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La Segunda Guerra Mundial fue el mayor conflicto bélico del siglo XX. Hasta hoy, ha sido la guerra más global y mortífera de todos los tiempos. El cine nos ha contado muchas cosas sobre los hechos sucedidos entre 1939 y 1945, algunas grandilocuentes y patrióticas, otras épicas y algunas más intimistas, desde romances entre las ruinas hasta las sangrientas batallas más célebres, desde Pearl Harbor hasta el Desembarco de Normandía, pasando por la ocupación alemana de Francia o el horror de los campos de concentración nazis. Incluso Charles Chaplin con “El Gran Dictador” o Ernst Lubitsch con “Ser o no ser” demostraron que la comedia tenía cabida en una guerra de esta magnitud. Todas ellas son películas que, además de contarnos una historia, también reflejaron los horrores de la guerra.

Doce del Patíbulo” (“The Dirty Dozen“) es un entretenido relato de hazañas bélicas que adaptaba la novela homónima de E.M. Nathanson, dirigido con profesionalidad por el solvente Robert Aldrich y protagonizado por Lee Marvin, Charles Bronson, John Cassavetes, Ernest Borgnine, George Kennedy, Ralph Meeker, Donald Sutherland, Telly Savalas, Jim Brown, Richard Jaeckel, Trini Lopez, Robert Ryan, Clint Walker y Robert Webber, entre otros, en el que nos contaron la historia de un grupo de doce convictos, condenados a muerte, que se convierten en héroes de la II Guerra Mundial al redimir su pena capital por una misión suicida: deberán asaltar una fortaleza alemana en Francia y eliminar a todos sus ocupantes, todos ellos altos mandos del ejército. Al frente de esta misión, que se sitúa en el año 1944, se encuentra el comandante Reisman, un maleducado con problemas de actitud hacia sus superiores y un conflictivo historial de insoburdinación.

Mientras que la novela de Nathanson estaba inspirada en una unidad real de la Segunda Guerra Mundial de especialistas en demolición detrás de las líneas de la 101 División Aerotransportada llamada ‘Filthy Thirteen‘ en la versión cinematográfica de Robert Aldrich los soldados reclutados por el comandante Reisman son un grupo heterogéneo de presos a los que se les ofrece la oportunidad de encontrar la redención. La mayoría son unos rufianes antisociales, siniestros y cínicos a los que seguimos durante el reclutamiento, las pruebas, el entrenamiento y, finalmente, la misión suicida para acabar cogiendo afecto. El metraje mezcla, sin problemas, la comedia con la acción más potente pero, sobretodo, se sostiene en un reparto excepcional, empezando por el comandante Reisman de Lee Marvin, el estirado coronel Breed de Robert Ryan, el general Worden de Ernest Borgnine, el mayor Max Armbruster de George Kennedy, el lacónico Joseph Wladislaw de Charles Bronson, el risueño Archer J. Maggott de Telly Savalas, el sinvergüenza Víctor R. Franko de John Cassavetes (rebautizado aquí como Frankie, pues en España mandaba entonces el dictador) o el estúpido Vernon L. Pinkley de Donald Sutherland. Todos están sobresalientes. Curiosamente algunos de los actores ya tenían experiencia militar y no tuvieron problemas con encontrar el tono justo: Lee Marvin en los marines, Ernst Borgnine en la armada o Telly Savalas y Charles Bronson en la infantería.

Doce del Patíbulo” fue un gran éxito de taquilla y ganó un Oscar al mejor sonido. Originó tres tardías secuelas (“The Dirty Dozen: Next Mission” en 1985, “The Dirty Dozen: The Deadly Mission” en 1987 y “The Dirty Dozen: The Fatal Mission” en 1988), de calidad muy inferior y rodadas directamente para la televisión. Pese a ello, tanto la película como Robert Aldrich, que políticamente se definía de izquierdas y abiertamente antibelicista, recibió muchas críticas de las posiciones más conservadores. El motivo era obvio: la película se estrenó en una época complicada para los EE.UU., inmersos en la guerra de Vietnam, y la propuesta de Aldrich no presentaba unos buenos buenos y unos malos malos, sino que desdibujaba los límites. Es un título imprescindible.

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