 160
Precio: 10,90 euros